En el reciente encuentro de Garra con el director técnico de la selección nacional, como ya quedó dicho, hablamos de muchísimos temas. El de su relación con la lectura no podía quedar atrás. Naturalmente nos gustó mucho que Óscar Tabárez nos contara y valorara su lectura: “Leo mucho la diaria, donde por suerte encuentro noticias diferentes, que en otros sitios no”, dijo el Maestro.
También contó que su búsqueda permanente de conocimiento lo ha conducido al estudio de manuales de estilo periodístico: “Los periodistas me habían catalogado como difícil, como enemigo de lo que hacían. Quizás cuando era más joven me resultaba más difícil controlar las reacciones y, bueno, polemizaba. Pero una vez me puse a leer el manual de estilo de El País de Madrid [Libro de estilo de El País], y algunas cosas me sorprendieron. Por ejemplo, cuando sacan el bombo y la corneta con las primicias. El libro dice que en el mundo periodístico la primicia no existe. No se debería anunciar la primicia”.
Pero además, siguiendo con la lectura y su permanente búsqueda, contó de un tesoro hallado en la red de redes: “Estaba navegando y encontré una nota sobre el Athletic Bilbao. Hablaba sobre las jornadas de lectura del club, y empecé a indagar. El Aleti se vanagloria de que no es una institución que tenga como meta ganar torneos o ganar partidos, sino que es una institución que se preocupa porque todos los que viven su desarrollo histórico vivan una representación cabal del pueblo vasco y sus valores”, comentó Tabárez. Además, contó sobre las bibliotecas que tienen para los futbolistas de las divisionales juveniles, y que cada año el club hace una jornada a la que van escritores, periodistas, gente que ha escrito con el fútbol como motivo. Se llama “Letras y fútbol” y es parte de las actividades permanentes de la Fundación Athletic Club (Fundazioa, en euskera).
“En la lista están dos personas que he conocido no sólo por su obra sino personalmente: Eduardo Galeano y Eduardo Sacheri. A Sacheri lo conocí cuando estaba en Vélez Sarsfield por un libro de cuentos [seguramente se refiera a Esperándolo a Tito y otros cuentos], que me regaló él cuándo aún no era el autor reconocidísimo que es hoy. Él vivía en Castelar, y Vélez tenía muy cerca su centro deportivo”, comentó Tabárez. Y agregó: “Empecé a ver todos los libros que se habían presentado en esas jornadas y copié la lista. Le dije a mi hija Tania: ‘Tengo trabajo para vos’. Uno de los últimos que consiguió es el que estoy leyendo ahora: Una vida demasiado corta, sobre la vida y muerte de Robert Enke, el golero de la selección alemana. Me interesa el tema de la depresión por los jóvenes deportistas. Otro que leí fue un libro de Ferrán Soriano, actual director ejecutivo de Manchester City FC y ex del Barcelona. Se llama La pelota no entra por azar; es muy interesante, cuenta hasta cómo planificar una reunión con un jugador para arreglar su contrato. En un momento se pregunta: ‘¿Por qué razón algunos equipos permanecen en la elite ganando títulos y todo? ¿Cuál es la causa?’, y enseguida dice: ‘Porque tienen mucho dinero que les permite ver y comprar los mejores jugadores, traer los mejores entrenadores. Esos son los que van a ganar siempre’. ¡Y es verdad! Entonces digo: nosotros competimos en esa elite y a veces hemos ganado. Me reafirmó lo que pienso”, definió con certeza.
La lista confeccionada por el Maestro –y bien resuelta por Tania– sobre las obras presentadas en “Letras y fútbol” de Athletic Bilbao incluye Una historia de fútbol, de José Roberto Torero; La mano de Dios, de Philip Kerr (que contrariamente a lo que sospecharíamos todos, no es sobre Diego Maradona); Saber perder, de David Trueba; Una vida demasiado corta, de Ronald Reng; La pelota no entra por azar, de Ferrán Soriano; Fútbol contra el enemigo, de Simone Cooper; Quedará la ilusión, de Galder Reguera (responsable de actividades en la Fundazioa), y Carlos Marañón: la hora de despertarnos juntos, de Kirmen Uribe, además de los que ya estaban desde hace tiempo en su biblioteca, como El fútbol a sol y sombra, de Galeano; Esperándolo a Tito, de Sacheri, y Dios es redondo, de Juan Villoro.