Hay un par de libros sobre la mesa y un diario que no dice nada. Uno de los libros tiene una portada que podría ser de una novela policial. El otro es de fútbol. El Profe Ricardo Piñeyrúa es la explicación de que en mi pantalla aparezca una búsqueda de Pedro Graffigna y otra de Andrea Camilleri. Una de Henning Mankell y otra de Josema Giménez. Aquello lo define, tanto como ser un perdedor, “porque cuando vos tomás una postura en la vida en la que estás enfrentado al sistema, sos un perdedor”, aunque después con cierto sarcasmo diga que algunas batallas se ganan. Aunque algunas duren 25 o 30 años como la propia batalla de ser comentarista deportivo, de apelar a la subjetividad, de enfrentar al sistema y de valorar que los de short corto y medias altas son humanos, trabajadores como cualquiera. En un contexto donde un zaguero criollo llora en vez de pegar una patada y camino al Mundial de Catar, el Profe es el primero de la saga de entrevistas a comentaristas de Garra.
¿Qué te gusta leer y cómo aporta a la hora de escribir?
Soy un gran lector de novelas policiales. Me encantan. Soy seguidor de algunos en particular, Camilleri, los italianos, en esa línea de escritores mediterráneos. Las novelas policiales son una gran excusa para escribir sobre la vida. Por ejemplo, Henning Mankell, todas sus historias están asociadas a problemas sociales. Inmigrantes, tráfico de droga, siempre hay un hilo conductor que tiene que ver con lo social, o con la preocupación por esa sociedad de bienestar que se había construido y se está destruyendo. No quiere decir que no lea otras cosas.
¿Los textos que escribiste tienen el filtro del fútbol o están atravesados de alguna manera por el deporte?
Yo no soy escritor. A mí me surgen circunstancias que me llevan a escribir algo. Hay uno de los textos del libro que se llama “Las lágrimas de Josema”, de cuando Uruguay pierde con Francia, que faltando unos minutos todavía Josema estaba llorando. Al otro día subí al tren y leí un tweet de un periodista que decía algo así como “yo hubiera preferido que les pegara una patada a los franceses y no que llorara”. Entonces escribí sobre los deportistas que lloran, en la victoria y en la derrota. Las lágrimas de la derrota son brutales, las podés esconder, pero después cuando estás abajo de la ducha se te caen. Para mí es una victoria que Josema en vez de pegar una patada, llore.
¿Hay un contexto que permite que Josema llore?
En otro tiempo había otro concepto de lo que debía ser el zaguero uruguayo. El deportista es un tipo que tiene una gran sensibilidad. No puede ser un gran deportista si no tiene sensibilidad. Hay otra de las historias que se llama “El juego de los millonarios”, donde yo me pregunto qué los motiva, a Messi, a Suárez, a Ronaldo, y por qué se enojan cuando les va mal, y lloran cuando pierden o muerden a un rival. Hay algo en el sentimiento del juego, de jugar y de ganar. Y eso también implica una sensibilidad. Nos diferenciamos de los animales entre otras cosas por querer ganar. Los animales juegan por jugar, dos perros juegan hasta que en un momento eso se termina y ya está, nadie ganó. El hombre juega porque quiere ganar. Y como el juego es en serio, cuando no te sale, te angustia. El llanto de la victoria también es increíble, es sacar para afuera. En el fútbol ya se sabe que la mitad va a sufrir y la otra mitad va a festejar. Cuando entrás a la cancha sabés que tenés dos posibilidades. No hay otra.
¿Ha ido cambiando esa concepción de la garra?
Una vez Pedro Graffigna me contó que fueron a jugar a Argentina con dos o tres compañeros y le pusieron una bandeja de milanesas arriba de la mesa y se la comieron toda. Se la devoraron. Los que estaban con ellos no lo podían creer. Esos jugadores jugaban con la necesidad, y el jugador uruguayo tiene necesidad. El fútbol no reconoce clases sociales y la carrera del futbolista es una carrera muy dura. Muchos la recorren porque es su vida, su alternativa en la vida para salir adelante. Eso les da una fuerza de querer y querer y seguir y seguir, todos los días a las siete de la mañana.
