Supongamos que la teoría de Jean-Pierre Garnier Malet acerca del desdoblamiento del tiempo y el espacio funciona. Son las tres de la tarde del soleado viernes 18 de julio de 1930 y estoy conociendo esa maravilla de estadio. Estoy en la tribuna de la torre, en la de los vestuarios, en la más magnífica tribuna de cemento armado que nunca haya visto, y me ubico con cosas blancas en el sector de la Troupe Ateniense, que cuando el Loro lo indica pasa a ser un espacio blanco en la multitud.

En el primer partido de la historia del estadio Centenario juegan por la primera Copa Mundial en Montevideo Uruguay y Perú. En una ciudad de 500.000 habitantes somos más de 50.000 en el stadium, y ahí estamos otra vez sufriendo contra Perú, al que finalmente le ganamos 1-0 con gol del Manco Héctor Castro. El “otra vez” se refiere al futuro, porque hasta ese entonces sólo había registros de dos partidos con Perú y en los dos le habíamos ganado haciendo cuatro goles: 4-0 en Lima en 1927 y 4-1 en Buenos Aires en 1929. Deshaciendo el viaje cuántico estamos en condiciones de afirmar que Uruguay lo mató a pelotazos a Perú aquella tarde pero sólo entró una, y entonces se expandió por todo Uruguay lo que había visto medio Montevideo, como que había sido espantoso.

Montevideo, jueves 24 de marzo de 2022, en el estadio Centenario de Montevideo se vuelven a enfrentar Uruguay y Perú. Es, como aquella vez, por seguir adelante y en un Mundial, porque estamos en la etapa clasificatoria para la fase final del Mundial de Catar 2022.

No preciso –eso creo– ni a Garnier Malet ni al De Lorean para llegar a las 20.30 y volver a instalarme en el mítico Centenario, el mismo que el 18 de julio de 1980, en un partido perdido en dictadura, la FIFA denominó Monumento Histórico del Fútbol Mundial, y ver un Uruguay-Perú que, por primera vez en la historia de las Eliminatorias, permitiría al representativo nacional clasificarse antes de que terminen todas las fechas a la fase final de un Mundial.

Siempre Centenario

Es raro: en inglés, el idioma oficial de la FIFA, son clasificatorias, en el entendido de que clasifican a la fase final del Mundial. En español se definen con un sesgo de negatividad: son eliminatorias, eliminan.

Uruguay no pudo en 1957, la primera vez que jugó una instancia de estas características: quedamos eliminados con Paraguay antes de que terminara el triangular que involucraba a Colombia. Para Chile 1962 fue un ida y vuelta con Bolivia, un complicado 1-1 en La Paz y un ajustado 2-1 en el Centenario.

En 1965, rumbo a Londres 1966, volvió a ser triangular con Venezuela y Perú. Se decidió todo en Montevideo en el último partido con un 2-1 de atrás con goles de Pedro Rocha y Héctor Lito Silva. En 1969, para México 70, también fue triangular con Ecuador y Chile y sólo ganándoles a los chilenos en el Centenario en la última fecha sellamos el pasaporte.

Para 1974 se empezó a hacer más angustioso, y después de perder el primer partido oficial por los puntos en 73 años de historia (fue ante Colombia 0-1, unos días después del golpe de Estado), debimos golear a Ecuador en el último juego para clasificarnos por diferencia de goles.

En 1977, mejor olvidarlo. ¿Hay que escribirlo? En apenas dos partidos, y sin siquiera jugar en Montevideo, quedamos eliminados por Bolivia. Era Venezuela el otro integrante.

Para España 82 nos eliminó Perú y fue acá en el Centenario: a falta de dos juegos de visitante, nos dio el golpe y sacó ventaja. No necesito ser mi yo del pasado para estar en el Centenario y ver a Héctor Chumpitaz mandando en el fondo, a José Velázquez jugando de cinco sobre patines y a Gerónimo Barbadillo, César Cueto, Guillermo Larrosa, Julio Uribe y Juan Carlos Oblitas (de memoria y con dolor) cuando nos ganaron 2-1.

Para México 86 nos clasificamos ganando 2-1 el día de Venancio –sí, el del limón, ¡pero cómo jugó!–. Para Italia 90 fue otra vez en el Centenario en la última fecha y contra Perú. Aquel equipo de Óscar Tabárez consiguió la clasificación por diferencia de goles pero superando a los bolivianos y no a los peruanos, que se despidieron sin unidades.

Para 1994 quedaron atrás los triangulares. Se conformaron dos grupos, pero quedamos eliminados por Brasil y Bolivia. Para 1998 se jugó por primera vez todos contra todos y nos eliminaron antes de la última fecha. En 2002 llegamos a Corea-Japón en el repechaje contra Australia, el mismo que nos eliminó en idéntica instancia para Alemania 2006.

