Después del griterío en la boca del túnel, los futbolistas de Progreso desplegaron una bandera con la leyenda: “Son memoria, son presente. ¿Dónde están?” Hay partidos que Progreso viene ganando hace tiempo. En las baldosas de La Teja las sombras con el viento. Cuando levanto la vista el Teatro Progreso con los colores. Las columnas pintadas como pistas históricas. El Paladino es un libro viejo. El pastito al sol como un colchón donde las cosas pasan.

Las veteranas de atrás del arco no faltan ni con protocolo. La visita entendió que era por arriba. Pateadores exactos y la cabeza de Abreu como una estampita para pensar el partido como estratega, para llevar el pensamiento a la práctica en un córner más. En Progreso la estampita que volvió al once inicial fue Mathías Riquero, que en un rebote tras la insistencia del juego directo, convirtió el primero.

Cada quien escribió el poema que pudo sobre el cuadrilátero pasional. Pero no con desidia. Con cierta noción sobre el amor. Sobre la forma del poema. Progreso con dos nueves de porte y dos que caen por afuera cuando surgen proyectiles de los zagueros, al cajón fatídico en las espaldas de los half. Boston River, lo dicho: balones aéreos al futbolista técnico y dos cayendo como reboteros. Uno de ellos es Martinuccio, que con oficio empata el partido y con los dedos arma para el festejo el infame corazoncito. Como insistiendo en la cursilería que lo ha corrido de los textos modernos.

Como en un guion bien nuestro, hubo una motito ruidosa que pasó dos veces por tiempo alentando al Gaucho desde la calle. Los pibitos sacudiendo las gorras. Hubo, también, dos relatores sin cabina que terminaron moqueando, y un valor que por un agujero del estadio vociferó a favor y en contra de cada futbolista que pasó por su acotada vista entre el cemento.

Con el gol desde el banco de Facundo Rodríguez, Boston River se afirmó en la hoja. En la lengua como en la cancha siguió lo mismo: formas de escribir, de creer, de jugar. Progreso y Boston hicieron lo que pudieron con sus formas. Quedó lo escrito en el lienzo verde de la grama. Con un resto de testosterona casi lo liquida Wiston Rodríguez sobre el final y desde lejos. Progreso también lo quiso. Una llama inagotable el partido, como la que nos custodia desde la refinería. Boston River se llevó los tres versos de La Teja.

Detalles

Estadio: Parque Paladino.

Árbitros: Yimmi Álvarez, Javier Castro y Gino Cottini.

Progreso (1): Nicola Pérez; Federico Platero, Lucas Ferreira, Mauricio Loffreda, Esteban González; Gonzalo Jara (57’ Maicol Rodríguez), Mathías Riquero, Santiago Gaspari (57’ Nahuel Roldán), Joel Lew (71’ Fabricio Fernández); Alex Silva, Gustavo Alles.

Entrenador: Leonel Rocco.

Boston River (2): Gonzalo Falcón; Pedro Silva, Emiliano Álvarez, Guillermo Fratta, Leandro Lozano (60’ Pablo Álvarez); Marcelo Tapia (60’ Facundo Rodríguez), Wiston Fernández, José Alberti, Agustín Nadruz (60’ Robert Flores); Sebastián Abreu (90’ Carlos Valdez), Alejandro Martinuccio (71’ Nicolás Freitas).

Entrenador: Sebastián Abreu.

Goles: 13’ Mathías Riquero (P), 45’ Alejando Martinuccio (B), 72’ Facundo Rodríguez (B).