La Copa Uruguay fue y es una instancia tan esperada como necesaria, que precisa aceite, arreglos y acuerdos sobre la marcha que le permitan avanzar y mejorar.

También precisa aguante, hombro, presencia y empuje para su propio desarrollo, pero además para contener los daños colaterales de ataques que no apuntan a la competencia ni a sus participantes y sí a grupos y personas.

Así fue en la primera de 2022 y lo es en este chueco 2023, donde una serie de variables, más la desprotección y el desinterés de operadores en el ámbito del fútbol, la dejan de lado y sin atención.

El nacimiento, y su evolución en el tiempo, de la Copa Uruguay ha sido un hito histórico para el deporte y para nuestra sociedad. Su desarrollo, la praxis, sus problemas y sus éxitos seguirán haciendo perfectible el evento, pero su realización es una enorme marca en un camino necesario.

Necesita estar en la calle, en nuestros trabajos, en nuestra vida, y en tiempos de virtualidad resulta imprescindible estar en pantalla. No lo está y eso conlleva a una caída atroz de sus acciones en la bolsa de los aficionados del fútbol. No está, no se ve, y encima desde buena parte de los operadores se la ningunea y casi se la descalifica.

La pelota ha recorrido decenas de canchas y ciudades, con los aficionados casi huérfanos de información y contexto, hurgando en sus medios sociales demandando su natural inquietud por ver en pantallas los partidos, aunque más no sea resúmenes en diferido, los goles, las definiciones por penales.

Quién te ha visto y quién te ve

Alguien prende la cámara de su celular desde la tribuna España del Dickinson, y pone en directo el que cree que puede ser el último de la larga tanda de penales que definirá la continuidad del local, Ferro Carril, en su partido en casa ante Bella Vista, que ha viajado en el día desde Montevideo sin su técnico principal y con varios juveniles a cumplir con el partido que terminó empatado. Hace dos horas estoy antenado con todas mis viejas prácticas de búsqueda de la información accionadas, y las para mí nuevas de revisar el espinel de todas las redes sociales que puedan existir y que conecten a nuestros vecinos ya no desde el mate en la puerta , el café del trabajo, o la escoba y la pala en la vereda, sino desde sus vínculos en Instagram, Twitter, Facebook, Youtube, lo que sea por una limosnita de información de imagen de ese partido.

Javier Quintero patea el último penal, la cámara del teléfono lo sube en vivo, no hay relato ni contexto, el riverense que juega para los salteños la tira tan a la derecha del arquero vencido que da en el caño, parece que sale, camina por la línea sin entrar, por siete metros y treinta y dos centímetros y, cuando da en el otro caño, dos segundos después, entra y desata la locura de los de Ferro, todos, jugadores e hinchas, porque han clasificado.

Los que no pueden estar en las canchas o en los estadios, pero tienen la inquietud de saber cómo va el cuadro, en qué estará el partido de aquellos, no han tenido oportunidad de cazar transmisiones de los partidos, y entonces hay que hacer una ingeniería de rastreo de Twitter, Instagram, Facebook y lo que venga para hacerse una idea de lo que pasó y de lo que está pasando.

El año pasado, con el conflicto ya instalado de la enajenación posible de los derechos de televisión que no correspondieren a Tenfield, AUF TV pagaba un canon de 800 dólares a cada club televisado y a su vez acordaban con productoras locales para levantar la transmisión para el canal de la AUF.

Hasta que el fin de semana llegó el camión de exteriores y los tiracables empezaron a armar su ingeniería en la cancha, ni uno solo de los 48 partidos jugados en 15 ciudades distintas, 22 de ellos en Montevideo y los 26 restantes en Florida (4), Salto, Colonia y Minas (3), Dolores, Libertad, Durazno, Rocha y Nueva Helvecia (2), y Paysandú, San José, Maldonado, y Treinta y Tres y Juanicó (uno en cada ciudad), tiene registros públicos de imágenes en directo o en diferido que permitiesen al imaginario popular futbolero ir caminando al lado del campeonato con golazos, errores, fallas y situaciones insólitas.

Así es difícil, pero hay que aguantar. Hay que aguantar el etnocentrismo montevideano y de los clubes de inmensas convocatorias, hay que aguantar las operaciones de descalificación por baranda al gobierno de la AUF, pero que hacen foco en el desarrollo del torneo, hay que aguantar las veleidades de clubes que olvidan sus pretéritas intenciones de nacer, vivir y crecer para jugar, porque entienden que este campeonato no sirve/no importa/no tiene sentido, hay que aguantar el egoísmo de clubes y ligas de OFI que no acompañan debidamente a su o sus representantes.

El aguante

Es una instancia trascendental donde a igualdad de condiciones en una cancha se miden sin concesiones más de 1.000 futbolistas de todos los departamentos soñando con ser el mejor de Uruguay, y llevando el fútbol, la camiseta y el pueblo por distintos rincones del país.

Un hito histórico se construye, no se genera azarosa ni espontáneamente. Ideas, cientos. Propuestas, decenas. Planes y proyectos, incontables. Intentos, unos pocos. Sueños de a miles en generaciones que han atravesado un siglo en Uruguay. Copa o campeonato que involucre a todo el territorio nacional, a todo el espectro futbolero institucionalizado, ninguno a excepción de esta Copa Uruguay, de la que pasó, con presupuesto para financiar los gastos básicos, y de esta donde todo ha sido más problemático, incluso con la idea de bombardearla.

Esta copa debería ser una aspiración para mejorar la competencia, pero además para explotar debidamente el fútbol como espectáculo popular y propio en cada uno de los rincones del país, y no como circunstancial plaza de alquiler para que los pobladores y aficionados locales queden con la ñata contra el vidrio mientras viene el cuadro de la capital.

Fui y sigo yendo a todas las canchas como una de las más placenteras visitas que puedo hacer semana a semana, mi fiesta de cada fin de semana, pero hay algo aprendido, aprehendido, que no puedo dejar de sentir, de transferir.

Para mí, no puede ser más estimulante la realización de este campeonato. Desde hace décadas he estado zurciendo todas las actividades del fútbol uruguayo y empujando por la construcción de un torneo de estas características, y ahora que lo tenemos y que va, lo empujo, lo empujamos, le ponemos el cuerpo y lo cuidamos.