Mauricio Hidalgo es médico y magíster en Neurociencia y Neuroeducación aplicada a la educación física. Mientras estudiaba tuvo una idea: “¿Y si abrimos una escuela de fútbol, pero estructurada por la neurociencia, donde los ejercicios estén basados en estímulos cognitivos?”. Se la planteó a un amigo, luego a un colega y escribió el inicio de un proyecto. Se lo presentaron a Diego Larroque, médico de River Plate y la selección uruguaya de básquetbol, y también sumaron a la iniciativa al exjugador profesional Mario Regueiro y a Daniel Betancourt, licenciado en Educación física. “En el arranque éramos siete profes para dos escuelitas”, apuntó Hidalgo en conversación con la diaria.

Hoy en día, el equipo que lleva adelante la escuela, a la que eligieron nombrar Primeros Toques, lo completan el exfutbolista Diego Fernández, la docente de Educación física Valentina Rodríguez, el médico Gerardo Monzón, la psicóloga Marcela Colasso, el docente Rodrigo Sosa y el instructor Guillermo Calderón. También cuentan con tres jugadores de Primera División que son participantes en una escuela y profesores en otras: Cristian Chaval, Martín Salvá y Guzmán Rodríguez.

Betancourt resumió la relevancia de su iniciativa: “Encontramos un nicho: hay un agujero en el baby fútbol que es la integración, la parte social. En un momento histórico que es súper segmentador, individualista, competitivo y marginador, tenemos una herramienta que se aplica sin importar géneros ni niveles de experiencia deportiva”.

Metodología aplicada

“Generamos un manual con una metodología propia con fundamento científico cruzando la neurociencia con el neurodesarrollo”, señaló Betancourt. La neurociencia realiza aportes en materia cognitiva y el neurodesarrollo se dedica a lo físico y motriz, explicó, y completó: “Cruzamos esas dos líneas y el resultado fue la Metodología Primeros Toques, basado en la neurociencia”.

En ese documento se encuentra la planificación de los ejercicios para todo el año. “El lunes se hace este ejercicio, que estimula una parte del cerebro, el martes lo otro, y así. Todo está pautado y escrito, actualmente la Biblioteca Nacional está haciendo el proceso de copyright, ya que es un método con base científica y bibliografía”, fundamentó Hidalgo.

La base del método es la neurociencia y su aplicación mediante las rutinas del entrenamiento deportivo. “El miércoles estimulamos el tálamo, igual que cuando vas al gimnasio y te dicen ‘hacé tres series de bíceps’”, ejemplificó el médico.

La metodología tiene avales y un soporte académico transparente y a la vez innova, según explicó Betancourt: no hay ningún antecedente similar a su proyecto, que esté basado en el neurodesarrollo, que se centra en el desarrollo físico contemplado desde las edades sensibles que tiene el individuo. “Menos información hay sobre la neurociencia aplicada al neuroentrenamiento y mucho menos para niños, que es lo que más me fascina”, afirmó Betancourt.

Foto del artículo 'Entrenar el cerebro: la apuesta uruguaya por la neurociencia aplicada al fútbol'

Foto: Alessandro Maradei

Cada práctica tiene tres ejercicios: por ejemplo, en uno se estimula la memoria, en otro la toma de decisiones, en el tercero la visión periférica o la lateralidad. Se disponen como estaciones rotativas y en los 20 minutos finales se desarrolla un partido de fútbol.

“En uno de los ejercicios hay que resolver, mediante un traslado con pelota, un rompecabezas. En ese caso el trabajo es sobre el córtex prefrontal. El objetivo es acostumbrarlos a que piensen y a resolver situaciones”, detalló el médico, y añadió: “Otro ejemplo es que corran con la pelota en los pies y un lápiz en la mano mientras piensan un país que empieza con la letra M. Porque en el fútbol es pensar y estar atento a mil estímulos, es mucho más que sólo pegarle a una pelota”.

A modo de ejemplo, el tálamo es una estructura en el cerebro que se encarga de seleccionar los estímulos, es decir, si se percibe un estímulo visual y un grito, el tálamo va a decidir cuál es más útil en ese momento, si lo visual o lo auditivo. “En un partido me dicen ‘pasámela’ y capaz que tengo que descartar el grito para quedarme solamente con lo visual. Entonces, según la influencia del tálamo en un partido de fútbol y la edad del practicante, será entrenado determinadas veces por semana y tendrá un número de estímulos por cada entrenamiento”, desarrolló Hidalgo.

Sanas costumbres

En el mes cada participante trabajó 25% de los ejercicios en su visión periférica, 25% estimulando el tálamo y 25% en mejorar su toma de decisiones. Pero quisieron ir un poco más allá e identificaron la necesidad de tener, al menos, dos escuelas, ya que la neurociencia reconoce dos elementos clave: la motivación y la competición.

