Con un gol y una asistencia de Enzo Larrosa, que transformó en gol Alan Rodríguez, Boston River derrotó a Plaza Colonia, que quedó estancado en el segundo lugar de la Tabla Anual, donde fue alcanzado por Nacional. El Boston, después de la victoria dominguera de Progreso, estaba obligado a una victoria para no quedar casi condenado al descenso, y la consiguió de muy buena manera.
Cuando calienta el sol
Un lunes de tarde, con un sol que raja las piedras, con un calor que haría pasar vergüenza a un primero de enero en el trópico, se juega un partido que, como todos, es decisivo para los contendientes. Uno lo juega por tratar de poner un escalón más en su escalera al cielo, el otro para evitar una lectura in situ desde el limbo de la Divina Comedia.
Por eso jugaron acá, allá en la ciudad de Las Piedras, que no es ajena a la batalla inicial de José Artigas, pero sí a Boston River, esa sociedad anónima deportiva que rescató un viejo título del fútbol barrial montevideano y logró ponerlo en competencia de élite. También es ajena para Plaza, el pata blanca convertido en SAD que nunca dejó de ser el viejo cuadro surgido en la Plaza de Deportes de Colonia.
Ahí están, y a pesar de los pesares, a pesar de una sensación térmica que debe de haber rondado los 40 grados en el maltrecho césped pedrense encajonado en el cemento de la pared del shopping y las tribunas, los desiguales contendientes, mirando por lo que jugaban, lograron sacar un partido interesante.
Hay que ver cuánto pesa la tensión de, en cada partido, estar jugando con la posibilidad del descenso sobre los hombros, pero pesa enormemente aun en un club que no registra en las tribunas indicios de que haya un barrio, un grupo importante de gente atrás respaldando o empujando.
Aun así, sus futbolistas, su cuerpo técnico, ensayan una línea de juego que, si bien tiene en algún momento señas de desesperación, no se asemeja a la media de los cuadros que andan a los trancazos con la parca del descenso.
El discurso común y estándar, establecido ya como una opinión precongelada que con unos segundos de microondas queda pronta, dirá típico juego de descenso, o los nervios de la necesidad. Otra visión, la nuestra, saludará el momento y la fuerza de comunicación de Ignacio Ithurralde y Fabián Yantorno, para que su equipo desafíe el descenso intentando jugar lo mejor que puede.
Enfrente estaba Plaza, con su bonita ambigüedad de tratar de dar el golpe pero, al mismo tiempo, tener una semifinal guardada abajo del colchón que lo puede colocar seguro en la final del Uruguayo, además de en la fase de grupos de la Libertadores, campeonato al que ya se clasificó días atrás al asegurarse por primera vez que jugará mínimo en su primera fase.
Ambos intentaron, sin derretirse, establecer un juego adecuado como para sacar ventajas. Plaza se plantó mejor al principio con la velocidad y capacidad de engaño de Nicolás Dibble, pero la defensa de Boston River, y fundamentalmente el buen golero Gonzalo Falcón, anularon las posibilidades colonienses.
Boston River siguió con su intento de forjar buen fútbol y llegar en combinaciones. No lo podía concretar.
A los 38 el calor había aplacado las combinaciones en el juego, pero Enzo Larrosa, que recién había entrado en el partido sustituyendo al lesionado Facundo Rodríguez, género de un pelotazo un acolchado pase gol de pecho para que el juvenil Alan Rodríguez, entrando de frente, definiera de la mejor forma aquel gol inicial que ponía en ventaja a Boston River.
Lluvia con sol
La segunda parte nos tenía novedades en cuanto a lo climático -viento, lluvia y sol-, pero fundamentalmente en el juego, sobre todo cuando después de unos cuantos intentos infructuosos de ataque de Plaza, llegó una jugada que lo arrimó coyunturalmente a un empate que no consiguió, pero además modificó las condiciones de futuro del juego, porque Boston River quedaría con diez futbolistas. Carlos Valdez quiso dar un paso de elefante al salir jugando, pero Renzo López se la robó y Nicolás Dibble corrió al gol del empate. Gastón Álvarez intentó pararlo por las buenas, y cuando vio que no podía le hizo una falta afuera del área que representó su roja directa. En ese mismo momento se desató una ventolera sobre el arco de Falcón. Literal y metafórica, porque en concordancia con el viento fuerte en toda la zona, Plaza arreció contra el arco del Boston. Y aguantó Falcón, muy bien.
Al rato, cuando Eduardo Espinel y sus futbolistas le buscaban todas las vueltas posibles al juego para emparejar el resultado, una segunda amarilla del melense Nicolás Olivera dejó el juego diez contra diez, y un poco menos complejo para los locales que son visita.
A pesar del machaque de Plaza, todo se liquidó cuando, en una gran jugada por la izquierda, Enzo Larrosa, casi en el área chica, puso el 2-0 para seguir respirando.