No podés.

No merecíamos que nos hicieran esto. Cuando el año pasado la FIFA me invitó a votar como periodista, junto al Maestro Tabárez como seleccionador nacional, y Diego Godín como capitán, algunos me decían que debía ser porque había cubierto cinco mundiales. Yo contestaba que no, que yo he cubierto más de 30 mundiales, porque por debajo de la pata he participado en una cincuentena de campeonatos del interior, que para nosotros, para la mitad de los aficionados uruguayos al fútbol, son nuestros mundiales.

No había derecho a que nos expusieran así, en alpargatas, con la barriga desbordando por abajo de la camiseta, con el buzo de lana lleno de manchas de pintura, con el aserrín entre los rulos, con las medias con papas.

Por alguna razón, que otra vez debe haber sido la del pagaré a la televisión –que debe haber dado alguna millonada de pesos y otra centena de pelotas–, de la nada, sin gente y como si se tratara de un programa de televisión que se arma de un día para el otro sin escenografía, se reprogramó el módulo inicial de la Copa Nacional de Selecciones. Así nomás, después de un semestre de paralización total del fútbol para controlar la epidemia de coronavirus.

Los partidos de cuartos de final de la Copa Nacional de Selecciones habían quedado suspendidos desde el 14 de marzo, cuando la aparición de los primeros casos de covid-19. Si reviso la colección de Garra, veo que por esos días estábamos entusiasmadísimos con esos cruces entre los mejores de cada confederación para poder llegar al máximo título que los futbolistas del interior pueden aspirar mientras estén institucionalizados en la OFI.

Pero claro, no pudieron jugar. Nos metimos en nuestras casas a seguir la vida, y con los primeros aflojes, pasamos del teletrabajo a nuestras locaciones laborales. Los futbolistas del interior, también. La diferencia está en que no pasaron de entrenamientos por zoom a las prácticas bajo protocolo, sino que volvieron los que pudieron a sus trabajos en el súper, en la gestoría, en la oficina o en la estación de servicio, y no volvieron a jugar al fútbol, porque en sus ligas, las que defienden los colores de la gloriosa selección, no hay o no habrá actividad. Entonces, hace dos o tres semanas, van en la hondita, en la chiva o en el Fíat Uno, hasta la cancha apenas iluminada, y con camperas y canguros y alguna pelota gastada entrenan con la expectativa de jugar la final del Mundial. Pero no hay programas de deportistas de elite, no hay posibilidades de preparación de alto rendimiento, hay ganas, también caderas ensanchadas, abdómenes prominentes, lentitud por ausencia de automatismos entrenados, capacidades anaeróbicas no optimizadas, piernas lentas y movimientos de aficionados.

Así nos largaron a la cancha, sometiéndonos al escarnio público como segunda opción televisiva, casi en la clandestinidad, sin gente ni encuadre de la competencia. Así salimos a dar todo, poniendo en cuestión nuestros trabajos, nuestras habilidades, nuestras aptitudes para demostrar que podemos.

No nos podían haber hecho esto.

Toda una vida tapando agujeros

El sábado, con cuantiosas bajas, se empezaron a jugar los partidos de ida de los cuartos de final de la Copa Nacional de Selecciones. En Estación Atlántida, en la cancha de Progreso, Canelones del Este venció 2–1 como local –y de atrás– a Paysandú. Habían empezado ganando los terceros del Litoral con gol de Brian Sabaño, pero los campeones del Este lo dieron vuelta con un autogol de Nicolás Duarte y un tanto de penal de Henry Costa.

También el sábado pero en la tarde noche, en el Mario Sobrero, Rocha (vice del Este) y Rio Negro (vice del Litoral) empataron 2–2 . Los locales empezaron ganando de entrada con gol de Cristofer Santos, lo empató el goleador Luis Villalba al final de la primera parte, Nicolás Muller puso el 2–1 para la visita, y Martín Larrosa, de penal, el 2–2 definitivo.

El domingo hubo otro par de partidos: en el Salesiano de Melo, bajo diluvio y con una cancha intransitable, Cerro Largo (tercero del Este) derrotó 1-0 a San José (campeón del Sur) con gol del experimentado Rino Lucas.

A la noche, en el Eduardo Martínez Monegal de Canelones, se dio el único triunfo visitante, ya que Salto, el campeón del Litoral, derrotó a Canelones segundo en el Sur, por 2–0. Los salteños, que apenas pudieron viajar con 15 jugadores, ganaron con goles de Matías Bertín y Luis Leguizamo.

Las revanchas se jugarán el próximo fin de semana, y también serán espectáculos meramente televisivos en competencia con el Campeonato Uruguayo. En el Casto Martínez Laguarda de San José, a las 15.00 del sábado, San José recibirá a Cerro Largo; en el Dickinson salteño, desde las 22.15, Salto se las verá con Canelones; el domingo, en el estadio Artigas de Paysandú, los locales enfrentan a Canelones del Este; mientras que a las 20.15 en el Liebig’s de Fray Bentos, Río Negro será local frente a Rocha.

También en juveniles

A las corridas también, pero más rápido y con la agilidad espontánea y no entrenada se jugaron los partidos de ida de los cuartos de final de juveniles. Todos se jugaron el sábado. Como Salto, Paysandú y San José son los únicos que están en ambas categorías ningún partido se repite en el campeonato sub 17. En Maldonado, en el Domingo Burgueño Miguel, Maldonado y Paysandú empataron 1–1, en el Alberto Supicci de Colonia, Salto derrotó como visitante por 3–0 a Colonia (los puntos se reclamarán por supuesta inhabilitación de un jugador salteño), en el Centro Empleados de Comercio de Treinta y Tres, los locales golearon por 5–1 a Dolores, mientras que en el Juan Antonio Lavalleja de Minas, San José propinó una goleada histórica a los locales por 6–0 con 5 anotaciones de Enzo Cabrera.