A las sombras de las tribunas del estadio Charrúa y con un entrenamiento de la selección uruguaya sub 20 femenina de fondo, María Noel Givogre, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Psicología en el Deporte (Supde), dialogó con la diaria sobre el rol de los psicólogos deportivos en Uruguay. Su lugar en los cuerpos técnicos de deportes colectivos y el desconocimiento que existe sobre su profesión en el ambiente son dos puntos claves a los que apuntó. Pero también habló mucho de fútbol, en el que trabaja como psicóloga deportiva de las selecciones en desarrollo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF): fútbol playa, futsal y fútbol femenino.

¿Cuáles son las funciones de un psicólogo deportivo?

Cuando uno habla de un psicólogo, por lo general, se piensa en la clínica, en el psicólogo ocupándose de los problemas de la gente. A diferencia de la clínica, los psicólogos deportivos no tenemos un espacio de consultorio, sino que nos enfocamos en el entrenamiento mental para el alto rendimiento. El lugar donde podemos trabajar mejor es integrados en un cuerpo técnico, planificando los ejercicios y estando en la cancha. En la planificación de un entrenamiento nuestro aporte es identificar el objetivo psicológico de cada ejercicio y agregarle una consigna o algún detalle dentro de cada uno sin modificarlo. También podemos planificar ejercicios y comentárselos al cuerpo técnico y ver si los podemos integrar.

¿Esto pasa en Uruguay?

Sí, pasa, pero depende mucho de la apertura del cuerpo técnico. Falta costumbre, no están habituados a tener un psicólogo. Muchas veces pasa que, si te contratan para pocas horas y no vas a todos los entrenamientos, te dan 15 minutos y te dicen “van contigo y después al entrenamiento”. Se separa nuestro rol y se hace notar que es distinto, eso hace que los jugadores no se adhieran a entrenarse de esa forma.

¿Un psicólogo deportivo también puede trabajar la parte clínica?

Sí, individual o grupal, podés trabajar desde la clínica situaciones que no sean específicas del deporte, como los suicidios. Para ser psicólogo deportivo, hay que especializarse, como en la medicina. Cuando viene un psicólogo que no está formado, que no está especializado, muchas veces nos cierra el campo, dejan la idea de que el psicólogo no sirve.

“Se habla mucho más de psicología, pero hay mucho entrevero sobre lo que se hace, muchas veces se nos confunde con un rol clínico”.

¿Los psicólogos deportivos acompañan a los deportistas en los malos momentos que están por fuera del deporte o eso es para otros espacios?

Depende de para qué te contraten. Si a mí me contratan como psicóloga deportiva para trabajar en un equipo y hacer entrenamiento mental, no se trabajan las cosas íntimas ni se colectiviza, y si hay algo que necesita un proceso más largo, lo más probable es que lo derive a otro psicólogo que haga clínica. Es importante que no sean sus jugadores porque el rol se confunde.

¿Hoy en día se tiene más presente la importancia de los psicólogos deportivos?

Se habla mucho más de psicología, pero hay mucho entrevero sobre lo que se hace, muchas veces se nos confunde con un rol clínico. En la medida en que contemos cómo trabajamos, esa es la forma de ir creciendo. Por un lado, hay culpa nuestra de estar en las sombras y mantenernos así y, por otro, del imaginario colectivo, que se cree que todo es terapia, que si vas al psicólogo es porque tenés problemas. Hay muchos obstáculos en cuanto al desconocimiento que hay sobre lo que hace el psicólogo deportivo. Los que pasaron por uno y les sirvió nunca más van a dudar de él, pero los que nunca probaron y tienen dudas llegan a decir “no creo en el psicólogo”.

Si el jugador está con ansiedad o nervioso se puede entrenar para mejorarlo, eso es lo que hace el psicólogo deportivo. No es que se le grita al jugador “¡tranquilo!” o “¡concentrate!” y mágicamente se calma. Eso se entrena. Si trabajás con un deportista y le va alucinante, se dice “que crá el técnico” o “mirá cómo vuelan, el preparador físico es una bestia”, pero no se habla de la cabeza. Cuando un jugador está entrenado mentalmente, no va a tener tantos altibajos. Va a tener partidos peores y otros mejores, nadie es una máquina, pero va a ser mucho más estable el rendimiento.

¿Hay algún deporte que le dé más importancia a la psicología deportiva en Uruguay?

No hay uno que veas a full, es todo intermitente, aún no está la idea de que sí o sí hay que tener un psicólogo. Antes pasaba con el preparador físico, sólo se distinguía como esencial al técnico. Ahora está establecido que lo básico es el preparador físico y el técnico.

En el fútbol los cuerpos técnicos se están agrandando cada vez más...

