“El partido entre Estados Unidos e Irán, espero que sea otro paso en el entrelazamiento de nuestras naciones.... y lograr un mejor entendimiento de nuestros ciudadanos sobre ambas civilizaciones”. Eso fue dicho por el presidente Bill Clinton en un mensaje grabado tres días antes de que ambos países se enfrentaran por primera vez en una Copa del Mundo de fútbol en Francia 1998.

El ambiente en aquel verano de 1998 estaba tenso, la delegación estadounidense contaba con una seguridad reforzada y la FIFA le había pedido a ambas partes no politizar el encuentro. Mehrdad Masoudi era media officer de FIFA en aquella copa del mundo y recuerda que había muchos rumores de “que el equipo de Estados Unidos era el objetivo de ciertos grupos radicales. También que un grupo antigubernamental iraní quería aprovechar la oportunidad para manifestarse”.

Steve Sampson era el DT de Estados Unidos y en una nota de The Guardian recuerda: “Deporte y política están completamente entrelazados. El hecho de que hubiera ciudadanos americanos cautivos por el gobierno iraní durante un período extenso de tiempo… Soy lo bastante viejo como para haberlo vivido y entenderlo”. Sampson hace referencia a la conocida como “crisis de los rehenes” en Teherán, en la que 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses fueron tomados como rehenes por más de un año, hecho que fue retratado en la película Argo. Era noviembre de 1979 y la revolución iraní, con el ayatolá Jomeini, triunfaba derrocando al régimen del sha Pahlevi, que era apoyado por Estados Unidos.

Comenzaron a cambiar las reglas en Irán, se transformó en una república islámica con un líder supremo al frente y las relaciones internacionales dieron un vuelco. Una de las cuestiones que hizo acrecentar el descontento de la población iraní con el sha fue el reconocimiento de Israel. Jomeini culpaba de eso a Estados Unidos, así que con una prédica antiestadounidense llegó al poder.

Mientras todavía estaban cautivos los ciudadanos estadounidenses estalló la guerra entre Irán e Irak en 1980. Estados Unidos apoyó a Irak, la guerra se extendió ocho años y fue desastrosa para ambos países. Sólo en Irán calculan entre 500.000 y un millón de muertos. Diez años después del final de la guerra, de eso se acordaba el delantero iraní Khodadad Azizi en el Mundial: “Muchos familiares de nuestros mártires esperan que ganemos. Ganaremos en su honor”.

Entre la revolución y la guerra muchos iraníes no tuvieron más opción que emigrar. Uno de esos tantos era Jalal Talebi, quien había sido futbolista profesional y se retiró joven por una lesión. Era entrenador en Irán cuando estalló la revolución y el fútbol pasó a ser visto como algo demasiado occidental como para apoyarlo. Talebi terminó en Palo Alto, California, regentando un restaurante junto a su familia y despuntando el vicio de entrenar en equipos amateurs de la zona. Previo al Mundial de 1998 la federación iraní de fútbol lo había contratado como asistente técnico de la selección. Irán había llegado a la Copa del Mundo habiéndole ganado a Australia un repechaje. El DT que los dirigió, Valdeir Vieira, fue despedido luego de eso. Se contrató a Tomislav Ivic, pero fue despedido un mes antes del Mundial, y Talebi, que regenteaba un restaurante en California, pasó a ser el entrenador de la selección iraní en el segundo Mundial que disputaban en su historia. Además, emparejado en un grupo con Estados Unidos.

Aquel día del partido, las complicaciones empezaron temprano; los jugadores iraníes habían recibido órdenes de las autoridades de su país para que no fueran ellos quienes pasaran a saludar a los estadounidenses. Entonces al árbitro suizo Urs Meier se le ocurrió invitar a los dos equipos para que se sacaran una foto juntos. Además, los iraníes entregaron un ramo de flores a sus oponentes.

En la tribuna había dos tipos de hinchas iraníes: los que venían a alentar a la selección y un grupo que estaba haciendo manifestaciones políticas. Se decidió rodearlo por voluntarios para que no pudieran invadir la cancha. En el terreno de juego todo salió bien. Fue la segunda fecha del grupo F, Irán ganó 2-1 y dejó eliminado a Estados Unidos. Además fue la primera victoria mundialista en la historia para los iraníes.

