El Teto Ernesto Goñi surgió, como tantos otros, de la cultura formativa del Defensor Sporting Club. Sin embargo, corrió con la suerte de que debutó en Primera –eso que algunos llaman “sueño”– con otra camiseta, la de la escuelita del Racing Club de Montevideo. Después vino el trillo, el caudaloso peregrinar del futbolista: Nacional, Quilmes, Estudiantes de La Plata, Tigre, Almería de España, Racing otra vez, Torque y Danubio, no sin antes sacarse las ganas de vestir la violeta.
Férreo y tenaz, como buen zaguero criollo, tomó la decisión de cambiar a una alimentación vegana, y dice haber comprobado que se siente realmente bien, se olvidó de las lesiones, recupera en menos tiempo la energía para otros 90 minutos y anda liviano.
Reconoce que tuvo que hacer algo porque nunca fue un crack con la redonda número cinco, y sostiene que no cree en ninguna religión: cree en la ciencia. “Yo cuando hago sushi para amigos hago para que quedes explotando, con un kilo de arroz y un filete de salmón. En un bar gastás una fortuna. Los míos van sin queso ni pescado, me glaseo unas verduras y uso la palta. Hay otras formas de prepararlo con queso vegano de castañas de cajú, todo un arte. Acá tengo frutos secos, semillas de zapallo, maní, castañas, almendras, nueces, granola, dátiles, pasas de uva, pasas de arándano, proteína de soja, chía, sésamo blanco, pipa, de todo. La alacena está llena; lino, girasol, porotos, pero de carne, nada”, avisa.
El flamante refuerzo de Liverpool FC, recientemente campeón de la Supercopa en un partido inolvidable, recibió a Garra en su cocina y preparó una mesa con color, creatividad y convicción, casi la misma que lo ha llevado a patear pelotas lejanas por el mundo.
¿Cómo fue el arribo a Liverpool, con vuelo directo a jugar una final?
Me recibieron muy bien. Conocía al entrenador y al ayudante, con quien fuimos compañeros en Racing en 2008, también al profe y a Gustavo Ferrín, que fue entrenador en juveniles de toda mi camada. Ya había compartido plantel con Tofi [Hernán] Figueredo en Torque cuando salimos campeones en 2017, y también conocía a Emi Alfaro por amigos en común. Un plantel repleto de chicos con muchas ganas de sumar y aprender. A la final no llegábamos como favoritos, obviamente, pero se respiraba una confianza distinta a otros partidos que yo he vivido. Había una sensación de esperanza, de vibraciones positivas. El partido fue una montaña rusa de emociones. Empezamos muy bien, logramos el 2-0, controlamos el partido hasta que quedamos casi con un jugador menos. Con ese panorama, con el empuje de la gente, se nos vinieron arriba. El bajón del empate en la última jugada nos pegó, pero en ese momento sólo hubo palabras de aliento y de motivación, de esperanza y de confianza, y logramos aguantar el primer tiempo del suplementario, con todo el mundo pensando que nos iban a llevar por delante. En el segundo tiempo el equipo sacó otras fuerzas y terminó siendo un partido épico, una alegría difícil de medir.
¿Fue de manera paulatina el cambio en la alimentación?
No, no. Todo lo que he querido hacer me fisura, lo hago como sea. Te vuelvo loco hasta hacerte creer que es lo mejor. Por eso capaz que consigo cuadro. No sé si es una cualidad o no, pero trato de convencerte. Mirá [dice mientras prepara la comida], ahora vendría la magia que hace a la tortilla, que es el huevo, pero yo lo hago con harina de garbanzo y agua, que es la manera de suplantarlo, por la consistencia. En el sabor de la tortilla no te das cuenta, no se siente. Quizás si te pongo dos tortillas, como hice el otro día con unos amigos, te das cuenta porque es lo de siempre, pero ahora mis amigos ya me piden que haga la vegana.
¿Cómo tomaste la decisión?
Fue el 1º de mayo del año pasado. El Día de los Trabajadores y el día del asado. Ya venía con una dieta medio radical: desayunaba pollo, boniato, carbohidratos y proteínas, que era lo que precisaba para el entrenamiento. Venía pensando en la alimentación, intentando sentirme mejor. Además de que tengo una pareja de amigos que son veganos y militantes, aquel día comí el asado del 1º de mayo y llegué a casa y enganché en Netflix un documental sobre la salud. Cuando mi novia volvió, le dije: “Soy vegano”.
¿De que venía el documental?
El documental se llama What the Health. Habla de un muchacho muy paranoico, hipocondríaco, que está esperando morir como toda su familia, de diabetes o del corazón, y se pasa haciendo estudios pensando en eso. Pensaba que era su destino. Cuando empieza a investigar, descubre que hay una gran relación entre el cáncer y el consumo de carne. Todo esto tapado, como siempre, por la industria. Resulta que los que te dicen que el huevo y el pollo son buenos para la salud son los de la cámara nacional del pollo y los de la cámara nacional del huevo. Pasa lo mismo con los cigarrillos. Yo tuve una tendinitis rotuliana bastante molesta durante un tiempo, que no me dejaba entrenar con normalidad. A las dos semanas que cambié mi alimentación el dolor se me fue y empecé a sentirme mucho mejor, a recuperarme mucho más rápido de los partidos.
¿Conversaste con algún colega futbolista vegano?
Sí, con un amigo español, Carlos Cuéllar, con quien jugamos juntos en Almería. Él me pasó algunas dietas y algunas páginas. Empecé a pasarle todos los días lo que comía. Hablé también con un nutricionista argentino que me dijo: “Si lo lográs hacer va a ser espectacular para vos”. En Danubio el año pasado no concentrábamos, entonces la comida me la hacía siempre yo. Después, cuando concentramos en Danubio se portaron muy bien; los médicos me respetaron y me dieron una mano para que comiera lo que quería. Toda la gente que lo ha hecho tiene las mismas sensaciones que yo: no dolores, mejor recuperación, más liviandad, mejor sensación en la piel, de todo.
