¿Cómo creen ustedes que será recordado este clásico? Como el de la covid-19, como el del primer triunfo de Peñarol en el Campeón del Siglo, ¿como el de los errores y la negligencia? El partido estuvo lindo, pero el espectáculo no, y desembocar en un final tan lamentable corrompe casi todo. Seguramente lo que no pone en cuestión es la validez del triunfo carbonero, porque el partido se dio de ida y vuelta, y, aun sin ese cúmulo de errores, podría haberse dado el triunfo mirasol.

Peñarol lo ganó 3-2 con goles de Fabricio Formiliano, David Terans y Ariel Nahuelpan, dejando a Nacional (Gabriel Neves y Santiago Rodríguez) en condición de alta perturbación por un montón de situaciones discutibles y por lo menos una indiscutible –la de la invasión de Nahuelpan en el tercer gol– que, sumadas a otras innúmeras irregularidades, como la presencia de hinchas en un partido que debía ser a puertas cerradas, dirigentes y personal técnico comportándose como hinchas violentos, deportistas peleándose y personal de seguridad y policial haciendo pública la violencia, terminó dejando una muy fea sensación en medio de esta crisis sanitaria, que se refleja como crisis económica y, por tanto, social.

Todo mal

La complejidad de un espectáculo absolutamente modificado, sin aficionados, sin personal técnico, con una enorme restricción de protagonistas dejando exclusivamente a futbolistas y sus cuerpos técnicos, cambió en relación con aquel primer clásico, el que en agosto supusimos que sería recordado después como el del coronavirus, el de la covid-19 o el de la pandemia, cuando llegar a los 20 casos diarios nos ponía en extremo nerviosos y en alerta. Ahora, con centenas de casos diarios, con más de 3.000 infectados, todo cambia, hasta en la apreciación televisiva de un partido de fútbol, hasta en el desarrollo mismo del juego, del campeonato. A un montón de gente poco le importaron esas restricciones.

De alguna manera, ya hemos avanzado en la comprensión de la disputa de este fútbol sin público, de estas localías que cambian exclusivamente el uso de los vestuarios y la marca de algunos carteles de esta expresión popular minimizada a la participación de 22 o 30 futbolistas y de unos cientos de miles de televidentes que acompañan las instancias de la competencia sin poder incidir en lo más mínimo en ella. Entonces, lo que vale es el valor de los colectivos y las individualidades en esas dos horas, en ese momento, en esa instancia. También la determinación de los entrenadores que generan una oncena, combinan su mejor equipo posible para ese momento; es eso y nada más, o eso y el natural juego entre protagonista y antagonista.

¿Y dónde está la defensa?

Mucho viento en el inicio del juego y apenas algunas insinuaciones ofensivas de los contendientes. El primero en acercarse al arco contrario fue Nacional, después de una jugada bien concertada que terminó en una pirueta de Santiago Rodríguez, cuyo remate se fue arriba. A los cinco minutos, una ejecución a raíz de una falta de Jonathan Urretaviscaya generó una gran atajada del palmirense Sergio Rochet. Las pelotas quietas propiciaron en el primer cuarto de hora las jugadas de mayor peligro. También Nacional, por medio de un cabezazo de Gonzalo Bergessio, estuvo cerca de llegar a las redes rivales. En esos primeros minutos no había buena dinámica de juego, pero tampoco demasiados errores forzados. Fútbol lento, de combinaciones seguras y poco riesgo.

La innegable capacidad y experiencia de Bergessio, fundamentalmente para rebotar y pivotear el juego, tuvo incidencia en varias acciones ofensivas de los visitantes, que llegaron a tres cuartos de campo contrario en varias oportunidades. A los 28 minutos Peñarol abrió el partido: un tiro libre desde la derecha que fue a buscar de cabeza Fabricio Formiliano, y por tercera vez en la tarde ganó en el área contraria venciendo al arquero Rochet. Impecable el cabezazo del zaguero salteño, pero se advirtió cierta pasividad en la defensa tricolor, que lo dejó muy solo.

Ocho minutos después, en una increíble nueva desconcentración defensiva, Peñarol llegó al segundo gol a partir de un saque lateral. La pelota se la jugaron a Cristian Cebolla Rodríguez, que cerca del área chica la defendió, hizo un firulete y la jugó atrás para la entrada –solo– de Terans, que sólo tuvo que pasársela a la red. 2 a 0 era una distancia difícil de abordar a los 37 minutos de la primera parte. Pero apenas un par de minutos después, Nacional combinó al borde del área, le cedieron la pelota a Gabriel Neves, quien casi en la medialuna le pegó al arco y, tras el rebote en Formiliano, se convirtió en el descuento tricolor.

La distancia

Apenas iban 12 segundos. Los jugadores aún estaban sobresaltados por bajar las escaleras de los vestuarios. Una pelota cruzada a Gonzalo Chori Castro hizo que el poronguero, a pura calidad, llegara hasta la frontera de la cancha, de zurda, colocara el pase atrás y, de frente al arco, Santiago Rodríguez anotara el empate para los tricolores. 12 segundos. Ese tal vez sea el dato para entender la sorpresa que presentaron los futbolistas de la última línea de Peñarol antes del empate tricolor.

Realmente se puso muy bueno el segundo tiempo. Nacional tomó una postura ofensiva que desnudó ciertas carencias defensivas de Peñarol. Los de Mario Saralegui se recluyeron un poco más en su campo y ensayaron respuesta con pelotazos hacia adelante que no siempre llegaron al destino buscado. El ingreso de Alfonso Trezza como lateral derecho y la reformulación de la defensa tricolor, con Mathías Laborda de zaguero central, permitió a Nacional tener una postura más sólida desde el punto de vista defensivo, pero fundamentalmente sumar caudal ofensivo por la banda derecha. El juego por la izquierda de Gonzalo Castro fue determinante durante buena parte del partido, pero fundamentalmente al inicio de la segunda etapa. A raíz de dos acciones por ese lado, Nacional reclamó sendos penales después de que la pelota rebotara en el brazo de Joaquín Piquerez primero y de Fabricio Formiliano después.

Saralegui ensayó cambios en su equipo. Alguno pareció demasiado osado, como poner al chileno Christian Bravo a marcar al Chori; después, por fin se dio el debut del argentino Ariel Nahuelpan. No obstante todas esas modificaciones, el futbolista más determinante del juego aurinegro fue el paceño Facundo Torres. De manera increíble, cuando faltaban diez para la finalización del partido Peñarol se perdió el tercero. Fue una pelota robada en la mitad de cancha para el contragolpe de los locales cuando Terans, a enorme velocidad, quedó frente a Rochet y decidió jugarla a la izquierda para que Nahuelpan la empujara a las redes, pero el corpulento delantero no pudo llegar a la pelota y la acción de peligro se esfumó.

A los 40 un rechazo en largo de Kagelmacher fue convertido en oro por Facundo Torres, que se metió en el área y cayó. No pareció penal, pero Pablo Giménez lo pitó. Rochet se lo atajó a Agustín Álvarez Martínez, pero en el rebote Ariel Nahuelpan, que había invadido antes del remate, convirtió el tercer gol carbonero.

De ahí al final, si tomamos como final el pitazo, pasó absolutamente de todo, incluyendo un casi empate tricolor y la expulsión de Gabriel Neves, que debió bajar de atrás a Facundo Torres, quien se iba solo al gol. El resultado final, además de entrar en la historia como el primer triunfo de Peñarol en el Campeón del Siglo, le sirve para achicar la distancia con Nacional en la Anual.