Y sí, es importante que haya profesionales de distintas cosas, porque el técnico no tiene formación en todo. Hay entrenadores que me han llegado a decir “el psicólogo soy yo”, y yo les respondo que ser un buen entrenador no te hace psicólogo. También escuché a preparadores físicos decir que ellos gestionan lo emocional de los jugadores, pero para eso también tenés que ser psicólogo. Podés escuchar a los jugadores, pero si no tenés herramientas para intervenir y ayudarlos, no sos psicólogo. Para ser psicólogo, hay que estudiar.

Nosotros tenemos secreto profesional. Entrenadores me han dicho “me tenés que contar todo lo que te dijo este jugador”, y yo les digo que no les voy a contar nunca. El entrenador no necesita saber todo lo que le pasa al jugador fuera de la cancha. Capaz que necesita saber que tiene un problema para ver si quiere apañarlo un poco, pero los psicólogos no tenemos por qué contarle lo que se habla con el jugador. La base de nuestro trabajo es la confianza, si el jugador sabe que decimos lo que nos cuenta, no hay confianza. Ahí el trabajo no funciona, porque si no confían en lo que hacemos es difícil que lo haga.

¿Con la llegada de los entrenadores más jóvenes está mejorando la posición de los psicólogos deportivos?

Fui docente del ISEF [Instituto Superior de Educación Física] del curso técnico de fútbol y vi que hay más apertura, porque la mayoría de los jugadores tuvieron un psicólogo y vieron cómo se trabaja. Pero todavía falta un montón. De todas formas, hay entrenadores grandes que también tienen esa apertura. Los que no la tienen es por desconocimiento. Cuanto más sepa de psicología un entrenador, más se da cuenta de que necesita un psicólogo al lado, porque no tiene tiempo para entrenar la mente.

“Me gusta trabajar con los jugadores para que distingan las cosas que controlan y las que no: las que controlan tienen que tenerlas 100% entrenadas, con las que no controlan tienen que hacer algo para que no los afecten”.

La cabeza y la pelota

La importancia cultural del fútbol en Uruguay es enorme, ¿cómo se trabaja con el jugador para soportar esa presión?

Se puede trabajar desde lo clínico e individual, ayudando a que los jugadores se conozcan más y generando fortaleza mental. Un jugador que tiene fortaleza mental va a entender que el problema de los hinchas es de ellos. Me gusta trabajar con los jugadores para que distingan las cosas que controlan y las que no: las que controlan tienen que tenerlas 100% entrenadas, con las que no controlan tienen que hacer algo para que no los afecten.

¿Cómo se entrenan los momentos de mayor estrés de un futbolista? Por ejemplo, la ejecución de un penal.

En el caso de un penal, se entrena la rutina previa a patearlo. Toda jugada de pelota quieta en fútbol tiene su rutina, son las únicas en las que el jugador tiene control absoluto de lo que puede hacer hasta que la pelota sale de sus manos o de su pie. Si se entrena la rutina previa como parte del entrenamiento para patear un penal y el jugador está seguro de lo que va a hacer, tiene más posibilidades de meterlo. Muchos dicen “yo miro al arquero a ver qué va a hacer y ahí veo qué decido”, pero le están regalando el control al arquero. Eso genera más ansiedad, incertidumbre y descontrol, porque no saben qué es lo que va a hacer.

Otra cosa que se entrena es lo que hacen con los errores. Para mí, siempre son bienvenidos, a cualquier nivel, porque todos cometen errores. El día que dejás de cometer errores no crecés más, de los errores se aprende mucho más que cuando te va bien. Mi frase de cabecera es “o gano o aprendo”: si gano, gané, si pierdo, aprendo y gané más. Eso tiene que ver con la fortaleza mental, que es lo que entrenamos para que el deportista no se caiga ante un error, una derrota o no baje su autoconfianza, que es la base de todo.

¿El trabajo en selecciones y clubes es distinto?

En un club a los jugadores los tenés siempre y en las selecciones no. En un club podés citarlos para hacer un trabajo específico y están, en selección es más difícil porque cada uno entrena en su equipo. En las preparaciones para la selección hay muchas cosas individuales, pero también está todo lo que tiene que ver con el comportamiento dentro de la selección: qué significa representar a Uruguay y cómo tienen que desempeñarse.

¿Se les hace un seguimiento a los jugadores de selección mientras están en sus clubes?

Yo, por ejemplo, paso todo el día con el whatsapp. Mis deportistas me preguntan cosas todos los días, yo les mando ejercicios, me los devuelven y se los corrijo. Nuestro entrenamiento necesita mucho de escribir sobre lo que les pasa y lo que hacen: pensar sobre lo que piensan, cómo se sienten, qué significa para ellos estar en determinado lugar. La visualización se entrena mucho, imaginar en la mente una situación equis. Hay que escribir un guion para que en el momento en que se haga realidad la mente no te invada con cosas que no tienen nada que ver.