“Para mí es una victoria que Josema en vez de pegar una patada, llore”.
La selección
¿Cómo ves a la selección en esta nueva etapa sin Tabárez y con Alonso en el Mundial?
La salida de Tabárez me provocó dolor. No porque yo no creyera que de repente podría haber terminado un ciclo, es muy difícil sostener procesos virtuosos porque hay alguien siempre que los quiere cortar. Los procesos virtuosos perjudican a los poderosos. A Tabárez no lo sacan por cuatro partidos, lo sacan porque era intocable. Los cuatro partidos fueron una excusa para tocarlo. Capaz que el proceso no se termina, capaz que sigue, eso lo sabremos más adelante. El proceso de Tabárez mostró que se pueden hacer las cosas bien, y eso tiene tremendo valor, así como superar las debilidades que tenemos como país. Hay gente que dice que el fútbol uruguayo es horrible, a mí me encanta el fútbol uruguayo. Podría ser mejor, pero habría que pensarlo mejor. Es divino. El otro día fui a ver Liverpool con Fénix y disfruté la tarde, fui a ver Defensor y Nacional en el Franzini y lo mismo, un partido espectacular, iban y venían. Pero claro, cuando tenés una oferta permanente te parece que el fútbol es otra cosa. Y no hay un solo fútbol, el fútbol es la representación de la sociedad en la que vivís.
¿El verdadero éxito de Alonso entonces podría estar en darle continuidad al proceso?
No me imagino que Uruguay salga campeón del mundo porque es muy difícil. Y en América además tenemos dos grandes selecciones que están despegadas. Es difícil para Uruguay, pero nunca se sabe. No tengo idea si a Alonso le interesa darle continuidad al proceso, capaz que no le interesa y no tiene por qué, puede tener otra mirada. Quizás los que tienen que continuar el proceso son los dirigentes, o los jugadores que vivieron ese proceso. Yo viví la época que los jugadores no querían venir porque era horrible, los trataban mal, llegaban al aeropuerto y no tenían ni el pasaje. Hubo hasta campañas contra los jugadores que estaban en Italia. Todo eso quedó muy marcado. Lo de Tabárez fue un cambio radical.
¿En qué momento de tu vida llega este año de Mundial?
Estoy comentando menos partidos, compartiendo el comentario con Gonzalo Delgado, porque hay que empezar a retirarse. Aunque no sea muy grato decirlo, los años pasan. Estoy en un proceso en el que las cosas que no tengo ganas de hacerlas me cuestan demasiado. Entonces no las hago, tengo esa posibilidad. Llevamos treinta años en la radio haciendo fútbol. Y nos costó treinta años porque cuando empezamos también fuimos los raros. Porque pusimos rock en lugar de murga, y cuando hablábamos de un jugador tratábamos de entender qué le pasaba. Tratamos de mirar el fútbol desde los ojos de los propios jugadores, de los técnicos, y no desde la doctoral academia hablada por los dirigentes. Nos miraban de reojo. Hoy ya estamos instalados, pero nos siguen mirando de reojo, aunque con otro respeto. Pero eso nos costó treinta años y dos o tres mediciones de audiencia que dicen que somos la más escuchada.
¿Qué es lo que te interesa comentar sobre el fútbol que ves?
