En el cierre de la primera fecha del Torneo Clausura, en el Gran Parque Central, Nacional fue contundente. Los tricolores, con goles de Armando Méndez, Matías Viña en dos oportunidades y Sebastián Fernández, golearon al campeón del Intermedio, Liverpool. Juan Ignacio Ramírez metió el transitorio empate negriazul.

1. Lateral y gol es gol

La mejor virtud individual que tuvo Nacional, sobre todo en el primer tiempo, fue Brian Ocampo. Abierto por la derecha como los viejos wings, Ocampo fue el factor de desequilibrio de los tricolores, ya fuera por sus jugadas y desbordes o, como consecuencia de eso, como generador de tiros libres –porque la forma de controlarlo fue con faltas–. Si bien Ocampo no hizo ninguno de los tres goles en los primeros 45 de juego, su desempeño incidió directamente.

Los goles fueron de los laterales. Méndez aprovechó la primera pelota quieta, Matías Viña hizo lo mismo en el primero de los suyos, pero también trepó con dinamismo para fulminar a Óscar Ustari en el tercero. Fueron importantes estos dos goles, porque, tras el empate de Ramírez, Liverpool se paró bien y jugó con la pelota, quitándoles protagonismo a los tricolores.

2. Piloto automático

Si algo logra Álvaro Gutiérrez en sus equipos es consolidarlos en defensa. Se nota con asiduidad, pero mucho más se nota cuando tiene la diferencia a favor. Desde que empezó el segundo tiempo, Nacional se mostró más atrás, cedió la pelota a Liverpool y decidió refugiarse pegando la línea de volantes con la defensiva. Por mucho que los negriazules merodearon el área de Luis Mejía, prácticamente el arquero no tuvo que intervenir directamente.

La otra virtud tricolor fueron los contragolpes. Encontró a Liverpool abierto, producto de su insistencia para acortar distancia. Nacional pudo ampliar la diferencia al menos un par de veces hasta que lo hizo Seba Fernández. El delantero, que entró para jugar de volante, fue inteligente para siempre rondar el círculo de juego de Thiago Vecino. Alguna le iba a quedar, y la que le quedó la clavó en el ángulo. Una joyita para redondear la muy buena tarde-noche.