En la antepenúltima fecha del Clausura, Deportivo Maldonado venció 1-0 a Fénix, llegó al tope de la tabla igualando a River Plate -que juega el jueves ante Liverpool-, y se reafirma como candidato a ocupar uno de los cuatro cupos de Uruguay en la Libertadores 2023. El gol lo hizo Marcos Camarda en el primer tiempo, mientras que en la segunda parte, que fue explosiva y con mucha acción, Guillermo Reyes hizo grandes atajadas, pero quedará en el recuerdo la última del partido: le atajó un penal a Gonzalo Vega.

La relatividad de los acontecimientos de la vida hará que este partido se haga inolvidable para Deportivo Maldonado, su gente, y nosotros los aficionados comunes y sensibles, mientras que para Fénix será un partido más que quedará rápidamente en el olvido.

Aunque aún no signifique nada, por más que por lo menos por unas horas está líder del Clausura y en la Libertadores, nadie del Deportivo olvidará ese martes en Montevideo en el Capurro, en donde consiguió esos tres puntos aferrándose con lo que pudo -y como pudo- a la victoria frente a un Fénix que persiguió la honra deportiva de jugar y meter aunque estuviera lejos.

Pecho cruzado

Te juro que el VAR la aburrió. ¡Semejante golazo merecía estar degradándose con la fatua incertidumbre de si el día de la fundación del Deportivo Maldonado, o el que se inventó el grito de El Fénix no baja, había uno que volvía del almacén y capaz que estaba adelantado? Iban 40 minutos, había pasado la lluvia, el sol, la lluvia con sol, autos y camiones; había entrado Maximiliano Cantera en medio del partido y lo había cambiado. La visita atacaba un poco más de lo poco que lo había podido hacer en la media hora larga inicial, cuando un pelotazo cruzado fue tuneado, intervenido artísticamente por un control, pase y pose de Eduardo Darias, que ¡tuc! se la puso de frente a Camarda, que venía llegando a la medialuna y la apretó fuerte y seca. La guinda salió haciendo sapitos y a los saltos, la pelota se anidó en las redes.

Ese gol, en suspenso durante un rato, fue un golazo, pero además fue el determinante de la victoria de Deportivo Maldonado, que se fue a los vestuarios inflado de una gloria chiquita y de pueblo como la del viejo sueño de llegar a la copa.

Un equipo que impensadamente peleo el Apertura hasta el final, un equipo que ya con la verosimilitud de proyectar aquella épica campaña, se podía esperar que también peleara el Clausura como lo está peleando al momento, que se levantó con el diario del miércoles mirando de arriba a todo el mundo.

El segundo tiempo estuvo movidísimo, buenísimo, con situaciones de gol de un lado y para el otro, con salvadas increíbles, con el VAR anulando un gol, con los goleros atajando pelotas increíbles y un cierre tan valioso como un gol de Joaquín Varela, cuando Vega ya había dejado atrás a Reyes y se venía el empate de Fénix.

El Depor, que con las cicatrices de otros golpes ya sabe o intenta resistir de otra manera el final de los partidos y del campeonato, se mantuvo en defensa metiendo y metiendo, como lo hacía Fénix que no paró de buscar el gol. Lo pudo haber encontrado, también los fernandinos pudieron haber hecho el segundo, pero nada, hasta que al final un penal de esos que da vergüenza y tristeza cobrarlos, porque fue una mano cayéndose y sin la menor intención, fue cobrado por la prueba del VAR, parecía arruinaría la tarde rojiverde, pero era día de Reyes, y Guillermo, como cualquier niño uruguayo, se quedó feliz y alegre con la pelota.