Hablando con un amigo, me dice: “la primera vez que lo vi fue contra Gastón Gaudio en el Master de Shanghai en 2005. Era la noche previa al recital de Pearl Jam, gran fanático de la banda de Seattle, y estaba tan nervioso que no podía dormir, haciendo zapping me encontré con ese partido y quedé maravillado con lo que vi”. Hoy le digo; “la verdad que me da un poco de envidia no saber cuándo fue la primera vez que vi jugar a Federer, pero hoy fue la última y vaya que lo disfruté durante todo ese camino”.

Roger Federer no solo ha trascendido los números del tenis, sino que ha trascendido el tenis para transformarse en simplemente uno de los mejores deportistas de la historia. El fin de semana, junto a su amigo y gran rival Rafael Nadal, disputó su último partido como profesional, llegando a la cantidad de 1524 en singles y otros 224 en dobles, para un total de nada más y nada menos 1747 partidos, con la particularidad de jamás haberse retirado de uno.

Me es completamente imposible resumir lo que ha significado Federer para este deporte, porque revolucionó totalmente no solo la manera de jugarlo sino que también la forma de verlo, atrayendo a millones de espectadores.

Siempre se discute y se va a seguir discutiendo, no importa el rubro o deporte, quién es o fue mejor que quién. La cuestión acá, para mí, es que Federer logró trascender esa discusión sin fin. Si vamos a los números está arriba en casi todo, pero no es el que tiene más títulos de la historia, ni más semanas como número uno, ni más Grand Slams ganados, pero sin dudas es el jugador más grande que una cancha de tenis haya visto jamás. Porque como dice Rolex, ¿cómo se mide la grandeza? y a veces la grandeza es independiente a los números y creo que en este caso lo es.

Se retiró Roger Federer de las competiciones oficiales, nos quedará un gran vacío que ya veníamos sospechando que estaba cada vez más cerca. Quedarán en el recuerdo grandes proezas como la temporada 2017. Cuando todo parecía que ya estaba, vino y arrasó con todo, subiendo otro escalón, ayudando y motivando a sus rivales a que también crezcan, porque eso hacen los grandes: inspirar.

No me queda mucho más que agradecer. Después de haberlo visto jugar durante tantos años, recuerdo que allá por 2009-2010 algunos ya lo querían retirar, por suerte hizo oídos sordos y nos siguió deleitando con su clase dentro y fuera de la cancha.