Yo había dejado de ser preparador físico de Progreso cuando me invitaron a comentar en la 30. Y en un momento determinado que me fui de AEBU y no tenía trabajo me di cuenta de que lo único que tenía era comentar. Siempre creí que el comentario tenía que ser una historia sobre cómo fue el partido, a veces me esfuerzo por buscar alguna figura que pueda ejemplificar. Un día se me dio por decir que un equipo era un hombre de traje gris y corbata azul, de zapatos blancos y gomina que no se despeinaba. Me gusta ver el fútbol en su globalidad. Entender cómo se fue dando y cuáles fueron los momentos. Hay momentos que determinan el curso del partido. Se cayó un jugador, lo atendieron y cuando volvió el partido fue otro. No es necesario que sea un gol el que cambia el partido, es una instancia, algo que pasa. Y me gusta descubrir ese momento. El fútbol es el deporte más democrático, porque ganás por un gol. En el básquetbol el mejor no pierde, o puede perder uno de cinco. En el fútbol vos jugás contra un rival poderoso, te defendés bien, tenés un buen arquero y capaz que le ganás y les cambia la vida a dos o tres jugadores. Hay otros deportes que ya se sabe que no vas a ganar.
¿Entonces podemos salir campeones del mundo?
¿Y por qué no? Yo creo que no porque el fútbol tiene procedimientos y tiene jugadores y los jugadores son los que terminan resolviendo los partidos. El Liverpool hizo un estudio de cuáles fueron los problemas en la final contra Real Madrid y por qué no había podido ganar. De acuerdo a ese estudio hizo un análisis de los delanteros de distintos lugares para ver cuál era el que se ajustaba más a esas situaciones que había tenido y no había podido resolver. Y por eso fueron a buscar a Darwin Núñez. Mirá el nivel que tienen. Es otro mundo. Estudian todo.
¿Qué esperás de los nuevos comentaristas?
Nosotros enfrentamos un problema importante dentro de lo que es el trabajo de periodista deportivo, que es que los principales periodistas son dependientes de las cadenas que producen el fútbol. Hay una empresa que es dueña de los derechos de fútbol, que organiza los partidos de fútbol y que pone a los periodistas para que comenten el fútbol. Para empezar, ahí hay una dificultad para tener una mirada crítica, más allá del partido. Puede haber presiones o no, no es que reciban las presiones de los propietarios de los medios, sino que terminan pensando como el medio en el que trabajan. Por otro lado, está el deseo de trascender, lleva a que lo que importa sea si lo que digo trasciende. Entonces hay periodistas, por ejemplo, que se dedican a hablar contra Tabárez y no saben un pomo de fútbol ni tienen idea de la historia. Alcanza con que metan en las redes dos o tres cosas, o si no se meten con un jugador y eso les da notoriedad. Hay una prostitución de la información, sólo sirve si tiene impacto y en eso hay mucha gente metida. Y hay mucha influencia en el resultado, si la pelota pega en el palo o se va o sos campeón del mundo. [Marcelo] Bielsa siempre lo decía: “Ustedes siempre me hablan de resultados y no de procedimientos”. No hay subjetividad, no se trata de entender por qué pasan las cosas. Vos podés visualizar un cuadro al que le va mal, pero sabés que va a salir adelante, va a funcionar. Hay otro que los mirás y ves que no funciona. Pero eso no se analiza, solo se discute si gana o si pierde. Y el fútbol es subjetivo.
En página
Ricardo Piñeyrúa acaba de presentar su libro Mi mundo perdido y otros relatos. Al respecto, el Profe contó que se trata de “algunas historias que viví en distintas etapas de mi vida, y que van desde mi familia italiana -una casa de treinta personas con un baño y mucha presencia de las mujeres de la casa, mi abuela, mis tías, un lugar donde las mujeres mandaban- hasta el Sporting, la fusión, mi padre, el exilio, AEBU, y cosas de fútbol”. Sobre el título del libro, Piñeyrúa definió como los que saben: “Una vez un jugador de fútbol devenido en periodista dijo que yo era un perdedor. Y en realidad soy un perdedor. Soy un perdedor, porque cuando vos tomás una postura en la vida en la que estás enfrentado al sistema, sos un perdedor. Perdés siempre. O la mayoría de las veces, pero algunas ganamos. Los que ganan siempre son los que están con el sistema. Pero alguna vez pierden”.
.