La juvenil sub 20 goleó por tercer partido consecutivo. Esta vez no fue como los de antes, con supremacía, sino trabajando mucho y dando vuelta un partido que, hasta los 60 minutos, estaba chivo. La enorme clase de Álvaro Rodríguez, que se despachó con tres goles, fue fundamental para la victoria celeste (ver ficha).

A falta de un partido, Uruguay se clasificó al hexagonal final que comenzará la semana que viene y que tendrá como premios el título de campeón y la clasificación al Mundial de la categoría.

1. Banda de cambios

Nueve fueron las variantes que ensayó Marcelo Broli en la alineación titular de Uruguay. Sólo el arquero, Randall Rodríguez, y Rodrigo Chagas repitieron titularidad con respecto al partido pasado. Los porqués los dio el entrenador en sucesivas declaraciones y son entendibles: acumulación de partidos, riesgo de tarjetas que acarreen suspensión y, sobre todo, seguridad en puntos producto de las victorias en las dos fechas iniciales del campeonato. Nueve cambios, pero además una reconfiguración estratégica, porque la celeste no salió con su habitual 4-3-3 y sí con un 3-4-3.

Salvo por el gol inicial de los bolivianos, de penal producto de un agarrón de Emiliano Rodríguez, no estuvo mal la apuesta de Broli. Porque Uruguay, más allá de los nombres, fue superior a su rival, lo atacó con diferentes fórmulas –tanto se proyectó por las bandas como intentó por el sector central– y, por el contrario, no pasó mayores problemas defensivos (salvo desajustes de marcas en un par de córneres).

En el transcurso de los partidos se hacen cambios. Las razones son casi infinitas. No estaba jugando mal Uruguay cuando iban 60 minutos de partido, pero también era palpable que le faltaba cien gramos para el kilo: fallaba el último pase, se erraba abajo del arco, los cabezazos eran débiles o pronunciados.

2. Vuelta a cambiar

Nuevos gurises, nueva impronta, nuevos talentos, misma energía. Antes de que el entrenador mandara cuatro cambios de una, todos con jugadores que son de los pesados del equipo, Uruguay tenía a Bolivia contra su arco. No podía definir, pero la sensación de que eso podía pasar se palpaba.

No había aparecido en el marcador Álvaro Rodríguez. El Torito, el del Real Madrid, había estado negado en su partido debut. Contra Bolivia se destapó, justo después que entraron los compañeros frescos. Y por duplicado, porque primero apareció de cabeza para poner la igualdad, y después fue pescador en su área aprovechar un centro rastrero al segundo palo. Después, en su tercero personal, demostró su clase entrando como Perico por su casa y definiendo a piacere. El otro lo hizo Fabricio Díaz de penal. La celeste y su calidad para dar vuelta el partido y para lo más importante: clasificarse al hexagonal final, ahí donde se cuecen las papas.

Uruguay ahora mira con atención lo que pasa en el grupo A que se definirá este viernes. Hay dos que ya están clasificados, Paraguay y Brasil, y el restante saldrá entre Colombia y Argentina, que precisamente juegan entre sí (ambos partidos van 21.30 de nuestros relojes).

La ventaja es de Colombia, que lleva 5 puntos, contra 3 que tiene la selección albiceleste. Más claro: mientras los cafeteros tienen dos resultados a favor (ganar y empatar), Argentina sólo pasará a la instancia decisiva si vence a la selección local.

3. Con fuerza

Luego de cuatro fechas, los juveniles celestes son los únicos que tienen resultado perfecto: nueve puntos sobre nueve posibles. Es un buen augurio, no sólo por la efectividad, sino por las formas con que se han obtenido. Esta fue la primera vez que Uruguay empezó perdiendo en el Sudamericano sub 20. Era una incógnita saber cómo tomaría esa circunstancia de partido una selección celeste que hasta ahora había cosechado buenos rendimientos y goleadas. Ahora, con el diario del viernes que dice que Uruguay ganó, es bueno saber que pasó lo que pasó, que empezó perdiendo pero tuvo cabeza y rendimientos como para sobreponerse a un rival que, con ventaja, se le metió atrás y achicó los espacios. Ahora se sabe que Uruguay puede tener paciencia para buscar romper partidos adversos y complicados.