Alejandro Grobert es productor del programa de televisión Baby Deportivo, que se emite desde 2007. En febrero presentó su libro El fútbol infantil, ¿deporte o $alvación?. Garra conversó con él para profundizar en aspectos interesantes de su obra, una recopilación de testimonios de distintos actores vinculados al fútbol infantil, desde los ámbitos dirigenciales hasta algunos niños y niñas que actualmente juegan al baby fútbol y jugadores de fútbol profesional.
¿Qué te motivó a escribir este libro?
Hace 16 años que tenemos el programa Baby Deportivo al aire, en el que cubrimos todos los deportes, pero el fútbol infantil ocupa un lugar bastante importante. Eso me ha llevado a lo largo de los años a estar siempre en contacto con esa realidad. Con toda esa experiencia y esos contactos, me pareció que estaba bueno comunicar de forma organizada lo que pasa en el fútbol infantil, lo bueno y lo malo.
100 entrevistas componen el libro, ¿cómo decidiste cuáles quedaban por fuera de la selección?
Había gente que me parecía que tenía que estar sí o sí. No fue tan planificado, más o menos tenía una idea de quiénes quería, las cosas se fueron dando. Me quedé con ganas de entrevistar a mucha gente en todos los capítulos. Hay un punto donde tuve que decir “acá paro”, porque si no iba a hacer una enciclopedia.
Por ejemplo, incluí a técnicos y árbitros, dentro de ellos hay famosos y también otros que no lo son. Entonces la gente toma contacto con esa diversidad, puede ver lo que opinan los de más arriba y los de más abajo, y tienen un pantallazo.
Además, vuelco algo de mi opinión; no es solamente información, intenté que hubiera un abanico de opiniones en cada capítulo.
¿De qué forma aglutinaste esta diversidad de opiniones?
A mí no me gusta ser quilombero, hay cosas en las que yo tengo que ver y en las que no, no. Si una persona, en el correr de su vida comercial, laboral o lo que sea, toma una decisión equivocada, es su problema.
Si un tipo que yo entrevisté hubiera hecho algo horroroso, lo hubiera borrado y no hubiera puesto nada. Por otro lado, es el caso de algunos entrevistados que sucedieron algunas cosas de tipo comercial o laboral que trascendieron y salieron en la prensa o fueron muy conocidas en el ambiente del fútbol infantil. Sobre eso, quiero destacar que sucedieron posteriormente a las entrevistas e incluso posteriores al cumplimiento de sus cargos. Yo no soy un programa de chimentos. Preferí quedarme por fuera de eso y aclararlo para que nadie me venga a reclamar. Es un criterio, no sé si es el mejor, pero es el que apliqué.
“A algunos podrá no gustarle o tendrán cierto rechazo a toda la parte comercial que hay detrás del fútbol infantil, pero es una realidad y por más que te opongas o protestes no lo vas a cambiar, porque está impregnado”.
En el prólogo de Diego Forlán aparece la idea de que “hay cosas para cambiar y hay cosas para rescatar y para aprovechar al máximo de la fábrica inagotable de jugadores”. ¿Esta visión del fútbol infantil es compatible con el disfrute, la formación de niños y niñas, y la diversión?
Bueno, no, es que no sé si la mejor expresión es “compatible”. Para mí, no todo el mundo va al fútbol infantil por los mismos motivos, hay gente que va porque quiere que sus chicos jueguen al fútbol, hagan deporte, interactúen con otros chicos, cambien de ambiente. Hay mil motivos.
Otros lo ven como lo que hay que plantar para que el chico, el día de mañana, viva de eso. En ese contexto tenés un abanico de situaciones en las que muchos chicos forman parte de la fábrica de jugadores, por seguir la expresión de Diego; aunque no es la que yo uso, es válida y además es real. A algunos podrá no gustarle o tendrán cierto rechazo a toda la parte comercial que hay detrás del fútbol infantil, pero es una realidad, y por más que te opongas o protestes no lo vas a cambiar, porque está impregnado.
A mí me parece que el fútbol infantil, que es la escuela de lo que después va a ser el fútbol de adultos, es un camino tan válido como cualquier otro y no deja de ser un camino honesto. No le veo nada de malo.
Y en ese rol de escuela, ¿faltan fundamentos educativos para los técnicos?
No creo que todos los técnicos trabajen de la misma manera aunque compartan la misma formación base. Algunos tienen inquietudes más grandes y se preparan de otra manera, o tienen otra profesión que le aporta a su rol de técnico.
Un club de baby fútbol es eso, no es una escuela, pero muchas cosas se aprenden mediante juegos. Creo que toda formación suma, pero el sistema de formación prioriza hacer cursos para técnicos de acuerdo a los costos y tiempos de los que disponen.
En el libro aparece el tema de “robo de jugadores”, niños, como un punto de disputa importante entre dirigentes, ¿cómo se fiscaliza el accionar de clubes y adultos al respecto?
Es un tema complicado y tiene muchas puntas. Los chicos no son propiedad de nadie. Está previsto que si un chico quiere cambiar de club, lo haga en determinados momentos del año, si no, es un relajo.
Después está la picardía de esos dirigentes que están siempre al alpiste y quieren ganar o ganar. A veces hablan con las familias directamente, entonces no sólo es difícil de fiscalizar, es imposible.
