En Malvín Norte, dentro de las viviendas del Covisunca que se ubican en la calle Zum Felde, funciona una escuelita de básquetbol solidaria.
Un grupo de amigos del barrio, que además de tener un equipo de básquetbol amateur desde hace tres años colaboraban con ollas populares desde que se desató la crisis por la pandemia de covid-19, tuvieron la idea de crear una actividad que aportara a nivel social. Al ver que los niños y adolescentes contaban con menos actividades presenciales y contaban con mucho tiempo libre que no era utilizado para practicar deportes –más bien todo lo contrario: aprovechaban para jugar con dispositivos electrónicos–, decidieron aportar desde el básquetbol.
Surgió la idea de crear una escuelita para el barrio y así aprovechar una cancha de la cooperativa Covisunca que no se usaba mucho y estaba vacía durante la mayor parte del día.
Reunieron a cuatro allegados que, si bien no son profesores, tienen idea de la disciplina tras años de práctica, y el 31 de octubre del año pasado comenzaron.
Se tomaron un mes previo al inicio para convocar a interesados y la concurrencia superó las expectativas. “Fueron muchos gurises más de los que esperábamos”, cuenta Rodrigo Morele, uno de los fundadores del proyecto.
Dividieron el grupo en dos categorías por edades y con el apoyo de la comisión fomento de la cooperativa, que les donó los conos, pelotas, aros y otros insumos, pudieron comenzar las clases.
Luego se hicieron de más pelotas y materiales gracias al apoyo de personas vinculadas al deporte, además de donaciones de vecinos del barrio, ya que es una actividad libre y gratuita, y quienes la brindan lo hacen de forma honoraria. Lograron recibir visitas de figuras del deporte como el exjugador estadounidense Cliff Morgan, quien ha trabajado como asistente técnico en la NBA, y crearon otras instancias para “salir de lo cotidiano y que los niños aprendan algo que les va a servir para la vida, y además, si a alguno le interesa seguir jugando, queremos fomentar eso”, explicó Morele.
Actualmente son 35 los participantes que entrenan de 15.00 a 16.00, en la franja de cinco a diez años, y de 16.00 a 17.00, los de 11 a 17 años. La actividad es abierta a todo público y gratuita.
“Comenzó como un lugar de escape durante la pandemia y continúa creciendo día a día porque el barrio no ofrece nada en otro sentido. Aquí logran generar lazos entre ellos y se llevan conocimientos. Se formó un lindo grupo de amigos que comparten después de terminada la jornada y dejaron de ser extraños”, finalizó Morele.