En la inmensidad, literal y metafórica del estadio Centenario, casi una treintena de deportistas de Central de San José festejaban de espaldas a la magnificencia de la Torre de los Homenajes, pero de frente a su gente, unos cuantos cientos de josefinos que fueron al primer partido y torneo oficial en el monumento histórico al fútbol para ver la disputa de la segunda edición de la Supercopa de Campeones AUF-OFI entre Tacuarembó FC, campeón de la Primera División Amateur de AUF, y Central, campeón vigente de la Copa Nacional de Clubes A de la Organización del Fútbol del Interior.
Por defecto, por años y años de una forma de ser y de actuar, el fútbol institucionalizado del Uruguay, el de la enorme historia y gloria en el mundo, el de la AUF, tiene los mismos tics y defectos del etnocentrismo capitalino, y entonces este partido entre “canarios” quedó perdido en el mundo informativo, y sólo hacen foco en él, reflejo real de la importancia y del interés del evento, los aficionados y los medios comarcales de San José y Tacuarembó. Todo el resto del país, de la ciudad estado, y sus intereses subsidiarios, no parecieron conmoverse con el acontecimiento.
El partido lo ganó Central con un gol a diez minutos del final del Tanque Agustín Bombi, y entonces el decano maragato sumó un nuevo trofeo para engalanar sus vitrinas.
Zapatero a tus zapatos
No es un ladrillo más en la escalera de los sueños, es definitivamente la confirmación en los hechos de la imponencia de un momento, de una década de un club, que desde cada inicio, desde cada práctica en la semana a la noche después del laburo, del estudio, o de la esquina, desde antes de llegar a los vestuarios del Centenario o de la cancha con alambrado de cinco hilos donde le toque jugar, ha construido su jerarquía e imponencia a través del esfuerzo, el juego y el amor, eterno o circunstancial, por la camiseta.
Es realmente imponente lo que ha logrado Central de San José con una generación de futbolistas que, con su idoneidad y compromiso, han logrado título tras título, además de preparar a los jóvenes para que se integran a este peculiar grupo liderado por Juan Cabrera, su director técnico, y Nicolás Rebollo, su gran capitán, el que no para de levantar copas, el que antes de ser campeón de la Supercopa se había hecho campeón de la solidaridad con sus colegas y ocasionales rivales.
Porque a los jugadores de Tacuarembó les habían robado sus zapatos de fútbol, y el capitán les escribió a través de redes sociales, comentando que se había enterado, y ofreció pares de botines -nuevos y usados, pero todos en excelentes condiciones-, extendiendo el planteo para que sus compañeros ayudaran con más zapatos. Rebollo les hablaba a sus rivales de unas horas después.
La cuestión es que el partido, perdido para unos cuantos, pero en foco de quienes valoran en términos reales la importancia de la competencia, lo terminó ganando Central, que supo sufrir el partido –como tantas veces– y estuvo pronto para dar el golpe.
Iban 85’ cuando, como tantas veces este año, el floridense Diego Torres, jugando como segunda punta, metió un increíble pase filtrado para Bombi, que mezcló su enorme potencia con su capacidad de engaño, y con el carromato embalado contra el arco de la Colombes dejó pasar al zaguero, dejó sentado al golero, y la empujó al fondo de las piolas.
Tacuarembó había sido dominador de las acciones en campo contrario, pero mucha gente no fue capaz de preguntarse si no sería funcional al estilo de juego de Central, que con una defensa dura e imperturbable, con un golero que da enorme solvencia como Fabio García, con Rebollo tan solidario como inconmovible en la última línea, con Eduardo Chumbo Hernández y su precisa y justa pegada, más la dupla Bombi-Torres, esperaba las que le fueran a quedar para contragolpear y vencer.
En una década Central ganó seis finales del interior y levantó la orejona cinco veces, el más campeón. Ahora jugó dos Supercopas y ganó una. Algunos decían que estaban viejos, que no dan más, que hay algunos que no levantan las piernas, que ya no son los mismos, que ya no pueden ser lo que fueron, pero aquí están otra vez: campeones.
Un club, un equipo, una marca en el tiempo del fútbol.