Entonces lo recomendás para el deporte.
Hay otro documental que se llama The Game Changers, que en español se encuentra por Cambio radical, aunque no sea la traducción, que es sobre deportistas que se pasaron a la alimentación vegana y su rendimiento explotó: llegaron a niveles a los que no habían llegado nunca. Yo lo recomiendo porque a mí me hizo bien. Me siento bien y no tengo déficit de proteínas ni de nada que quieran inventar. Trato de averiguar y leer de todo, porque de repente no te convenzo, pero tampoco quiero que creas que soy un mentiroso. Entonces averiguo. Hay como una locura con la proteína, y en realidad no se necesita tanto. Hay un montón de alimentos que tienen proteínas más allá de las carnes: el arroz, la fruta, el poroto. La diferencia es la cantidad de fibras, que, por ejemplo, no tenemos en nuestra dieta uruguaya. Fruta y verdura comemos poco, o con la carne comemos lechuga y tomate, que no te aporta casi nada. Lo mismo con los carbohidratos: hay que perderles el miedo a los carbohidratos. Yo no conozco a nadie que esté gordo de papa o gordo de fruta. Y es muy difícil que aparezca alguien con déficit de proteínas, pero es que el tema viene de años, de los que inventaron la carne enlatada, que son los que terminaron haciendo la famosa pirámide alimenticia. Te hacen creer que la carne tiene que ocupar la mitad del plato siempre. Esto es ciencia. Nuestro cuerpo funciona con carbohidratos, no con proteínas; las proteínas sirven para otras cosas, que obviamente también se necesitan, porque son los macronutrientes: los carbohidratos, las proteínas y las grasas, las grasas buenas; otra cosa que tampoco consumimos en nuestra dieta tradicional: aceite de oliva, aceituna, palta, frutos secos.
Aprovechás el abanico de información que hay para encontrar lo que estás buscando.
En todo este tiempo investigué un montón. Internet te va brindando cada vez más, de una página surgen tres más, y así. Por ejemplo, encontrás a alguien que hace fitness y es vegano. ¿Cómo hace? Así llegué a un taller de alimentación, conocí a un fisicoculturista que es vegano y a un tipo que vende los frutos secos a un precio mucho más conveniente que en otros lados, gente de la comunidad. Lo bueno de esa comunidad es que todos se sienten bien, que sienten que hacen un bien, gente alegre, gente que se ayuda. Se dona el kéfir, que es bueno para la flora; te lo donan, no te lo venden. Es un mundo.
¿Y los compañeros y colegas se interesan, prueban?
Muchos se acercan a preguntar. Algunos toman la decisión y después la dejan, porque no es fácil: hay que cocinarse todos los días, hay que buscar ideas, hay que hacer los porotos el día antes. Fijate que el vegano no consume nada que sea de origen animal, ni huevos, ni lácteos, ni carnes. Un día con un amigo apostamos; no me acuerdo ni por qué jugamos, pero si yo perdía me tenía que comer un asado y si él perdía tenía que ser vegano por un mes, un tipo que si puede desayuna un asado. Al final gané; me tenía fe, por eso hice esa apuesta. Y él lo cumplió. Tenía un reflujo todo el tiempo, y se le fue a las dos semanas. Líber [Quiñones] bajó 11 kilos en un mes. Le dije que viniera para casa y nos juntamos a conversar. Le conté lo que yo entendía, le cociné algo y hablamos. Él estaba convencido; no sé si hasta ahora mantuvo la dieta vegana, pero sí sé que le hizo muy bien.
¿Cómo es ser vegano en el ambiente del fútbol?
En el ambiente macho del fútbol es de puto no comer carne. Vas a un asado y te dicen: “¿Cómo que no vas a comer carne?”, “Miren, un zaguero que no come carne”. Te tiran al piso en un partido y todos lo vinculan con que no comés carne, pero mirá que me tiraron 150 veces antes de ser vegano. “Tenés que ser un león”, te dicen. ¿Pero qué tenemos que ver con los leones? No tenemos nada que ver, y si no mirate los dientes. Con el caballo capaz que somos más parecidos ¿y qué come el caballo? Pasto. Yo no creo demasiado en ninguna religión, creo en la ciencia. Y no tenemos dientes para comer carne. Encima la tenemos que cocinar, porque no estamos preparados para comer carne, no tenemos los mismos intestinos que los perros.
¿No extrañás?
Cada comida no tiene por qué ser la comida de tu vida. Yo a veces llego y mezclo unos fideos integrales que quedaron de ayer, unas semillas, unos garbanzos, unas verduras, alguna salsa y chau, almorcé. La gente me pregunta si extraño, si no me dan ganas de comer un asado. Es como extrañar que alguien te pegue un voleo en el culo. No está bueno, no extrañás cosas que no están buenas. La cosa es sentirte bien, y yo me siento bien. Cumplí 35 años, me fui dando cuenta de que ya no me estaba dando. Además nunca fui un crack, tenía que hacer algo porque si no, no me alcanzaba. Entonces busqué la manera y encontré esta. Yo a la gente que hace deporte al menos le recomiendo que baje el consumo de carne lo más que pueda. No tengo dudas de que se va a sentir mucho mejor. Les paso los documentales. Yo no creo en Dios, por ejemplo; no lo vi. Si alguien me dice que cree, me parece bien, pero yo no creo porque no lo vi. Esto sí lo vi y lo siento.