“A veces competir es mala palabra, porque ¿cómo van a competir si son niños? Con dos escuelas que cada tanto compartan una actividad de competencia desde un fundamento diferente al baby fútbol, con fútbol sano, donde se pueda aprender a ganar y a perder desde chico”, aseveró Hidalgo. “Tenemos un campeonato interno, pero los padres afuera se están matando de la risa y los niños adentro se están matando para poder ganar; lo distinto es que afuera nadie les está gritando ‘¡corré!’ o ‘¡pegale!’”, aclaró.

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Foto: Alessandro Maradei

Los familiares observan, al margen de la cancha, en un ambiente de charla tranquila. Regueiro asegura que la disciplina es clave para quienes están fuera y dentro de la cancha: “Hemos hablado con familiares y, si no dejan de gritarles a sus hijos, les decimos que no es el lugar para ellos”.

Una de las bases del neuroentrenamiento reside en entrenar bajo un nivel de estrés lo más parecido posible al que tendrán luego en el partido de fútbol. “En el caso de los niños, entrenan bajo el estrés de los estímulos de una orden del docente como ‘dale, vení, corré, saltá, pegale, pensá’, pero sin agresión. Estrés no significa violencia, y lo tenemos todo el tiempo las personas”, acotó Hidalgo.

Innovación deportiva

Recorrer un camino sin trillo implica que el momento inicial de ejecución lleve tiempo, incertidumbre, idas y vueltas, aunque haya un equipo que acompañe y aporte confianza. Hoy pueden mirar hacia atrás y reconocer sus aciertos y errores: “Empezamos en febrero del año pasado y la confirmación de que vamos bien es que tuvimos que abrir otras escuelas y tenemos lista de espera. En pleno invierno las clases están repletas y los gurises quieren ir igual, y los padres los llevan porque les encanta”.

El manual está escrito en conjunto con Hidalgo, según señaló Betancourt. “Mauricio es la cabeza pensante con la neurociencia y está dotado de conocimiento de alto calibre, mientras que yo ayudé a aterrizar esa información para que todos la podamos manejar”. En esa línea, comentó que Brasil es el único país donde médicos o profesionales con ese nivel de preparación se vuelcan al fútbol. “Ni siquiera en Argentina se meten los médicos a aplicar su conocimiento al deporte o a dar clase con los nenes”, aseguró. Para él no hay nada más enriquecedor que empezar desde los cimientos, ya que ese hecho prepara el material para trabajar luego con los más grandes.

Progreso invisible

Como el entrenamiento se realiza enfocado en partes anatómicas del cerebro, es complejo cuantificar la mejora en los participantes, incluso después de varios meses de entrenamiento. “No tengo cómo asegurar que tu tálamo ahora es efectivamente 30% mejor que hace tres meses atrás”, alertó Betancourt.

“Tenemos la posibilidad de hacer algo bastante groso, que no lo podemos medir, justificar ni exponer porque estamos en la base. De acá a cinco años vamos a tener jugadores que se formaron con nosotros y que tendrán características que no hubiesen logrado si no fuese de esta forma”, aseguró.

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Foto: Alessandro Maradei

Guzmán Rodríguez, jugador de Boston River y uno de los jugadores que entrena en Primeros Toques, en este Campeonato Uruguayo entre Apertura e Intermedio, “jugó todos los minutos y en nueve fechas fue el mejor jugador de la fecha o del equipo, y su equipo va a tercero en la Anual. Puedo mostrar, con números estadísticos, que el automatismo de la recepción y el control de los impulsos mejoró, porque no lo echaron y lo amonestan menos”, resaltó Hidalgo.

La cuestión es cómo comprobar este progreso en un niño, niña o jugadores que de juveniles. “Aunque nos digan ‘es impresionante, veo mucho más’, es subjetivo, y tampoco sé si es gracias a esta metodología”, advirtió el médico.

El gran desafío es plasmar desde el punto de vista objetivo el beneficio que el método tiene, según explicó Hidalgo: “Cómo yo puedo decir que este jugador mejoró en su toma de decisiones quizá sea ‘el debe que la neurociencia tiene’, porque la mejora en las áreas del cerebro es intangible. Entrenás un músculo y lo tocás, ves que es más grande o más duro, pero en el cerebro es difícil demostrar que vos pensás más rápido, y cómo comprobar eso”.

Más toques

Este proyecto comenzó apuntado a los niños, “pero tiene un potencial de negocio gigantesco y la posibilidad de movilizarnos vertical y transversalmente. Primero, de manera de que podamos incluir a niños antes de los cinco años y después de los 12 años, el rango de edad que nos queda por fuera de las escuelitas. Y transversalmente, si es aplicado en otros deportes; hoy en día somos Primeros Toques, pero podría haber Primeras Canastas si tuviésemos que meternos en el básquet, aunque en este momento no podemos abarcar todo”, explicó Betancourt .

Actualmente trabajan en un complejo en Malvín en el que se entrena a los jugadores de Primera División y de inferiores, donde participan alrededor de 40 jugadores. En las escuelas de niños y niñas el número asciende a 220 si se suman las escuelas de La Blanqueada, Prado, Malvín y Tres Cruces.