Es una realidad que los clubes invierten en la formación de los chicos, a veces desde que tienen cuatro años, y cuando tienen ocho se les van del club a la vereda de enfrente. A veces se arma la “pica grande” y se encaran.
En ese sentido, ¿es una reproducción de las lógicas del deporte de mayores?
Claro, pero ahí hay contratos de por medio y de última es un arreglo económico. En los clubes de baby fútbol no hay acuerdos y transacciones remuneradas, al menos no formalmente. Está todo registrado en cada liga y en ONFI [Organización Nacional de Fútbol Infantil].
El mecanismo de solidaridad y derechos de formación distribuye el dinero a cada club que participó en la formación del niño durante su pasaje por el fútbol infantil, según la cantidad de años.
El fútbol es una pasión. Los niños que son futboleros mueren por jugar al fútbol, y eso le da un poder muy grande al club de imponer ciertas reglas y que los padres acaten, porque también tienen interés en que sus hijos jueguen. Además es casi gratuito, en comparación con lo que significaría cualquier otro gasto en una institución deportiva infantil.
¿Es momento de formalizar algunos roles voluntarios en el fútbol infantil para que puedan tener retribución?
Para transformarlo en un trabajo necesitás presupuesto y yo no creo que todos los clubes tengan. Si estudiamos a los clubes, algunos les dan viáticos a sus técnicos, mientras que otros no. Las realidades son tan distintas que, si vos obligás a hacer un cambio en el que todos tienen que cumplir ese requisito, a todos les va a costar diferente.
Por otro lado, a mí me parece que el hecho de que haya tantos voluntarios le da valor al fútbol infantil. Mucha gente se dedica a trabajar con los chicos voluntariamente, y eso tiene un valor social. Los dirigentes se jactan mucho de eso porque es como quien viene y te dice “mi club tiene 3.000 socios”.
Las madres que están en la cantina haciendo tortas fritas, las traen y detrás de esas tortas hay un laburo de horas. No les pagan por eso, muchas se turnan, otras ni siquiera se turnan y están ahí al firme, pero bueno, es como funciona, y sienten que están haciendo algo que les da sentido. Una misión, una motivación, las identifica con el club, con la liga, con la causa. Capaz que con mayor o menor grado de conciencia de lo que hacen, pero algunos ya lo viven como algo rutinario y no se lo cuestionan demasiado.
Si algún club tiene la posibilidad de compensarles de alguna manera, mejor. Se manejan en contextos distintos y extremos, unos tienen su vida resuelta y no van a buscar en el baby fútbol una retribución económica. Para otros, es el club de su barrio, lo quieren y hay un afecto en lo que están haciendo.
“Los chicos quieren jugar a la pelota, a veces pierden y se los ve tristes, pero en cinco minutos se olvidaron. El que sigue enojado es el adulto, el chico se olvida”.
¿Cómo es la participación de los niños y niñas?
Los pibes quieren jugar al fútbol, a la pelota. Más allá de que el técnico los llame antes del partido, si vos dejás a los chicos libres y no los llamás para una charla técnica previa al partido, siguen peloteando hasta que el árbitro los haga entrar.
Cuando terminó el partido y salen, a pesar de que están muertos, si sus padres no les dicen “bueno, vamos para casa”, igual siguen peloteando afuera toda la tarde. Los chicos quieren jugar a la pelota, a veces pierden y se los ve tristes, pero en cinco minutos se olvidaron. El que sigue enojado es el adulto, el chico se olvida.
También es verdad que la realidad de los clubes muestra que algunos chicos van a jugar al fútbol mientras que otros van a jugar y a tomar un vaso de leche. No es algo que deciden porque quieren, es el club que les brinda esa posibilidad y los acerca.
Hay chicos que son competitivos, y si un pibe así participa en una categoría que nunca gana nada, con el tiempo busca irse a otro lado porque quiere vivir la experiencia de salir campeón. O también son padres que alimentan esa idea y toman las decisiones.
¿Identificaste cosas que te sorprendieron al indagar en las dinámicas de los contratistas y representantes?
Hay números que te hacen caer de espaldas, me sorprendió gratamente. Hay empresas grandes con de todo para los gurises, muchos chicos que vienen del interior y les brindan profesores, comida, esparcimiento, asesoramiento, indumentaria, les dan lo mejor.
Ellos invierten en los pibes. Obviamente les servirá el negocio, pero a los chicos humanamente también les sirve, o sea, es un ganar-ganar.
¿Qué identificaste sobre el rol de las mujeres en el fútbol infantil?
Ha ido creciendo, ya que antes las mujeres estaban más relegadas a la cantina y al trabajo social de club, hoy hay mujeres presidentas, técnicas, árbitras. Hubo mucha resistencia en armar categorías de niñas. Me pareció fantástico el trabajo sostenido de Jorge Burgell [de extenso trabajo por el fútbol infantil y femenino en ONFI]. No me imaginaba que las chicas iban a querer jugar masivamente al fútbol, pero sí, me tapó la boca.
El fútbol infantil ¿deporte o $alvación? Autor: Grobert, Alejandro. Editorial: Augusto Giussi. Año: 2022.