Peñarol ganó. A secas. Acaso si nada le importa más en la situación en la que está. El poco vistoso 2-0 sobre Wanderers fue gracias a un tempranero gol del zaguero Yonatthan Rak y al de Ignacio Laquintana en las postrimerías del partido. Las tablas lo tienen lejos de todo, su mejor versión no la encuentra entre el naufragio de algunas individualidades y el poco juego colectivo. Pero ganó, y aunque a secas, ganando se trabaja más tranquilo.

1. Así el juego

Apenas se armaba el partido cuando cayó el gol. No se había visto mucho cuando la pelota se fue al córner. Lo pateó Kevin Méndez, que por algo tiene buen pie. Rak tuvo su mérito: ganar la posición, contornearse en el aire para poder impactar la pelota, pero también hubo desmérito de la defensa bohemia, porque si te cabecean en el corazón del área hubo error defensivo.

Después el partido fue un olvido, parecido a esas letras de tango que duelen. Quedó demostrado por qué el nivel de ambos no es el mejor: juego desordenado, trancado, sin claridad a la hora de la creación, con contragolpes mal decididos, con pelotas detenidas pateadas como la letra del tango triste.

Wanderers poco puede rescatar de un partido en donde no le salió nada y donde no pateó al arco. Si algo debe rescatar del partido es aprender de los errores para no repetirse.

De Peñarol lo bueno es que encontró cierta solidez defensiva. Supo, el equipo de Leonardo Ramos, controlar el segundo tiempo, con buen laburo de la línea defensiva, donde se destacó (una vez más) Rodrigo Saravia, el más joven de todos, que apenas acumula un puñado de partidos en Primera, pero juega con la solidez de los que ya están afiatados desde hace tiempo.

En eso del mal partido, el premio fue quedarse hasta el final. Nicolás Rossi y Laquintana estuvieron poco tiempo en cancha, pero demostraron que, por ahí, conviene ponerlos más. Rossi jugó poco más de 20 minutos e hizo dos o tres jugadas de peligro. En la cuarta, su centro pasado fue bien conectado por Laquintana, que la empalmó bien y le bajó el telón al partido.

2. El rescate

Quedan 12 puntos por jugarse. La mitad de esas unidades, o sea seis, son las que tiene que descontar Peñarol para alcanzar a Nacional y pasar a River Plate, Deportivo Maldonado, Defensor Sporting y Danubio. Es larga la cola y es grande la historia del carbonero como para sacarlo de competencia. Es, también, difícil parada.

En los premios menores, es decir, meterse a copas internacionales, Peñarol y Wanderers viven distintas realidades. El bohemio, que no generó ni una chance de gol ante el carbonero, lentamente se va alejando de esa posibilidad. El mal Clausura terminó siendo el lastre de una campaña que había empezado bien.

Peñarol, en cambio, ahora duerme tranquilo en puestos de clasificación a Copa Libertadores. No es poca cosa. Deberá, sí, ser más consistente, porque la Tabla Anual está apretada entre el tercero y el octavo.

3. ¿Y la Copa?

Mientras busca levantar la historia en el Clausura, Peñarol tiene fútbol entre semana: juega los cuartos de final de la Copa AUF Uruguay. Por más novel que sea, no parece un trofeo para despreciar. Es más, es el único en donde Peñarol depende de sí mismo para lograrlo.

La doble actividad ha complicado al equipo de Leo Ramos desde el punto de vista físico. Es corto el plantel aurinegro producto de varias lesiones que obligan cambios. Entre tanto, el miércoles debe visitar a Plaza Colonia, lo que es un decir porque el partido se jugará en el Estadio Artigas de Paysandú.

¿Y la Copa? Hay que ganarla.