En las tribunas, uno de los clásicos del oeste. Duelo de canciones y banderas. Recuerdos de la B en los versos. La tribuna es otro cantar: “Dale, Mosquito, mandate una de Maradona o algo así”. Adentro, Ignacio Nicolini toma carrera para servir un córner. Se recuesta contra la reja. La oficial que corteja el ingreso a la cancha se corre justo a tiempo. Nicolini mirando hacia el área, ella hacia la tribuna. Que a nadie se le ocurra entrar corriendo en malla para hacerle propaganda a un canal de Youtube. La reja chilla cuando Nicolini se recuesta sobre ella sin perder de vista el área. “Nacho, si querés abrimos la reja”, alcanzan a gritarle antes de que suene el silbato. El centro viaja a la perfección. Leandro Zazpe conecta con prestancia en el salto. Racing pone el 1-0. El segundo llega tras un suspiro en el palo, y Nicolás Sosa la asegura contra la popular. En el festejo posan para la foto. Frente a ellos, flamea una bandera con el gesto goleador de Líber Quiñones que dice “Tripa y corazón”, cómo el libro de Diego Martini. El goleador espera en el banco.
Juan Ramón Carrasco se mantiene estoico mientras en la tribuna, tras el banco de los suplentes, se agarran a tortazos. Están en esa un rato. Hacen mover al cuarto árbitro hasta el otro lado para cotejar que ya todo está en calma. Carrasco, manos en jarra y cabeza de perrito de bondi.
Fénix tiene el descuento con Maxi Pérez tras una gran jugada de Adrián Argachá en su debut en el equipo de Capurro. Maxi es como la canción de Cypress Hill: siempre peligroso. Fénix se va apagando sin claudicar. Racing toca y toca. Baja un “ole” desde la tribuna, entusiasmada con el cuadro. Gonzalo Sena mete el 3-0. Al rato, Maxi, rematando un penal sin objeciones, descuenta para Fénix. Quiñones termina la tarde en el banco. Agustín Oliveros es el último en entrar para un final que no deja de ser intenso. Michel Araújo también descarga aplausos desde la tribuna ya cubierta por la sombra de Sayago. Pablo Lacoste la venta más allá de los muros, donde unos miran aunque no pagaron entrada. Arismendi hace algo parecido, como para que la tarde tenga todo.