De manera ajustada pero justa, Nacional derrotó 1-0 a Boston River con gol anotado en la segunda parte por Camilo Cándido, y sigue liderando el Clausura junto a River Plate, a quien enfrentará el sábado, y la Tabla Anual, extendiendo diferencias sobre su vencido y sobre Liverpool, que este jueves recibe a Peñarol.

Fue un partido durísimo para Nacional porque Boston River enalteció su condición de uno de los mejores equipos del año, que va por un lugar en Libertadores, peleando como pudo el juego ante un equipo superior, que está fuerte y que sumó su séptima victoria consecutiva, todas en las que Luis Suárez ha pisado la cancha.

Una marca en la vida

Los niños y las niñas de hoy, los hombres y las mujeres de pasado mañana ya sin saberlo se han tatuado en la piel de sus días más felices viendo a uno de los mejores del mundo, con su camiseta, jugando con madura plenitud. Ser testigos de este momento en las canchas de Montevideo y de Uruguay es quedar con una marquita, para buenas o para malas, pero seguro marcados.

Lo que empieza festivamente y lleno de expectativas y buenas vibras cuando se pone en juego la pelota puede derivar en otras situaciones, en otros estados de ánimo, pero siempre a largo plazo quedará la cálida sensación de cuando Suárez decidió volver a casa, a la esquina, al club, a entreverarse en el asado.

Tribunas llenas, gente disfrutando y el peligro de un partido ante un equipo que ha sido eficaz, y acertado durante toda la temporada con futbolistas que se apellidan Rodríguez, Pérez y Fernández, que no salen en las figuritas. Ignacio Iturralde y sus jugadores han logrado eso jugando sus mejores partidos con lo que querían y con lo que podían.

Transmutación

La fiesta fue bajando a la cancha y antes de los 10 Alfonso Trezza, después de inteligente combinación con Franco Fagúndez, definió contra el achique del arquero salteño Santiago Silva, que salvó poniendo el pecho. Sería la primera de por lo menos cuatro cara a cara del delantero floridense y el golero salteño.

La elegante determinación de la visita de tener la pelota desde el fondo encerraba la siempre inteligente apuesta de impedir que el rival generara peligro. Claro, en algún momento la perdieron y ahí Nacional tiraba toda su pesada y aerodinámica carrocería.

Antes de los 20 cambió el partido por las expulsiones de Fagúndez y Mancebo tras un entrevero grande iniciado por una clara falta no cobrada sobre Suárez.

Cambió por completo el partido cuando se transformó en un diez contra diez sin el principal hacedor de los tricolores y con el muro del Boston resquebrajado.

En este caso Boston River siguió eligiendo tener la pelota, pero en su cancha y sin que nadie los marcara porque Nacional elegía esperar en su campo. Hasta dos minutos llegaron a pasársela entre los zagueros mientras los de Pablo Repetto esperaban generar el error y lanzarse.

Una le iba a quedar

El zorro sabe por zorro pero más sabe por viejo (o por treintañero) y entonces a los 4 del complemento sucedió lo que tenía que suceder: Suárez lo midió a Guzmán Rodríguez y lo primereó cuando el 5 de Boston ni pensaba que pasaría. Se la robó y se fue solo frente a Silva, a quien venció, pero ¡clank! La pelota dio en el caño y ahí venía Cándido para inflar las redes y hacer explotar las tribunas.

Se abrió el partido para Nacional porque Boston River salió muy bien a buscarlo. Cuando faltaban 15 para el final del partido Iturralde hizo tres cambios para llenar de delanteros la cancha y estuvo bien porque puso peligro sobre Rochet. Hasta ahí. Sólo peligro, sin convertir.

Una enorme victoria de Nacional, un partidazo de Boston River y otra marca en la memoria mínima por la presencia del Lui.