Esta vez

En circunstancias similares a las de Talebi asumió Queiroz en esta ocasión. Dos meses antes del Mundial de Qatar la federación iraní despidió a Dragan Skocic, quien había logrado la clasificación, y fueron a buscar a Queiroz, que había dejado el cargo de seleccionador de Egipto al no lograr clasificarse. Es el tercer Mundial de Irán con el portugués en el banquillo, que tiene experiencia en climas políticos cargados.

En 2017 el ministro de Deportes iraní, Mohammed Reza Davarzani, tomó la decisión de expulsar de la selección a dos jugadores: “Masoud Shojaei y Ehsan Hajisafi nunca más serán invitados a unirse a la selección nacional. Traspasaron la línea roja”. Shojaei era el capitán de aquel entonces y Hajisafi es el capitán actual. La línea roja que habían traspasado fue jugar con su equipo, el Panionios (Grecia), una clasificación de Europa League contra el Maccabi Tel Aviv de Israel. Irán e Israel no tienen relaciones de ningún tipo y ambos se consideran enemigos. Los dos jugadores habían logrado que su equipo griego no los obligara a jugar de visitantes, algo que hubiera sido escandaloso a ojos de las autoridades iraníes. Estuvieron un tiempo apartados del plantel, pero Queiroz logró revertir la sanción y fueron parte del Mundial de Rusia.

Vale recordar que el amistoso entre Irán y Uruguay se jugó a puertas cerradas en Viena para evitar manifestaciones en las tribunas. Todo comenzó con la muerte de Mahsa Amini el 16 de setiembre, luego de ser detenida por la policía de la moral. Desde entonces las protestas no han parado y se calcula que la represión les ha costado la vida a más de 400 personas, según Human Rights Activists en Irán. A estas manifestaciones se han plegado varios futbolistas con gestos como no cantar el himno, salir a la cancha con camperas sin distintivos de la federación o haciendo el gesto de cortarse el pelo en apoyo a las mujeres iraníes. Este actual plantel de Irán está en una situación imposible; los acusan de ser funcionales al gobierno y de no ser lo suficientemente críticos con la situación. En el partido frente a Gales se vio a una aficionada iraní, maquillada con lágrimas de sangre, sosteniendo una camiseta con la cara de Mahsa Amini.

“Estamos con ellos”

El capitán iraní, Hajsafi, antes del debut frente a Inglaterra, hizo declaraciones valientes: “Quiero expresar mis condolencias a todas las familias afectadas en Irán. Deben saber que estamos con ellos, los apoyamos y simpatizamos con ellos. Tenemos que aceptar que las condiciones en nuestro país no son buenas. Nuestra gente no es feliz. Estamos aquí, pero eso no significa que no seamos sus voces o que no los respetemos”.

El momento de este Irán-Estados Unidos encuentra a ambos países en malos términos. Hasta hace un par de meses ambos países parecían acercarse y volver al pacto nuclear de 2015, del cual la administración Trump se había salido. Pero cuando todo indicaba que se llegaría a buen puerto, todo se echó por tierra. Irán anunció el aumento de la producción de uranio enriquecido, lo que se suma al apoyo al ejército ruso en la invasión ucraniana (por el cual el presidente de Shakhtar Donetsk pidió que expulsen a Irán del Mundial) y la brutal represión a las manifestaciones. Tres elementos que hicieron cortar toda diplomacia entre Estados Unidos e Irán.

Por si faltaba agregar algún factor disruptivo, las cuentas sociales de la selección estadounidense habían posteado una tabla de posiciones donde la bandera iraní aparecía sin el emblema central. Un vocero de la delegación le contó al medio The Athletic que lo habían hecho para “mostrar nuestro apoyo a las mujeres iraníes que luchan por derechos humanos básicos”. El posteo que se vio en Instagram, Facebook y Twitter fue dado de baja alegando que fue algo “momentáneo” y que ni la FIFA ni el gobierno iraní se comunicaron con las autoridades estadounidenses para darlo de baja.