Con Tabárez llegamos a Sudáfrica 2010 en el repechaje frente a Costa Rica; a Brasil 2014, en la repesca con Jordania. Para Rusia 2018, por primera vez, Uruguay se clasificó en forma directa desde que se juegan 18 fechas al vencer a Bolivia en el Centenario en el último partido.

Todas las veces que Uruguay debió jugar en el Centenario un último partido que representaba la clasificación a la fase final del Mundial la logró. Expresado de una manera más contundente: la celeste siempre se clasificó al Mundial en el estadio Centenario.

Selección peruana previo a su partido contra Uruguay, el 18 de julio de 1930. 
Foto: s/d de autor, CdF

Selección peruana previo a su partido contra Uruguay, el 18 de julio de 1930. Foto: s/d de autor, CdF

Inútil sin experiencia

Como ya está dicho, Uruguay puede clasificarse hoy mismo en el Centenario a la fase final del Mundial si le gana a Perú y Chile no le gana a Brasil; aseguraría su presencia en Catar con un mínimo de 25 puntos (16 bajo la conducción de Tabárez, y nueve dirigidos por Diego Alonso), por lo que seguramente no sería necesario entrar en terreno de Carlos Vaz Ferreira y revisar su lógica pura para estar en condiciones de afirmar que el Maestro nunca perdió una clasificación mundialista. Pero eso sería una discusión muy colateral frente a la importancia que daría volver a jugar cuatro mundiales en línea, con posiblemente cinco futbolistas producto de las selecciones juveniles jugando cuatro mundiales en 12 años: Fernando Muslera, Diego Godín, Martín Cáceres, Edinson Cavani y Luis Suárez.

El proceso de formación y promoción de futbolistas desde las selecciones juveniles, accionado y promovido por Tabárez, permitiría, en un marco de renovación ordenado por la biología, que José María Giménez, con 27 años, jugara tres Mundiales consecutivos, o que Rodrigo Bentancur llegara con 25 años y 50 partidos internacionales con Uruguay a su segundo Mundial.

Un tornado

Diego Alonso fue designado director técnico de la selección a fines de diciembre, y por una infección de covid-19 recién pudo llegar a Uruguay a principios de enero, apenas un par de semanas antes de su primer partido en el cargo. Tal vez forzado por la situación, los tiempos y las circunstancias, hizo una extensa reserva, pero en la citación definitiva para los partidos con Paraguay y Venezuela no innovó demasiado en el plantel y casi nada en la oncena. Tampoco en el orden táctico, aunque sería posible afirmar que las variantes, por mínimas que hayan sido, generaron un cambio. También será posible afirmar que ello es indemostrable, pero es preferible pensar que su idea engrosó la del período anterior y potenció un momento en el que estaba costando salir de la debilidad.

En ambas oncenas titulares, en Asunción ante Paraguay y en el Centenario ante Venezuela, sólo hubo tres futbolistas sin antecedentes: Sergio Rochet, en ausencia del lesionado Fernando Muslera, y los jóvenes Mathías Olivera y Facundo Pellistri.

Ahora, con más tiempo para pensar e imaginar, pero no para trabajar, Alonso hizo la mayor reserva de la historia de la Asociación Uruguaya de Fútbol al avisarles a 45 futbolistas y sus respectivos clubes que podrían llegar a estar para estos dos últimos partidos de la fase regular de la Eliminatoria. Finalmente, de esos 45 fueron citados 26, de los cuales 22 ya habían sido llamados por el anterior cuerpo técnico, lo que permite imaginar que el entrenador se orienta más o menos por los mismos futbolistas que llamaban Tabárez, Celso Otero y Mario Rebollo.

No sabemos qué oncena entrará al Centenario esta noche, pero sí que estaremos todos como en 1930 y que nuestros futbolistas, y también los peruanos, darán todo como aquella primera vez.

Las últimas que van quedando

Entre jueves y viernes se jugará la penúltima etapa de la clasificatoria sudamericana para Catar 2022. En el Centenario a las 20.30, con entradas agotadas y televisado por señal abierta de acuerdo a la ley de medios (que en su artículo 39 expresa que todas las instancias definitorias de la clasificación del equipo nacional de fútbol y básquetbol en torneos internacionales son consideradas de interés general), se enfrentarán Uruguay (22 puntos) y Perú (21). A la misma, hora Brasil (39, ya clasificado) recibirá a Chile (19 puntos), Colombia (17) enfrentará a Bolivia (eliminada) y Paraguay (eliminado) será local ante Ecuador (25). El viernes jugarán Argentina (clasificada) y Venezuela (eliminada).

El martes será la etapa final, con todos los partidos a las 20.30: Uruguay visitará a Chile, Perú recibirá a Paraguay, Ecuador será anfitrión de Argentina, Venezuela será locatario ante Colombia y Bolivia hará lo propio en La Paz frente a Brasil.

El repechaje entre el quinto de la Conmebol y el quinto de Asia, que parece que saldrá de Australia, Emiratos Árabes y Líbano, se decidirá a un partido en país neutral entre el 13 y el 14 de junio.