Natación | Dos debutantes olímpicos celestes: el perseverante y la joven promesa, Enzo Martínez y Nicole Frank

Una piscina olímpica suena así. Gritos cuando la voz del centro acuático anuncia a los participantes. Ruido de cachetazos cuando los nadadores comienzan a despertar los músculos de brazos y piernas. Luego vendrá una serie de silbatos para anunciar a los competidores que deben posicionarse. Es ahí que aparece el famoso “en sus marcas” y, a continuación, silencio. Un silencio como si no hubiera nadie en las tribunas, el último momento de respiración fuera del agua para los nadadores.

Un “pip” electrónico da comienzo a la prueba y se rompe la calma. En las tribunas, gritos constantes para dar aliento, que irán creciendo a medida que la prueba se acerca al final. En la piscina, los nadadores golpean con fuerza el agua para avanzar lo más rápido posible. Todo culmina en un descontrol de rugidos, espuma y brazos tocando la pared. Una piscina olímpica sonaba así, pero en Tokio no habrá público. De todas maneras, la natación en los Juegos Olímpicos es uno de los mejores lugares para la épica deportiva.

Algunos datos enciclopédicos que nunca vienen mal: Las piletas olímpicas tienen 50 metros de largo y entre 21 y 25 metros de ancho. Se dividen en diez carriles y se compite en ocho de ellos, dejando libres los dos de los extremos. El agua debe estar a una temperatura de entre 25 y 28ºC, se estila que ronde los 26°. Los cubos de los que se lanzan los atletas tienen levantada la parte trasera, donde se apoya el pie más retrasado del nadador, para beneficiar el impulso de salida.

Las partidas se realizan desde el cubo salvo en la modalidad espalda, en la que los nadadores parten desde la piscina. Los andariveles tienen anillos de diferentes colores, rojos en los últimos cinco metros, luego amarillos o azules, salvo por un par de anillos rojos a los 15 metros, que marcan el máximo de distancia en que un atleta puede hacer nado por debajo del agua, tanto cuando sale como cuando gira. En las pruebas de espalda, los metros finales están marcados por banderines, ya que el nadador va mirando hacia arriba. Se considera que el atleta llegó cuando toca la pared de la piscina con alguna parte del cuerpo, salvo en estilo pecho, que la regla exige hacerlo con ambas manos.

La natación es el segundo deporte que más medallas entrega luego del atletismo. En Tokio se sumarán tres pruebas que no eran olímpicas: 800 m libres masculinos, 1.500 m libres femeninos y relevo de 4x100 m estilos. Esta última prueba tendrá el debut de los equipos mixtos, dos hombres y dos mujeres, tal como se venía compitiendo en los mundiales, pero nunca en una cita olímpica.

Tokio inaugurará la era olímpica post Phelps, el atleta con la mayor cantidad de oros olímpicos (23) y el único en la historia en ganar ocho oros en un mismo juego (Beijing 2008). Pero Phelps ya lo dijo: alguien puede alcanzar ese récord y ese alguien se llama Caeleb Dressler. Ya ganó ocho medallas en el último mundial, seis de ellas de oro. Entre las mujeres, Katie Ladecky buscará dominar todas las pruebas de estilo libre, y podríamos asistir a los últimos juegos de Katinka Hosszú (32 años), la húngara que ha sido campeona del mundo desde 2009 hasta ahora en los 400 estilos, y en los 200 estilos desde 2011.

Sistema de disputa

Primero se realiza una etapa eliminatoria, luego avanzan a semifinales los 16 mejores tiempos y, por último, tiene lugar una final con los ocho mejores.

Historial uruguayo

El último nadador uruguayo en 50 metros libres fue Francisco Picasso en Beijing 2008. Su marca fue de 23.01 y culminó en el puesto 50 de 97 nadadores. Nicolás Mafio en 2004 quedó en el puesto 50, y Paul Kutscher en 2000, en el 48.

Antecedentes de nadadoras en 200 combinados: 1972 Felicia Ospitaleche 39°, 1968 Felicia Ospitaleche 33° y Ruth Apt 32°. En 1984 Rosa María Silva estaba anotada en la prueba pero no tomó la partida.

Enzo Martínez

Su primer recuerdo olímpico es de Atenas 2004. Ya empezaba a integrar planteles de natación en el Campus de Maldonado, y allí nadaba también Nicolás Mafio, referente de los más chicos. Es lo primero que recuerda: ver nadar en una edición de los Juegos Olímpicos a alguien de su propio club.

Vive en Estados Unidos desde los 18 años. Martínez cuenta: “Entrenar en Estados Unidos tiene algunas ventajas: sé que tengo una piscina todos los días. Además, estás continuamente compitiendo, en competencias y en entrenamientos, porque siempre hay uno mejor que vos que te hace fuerza para entrenar. Eso es una gran ventaja: en Uruguay estaría entrenando solo”.

Comenzó a pensar en Tokio en cuanto quedó eliminado de Río 2016. Define la posibilidad de estar en unos Juegos como “honor y orgullo”. Reflexiona: “Son los mejores del planeta los que van a estar ahí, y me siento un privilegiado de ser uno de esos. Y compartir, además, con colegas y amigos que me dio este deporte”.

Nicole Frank

Su inspiración viene de familia. Su abuela paterna fue campeona nacional de Alemania y campeona europea. Esos títulos la habían clasificado para los Juegos Olímpicos de 1940, que fueron suspendidos por la Segunda Guerra Mundial. La abuela materna también apoya en el día a día y siempre está al tanto de las andanzas de la pequeña nieta. Pequeña porque Nicole tiene 17 años y empezó a ver a Tokio como un objetivo luego de la buena experiencia mundialista en 2019.

Los días previos a los Juegos los pasó en un campamento de entrenamiento en Orlando. Contó que está muy enfocada, preparada para lo que se viene y que se siente muy bien en el agua. Además, va convencida de hacer un buen papel en la piscina, pero también quiere “disfrutar el entorno: son cosas que hay que valorar porque no pasan todos los días. Crecer como deportista y vivirlo por todas las personas que siempre me apoyan”.