Había dos premisas. Ganar o, en su defecto, que la derrota no fuera por mucha diferencia, ya que la última fecha es con México en Montevideo. No se cumplió ninguna de las dos, por lo que el porcentaje de opciones de llegar a la cita máxima bajó considerablemente, dejando a la celeste contra las cuerdas.

No es el pesimismo clásico posderrota. Es la matemática, y acá no se necesita mucha calculadora. Uruguay prácticamente quedó jugado a ganar los tres encuentros que quedan: Puerto Rico de visita el lunes, y en febrero Estados Unidos y México en el Antel Arena. Feas cartas.

Rubén Magnano eligió a Martín Rojas como alero poniendo un equipo alto. Además Kiril Wachsmann fue titular porque Esteban Batista venía arrastrando un problema muscular. El local salió ajustando defensivamente sobre Bruno Fitipaldo y Jayson Granger, que no pudieron generar ventajas ni darles fluidez a las ofensivas.

Las soluciones llegaron con el ingreso de Batista, que lastimó en las caídas de un pick que México mostró enormes problemas para defender, ya que nunca existieron ayudas del lado contrario. En el mano a mano fue misión imposible frenar al actual jugador de Olimpia, que jugó el papel de llanero solitario; fue el único en anotar en los primeros 15 minutos, a excepción de los triples iniciales de Iglesias y Fitipaldo.

Fue una de esas noches en las que todo sale al revés. Al flojo nivel ofensivo se sumó que defensivamente Uruguay nunca se pudo establecer pese a los intentos tácticos del entrenador: defensa en zona, combinada con un defensor espejo sobre Pako Cruz o presión en todo el campo. Nada funcionó.

En el primer tiempo permitió tiros abiertos de Gabriel Girón y Cruz. Los únicos que podían llevar el goleo. Una vez que tomaron confianza, se hicieron insoportables. Las rotaciones defensivas fueron lentas, la intensidad escasa y tampoco hubo para cortar circuitos de las principales vías de gol del rival, eligiendo que tomaran lanzamientos las manos que no dañaban tanto.

La diferencia en triples (7/17 a 2/16) y los puntos de segunda oportunidad (6 a 1) explicaron el 40-26 al término del primer tiempo. A lo numérico se sumó la diferencia anímica, que incluso fue mayor que lo que reflejó el score.

Uruguay intentó volver al juego en el inicio del complemento con nuevas anotaciones de Batista. Pero el intento de reacción nunca tuvo sustentos colectivos. Fitipaldo y Granger, más allá de estar bien defendidos, estuvieron lejísimos de su rendimiento y eso hizo que el combinado celeste tuviera un funcionamiento anunciado y sin ningún tipo de fluidez colectiva. Magnano sostuvo quintetos en cancha que no rindieron, con jugadores que absorbieron un montón de minutos sin devolver buenos rendimientos.

México jugó el segundo tiempo a placer, disfrutando del trámite y la ventaja, ante el público que acompañó en la ciudad de Chihuahua. Cruz y Girón siguieron de muñeca en llamas y Fabián Jaimes hizo un trabajo silencioso deluxe. Todo, dentro de un correcto reparto de manos anotadoras.

El final fue redondo: 80-60. Todo lo contrario al partido que jugó Uruguay. No hay tiempo para lamentos, el lunes a las 21.10 el rival será Puerto Rico y es otro partido de vital importancia. El jaque está instalado, la derrota ante los boricuas derriba al rey.

En otros resultados del grupo, Brasil venció a Estados Unidos 94-79 como visitante, mientras que Puerto Rico le ganó como local a Colombia 91-79. De momento, Estados Unidos lidera con siete victorias y dos derrotas, le siguen Brasil y México con 6-3, Uruguay y Puerto Rico con 5-4, y cierra las posiciones Colombia con 3-6.

En el otro grupo, del interés de Uruguay ya que clasificarán los tres primeros de cada grupo y solamente el mejor cuarto de entre los dos, el liderazgo es marcado para Canadá, con récord de 9-0. Venezuela tiene 7-2, y Dominicana y Argentina 6-3, un triunfo más que Uruguay en la comparación entre la línea de los cuartos. Finalmente, cierran las posiciones Bahamas con 3-6 y Panamá con 7-2.