Durante décadas, maestras y maestros sentenciaban en nuestros carnés escolares con José Pedro Varela: “Puede y debe rendir más”. El “debe”, para mi gusto, era una exagerada pretensión, una exigencia desmedida. El “puede”, valorando las posibilidades de quien está siendo evaluado, se ajusta a una expectativa seria.

Venezuela y Uruguay empataron 0-0 en Caracas en un juego lento, sin sorpresa ni eficaces acciones defensivas que hayan evitado los goles rivales más que dos atajadones en el segundo tiempo, una de Fernando Muslera ante un cabezazo de Rosales, y otra de Joel Graterol en el único trepidante contragolpe de Uruguay, cuando Matías Viña llegó solo ante el arquero venezolano. Después, nada más, y es poco, muy poco, para un partido en el que los dos tenían depositadas expectativas de sumar de a tres puntos.

Josef Martínez, de Venezuela, y José María Giménez, de Uruguay, en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.

Josef Martínez, de Venezuela, y José María Giménez, de Uruguay, en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.

Foto: Matías Delacroix, pool, AFP

Chauchas y palitos

“Ta chauchón esto”, dice mi viejo, que es mayor que el maestro y que como varias generaciones siente, tal vez hasta piensa, que era el partido para pegar el salto y despegar.

Las subjetividades y los determinismos construidos por antecedentes a veces nos llevan a apresuradas o infundadas proyecciones, conclusiones antes de que nada concluya.

Venezuela, no porque haya tenido un tardío desarrollo de su fútbol y un rezago importante en el fútbol sudamericano e internacional –es el único país de la CSF que no ha llegado a un Mundial absoluto- es por definición un rival fácil o accesible. Ni siquiera cuando va último en cinco fechas, o con ausencias, como todas las selecciones. Obviamente que, como si fuese un juego de cartas con poderes valuados en unidades, Uruguay estaba en superioridad en cuanto a su colectivo, a jerarquía técnica, a antecedentes, pero los partidos son partidos y se juegan en 90 o 100 minutos, con los futbolistas que están ese día y con sus capacidades activadas o neutralizadas según las circunstancias de ese día, de esa hora y media.

Pero además es determinante el ensamble colectivo, el funcionamiento, y las individualidades. Uruguay empezó buscando en campo contrario con pelota al pie y procurando combinaciones por afuera. Así fue que por la derecha, en combinación de aurinegros entre Giovanni González y Facundo Torres –de lateralidad izquierda pero jugando por la derecha para disparase en diagonal-, se empezaron a generar situaciones próximas al área venezolana. Generó expectativas, pero no pudo prosperar, y el juego por ese lado se fue diluyendo, mientras que por la izquierda casi ni se jugó -por la lateralidad derecha de Martín Cáceres y Jonathan Rodríguez o simplemente porque no jugaron nunca para ese lado-.

Hasta el cuarto de hora Uruguay jugó mayoritariamente en campo contrario e hizo, además, presión sobre la salida. A los 17 cambió un poquito la veleta del partido por un gol venezolano de Martínez, que finalmente no subió al marcador por mano del delantero centro. Ya no quedamos en desventaja en el tanteador, ni en el juego, pero el equipo celeste se acható y perdió, en los 80 minutos siguientes, creatividad, sorpresa y desequilibrio; hasta que entró -avanzado el segundo tiempo- Nicolás de la Cruz, no hubo ni pizca de eso en los de camiseta celeste.

Luis Suárez, de Uruguay, y Junior Moreno, de Venezuela, durante el partido por las clasificatorias a Catar 2022, en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.

Luis Suárez, de Uruguay, y Junior Moreno, de Venezuela, durante el partido por las clasificatorias a Catar 2022, en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.

Foto: Matías Delacroix, pool, AFP

Poco

Más allá de las capacidades de neutralización de los venezolanos, muy concentrados en eso en relación a Luis Suárez y compañía, no tuvo el elenco de Óscar Washington Tabárez movimientos ofensivos que generaran oportunidades, espacios, posibilidades, y ello, tanto como los 2 puntos dejados en Venezuela, son una preocupación a corto y mediano plazo.

Los cambios de futbolistas y de estructura táctica del segundo tiempo sólo se activaron cuando entró De la Cruz, vivaz, rápido y socio de Suárez, para buscar armar una. Fue de Nico la jugada del contragolpe en la que Gratarol le sacó con la cara el gol a Viña, e increíblemente fue también de De la Cruz en la penúltima del partido la oportunidad de haber mandado la pelota al arco para tratar de sumar de a tres.

La preocupación mayor no debería ser el empate, los dos empates en cinco días, ni el momento futbolístico de quienes están o la ausencia de los que no pudieron estar. La preocupación mayor, cuando aún queda por jugarse la inmensidad de 39 puntos, es volver a encontrar o construir un funcionamiento colectivo que permita el brillo propio o el de las individualidades. Ojalá que eso pueda suceder en la inmediata secuencia de partidos en la Copa América.

Detalles

Clasificatoria Sudamericana para Catar 2022
Estadio: Olímpico de Caracas
Árbitros: Anderson Daronco, Rodrigo Correa y Bruno Boschilia. 4º árbitro: Flávio de Souza. Árbitro de VAR: Rafael Traci. Asistente de VAR: Braulio Machado (equipo arbitral de Brasil)

Venezuela (0): Joel Graterol; Nahuel Ferraresi, Jhon Chancellor, Mikel Villanueva, Roberto Rosales (83’ Luis del Pino); Alexander Gonzalez (83’ Rolf Feltscher), Tomás Rincón, Junior Moreno, Jefferson Savarino (83’ Richard Téliz); Rómulo Otero (74’ Cristian Cásseres), Josef Martínez (78’ Jhonder Cádiz). Entrenador: José Vitor dos Santos Peseiro

Uruguay (0):Fernando Muslera, Giovanni González, José María Giménez, Diego Godín, Martín Cáceres; Matías Vecino (46’ Nahitan Nández), Lucas Torreira (88’ Fernando Gorriarán), Federico Valverde, Facundo Torres (68’ Nicolás de la Cruz), Jonathan Rodríguez (46’ Matías Viña), Luis Suárez. Entrenador: Óscar Washington Tabárez.

Goles: No hubo.