En medio de la discusión por los derechos laborales de los futbolistas es necesario revisar las dinámicas que vinculan trabajo y deporte en todas sus disciplinas. A pesar de que el fútbol es el deporte con mayor cobertura en el país, todos los atletas profesionales atraviesan dificultades para que su trabajo como deportistas sea rentable.

Durante el Seminario de Deporte y Cultura del Instituto Superior de Educación Física (ISEF), un grupo de estudiantes de la licenciatura se inclinó por realizar su trabajo final de grado sobre cómo financian sus carreras los y las deportistas de alto rendimiento en Uruguay.

En este contexto, la diaria conversó con los licenciados en Educación Física y autores de esta tesis de grado, Camilo De León y Eugenia Guillén, parte del equipo que completan sus colegas Victoria Zurdo y Charly Fuentes. El documento se tituló “¿Es posible concebir a las y los deportistas de alto rendimiento uruguayo como trabajadores? Un estudio de los medios de financiamiento del alto rendimiento desde las políticas públicas entre los años 2015-2020” y está disponible para su lectura online.

Tanto De León como Guillén conocían casos cercanos de deportistas de alto rendimiento que dependían de múltiples becas a pesar de alcanzar los mejores resultados a nivel nacional y regional. También les contrariaba el hecho de tener que dedicar tiempo por fuera de lo estrictamente deportivo a buscar financiaciones tanto de políticas públicas como de terceros o empresas vía publicidad.

“El deporte lleva mucho tiempo, si sos deportista de alto rendimiento, tenés que estar solamente para eso: entrenar, descansar, cuidarte y estar bien alimentado para la siguiente competición”, comentó De León.

Para dedicarse al deporte, intentar encontrar todos los recursos para gestionarse supera estrictamente lo deportivo. La situación del deportista no es como la de cualquier trabajador que deja de trabajar cuando termina su jornada laboral.

“Como el deportista es la fuente de sus propios ingresos, se responsabiliza de cuestiones que son responsabilidad del Estado. Entrena, vuelve a su casa y tiene que seguir trabajando en torno a su carrera y autogestionarse. Es un trabajo 24/7 y las políticas públicas no contemplan todo porque no abarcan toda la problemática que tienen los deportistas”, enfatizó Guillén.

Para estudiar esta problemática se contactaron con atletas y consultaron autores que teorizan sobre deporte y trabajo, que es un área poco estudiada en Uruguay. Se respaldaron en aportes teóricos de Michel Foucault (1988, 1990, 2007) y Hannah Arendt (1993, 2009, 2018) y teorizaron con la idea de trabajador, laborista y pseudolaborista, así como el concepto de “empresario de sí”.

¿Trabajan quienes se dedican al deporte de alto rendimiento?

Para estudiar las posibles respuestas a esta pregunta, el equipo se apoyó en autores extranjeros y en colegas nacionales. Como ejemplo de estos últimos, establecen la relación entre el modelo productivo capitalista y el alto rendimiento deportivo: “El alto rendimiento se relaciona con el principio económico de productividad, rentabilidad, no ociosidad, etcétera. Aquí, la o el deportista se configura como ‘empresario de sí mismo’ y su vida cotidiana, privada, se encuentra determinada por esta lógica de mercado (Rodríguez y Seré, 2018)”. Los mismos autores complementan que “el deporte de alto rendimiento se trata de rendimiento y de eficiencia, o del máximo de plusvalor que se pueda extraer en ese proceso”.

De León explicó que crearon “un concepto para llamar a los y las deportistas de nuestro país, son 'pseudoprofesionales' por el hecho de que son supuestamente profesionales, pero la diferencia es lo que perciben”. Todo el trabajo extradeportivo que deben realizar no está regularizado en materia de aspectos laborales y no es considerado como tal.

Asentados en el concepto de capital de Foucault definieron el “capital deportivo”, que es esa diferencia de los atletas de alto rendimiento con los trabajadores. “Los pseudoprofesionales tienen que desarrollar ese capital deportivo para poder realizar su práctica y no tienen el capital económico que tienen los basquetbolistas y futbolistas, que sí son considerados como profesionales”, apuntó Guillén y completó: “La acción que realizan es la de laborar, no la de trabajar, según Arendt, y queda limitada porque no son parte de las políticas públicas que regulan sus prácticas deportivas”.

Para acortar esa distancia entre lo que cuesta ser atleta de alto rendimiento y lo que perciben por su trabajo es que “los atletas generan medios de financiamiento a través de asociaciones con otros sectores de la sociedad como empresas públicas, privadas, patrocinadores o mecenas deportivos que mediante sus inversiones permiten su sustento”, acorde a lo evidenciado en el trabajo de los licenciados en Educación Física. A través de ese patrocinio, las empresas obtienen el uso de su imagen y les reciben en eventos empresariales.

En paralelo a estas dinámicas están las políticas públicas, aunque “el principal descubrimiento fue que el Estado no brinda políticas públicas a los atletas de alto rendimiento puesto que las acciones estatales sólo se orientan a administrar algunos recursos puntuales de algunos atletas y no todos”, concordaron ambos.

Estudiaron las tres políticas públicas existentes para el financiamiento de carreras o instituciones deportivas en Uruguay: el Programa de Vacantes Deportivas Militares, la Fundación Deporte Uruguay y la Comisión de Proyectos Deportivos.

Lorena Aires (archivo, diciembre de  2020).

Lorena Aires (archivo, diciembre de 2020).

Foto: Ernesto Ryan

Políticas públicas deportivas

En el caso de las Vacantes Militares Deportivas o “becas militares” como son popularmente conocidas, refieren a 15 contratos de trabajo, cinco en cada fuerza (en el Ejército, en la Armada y en la Fuerza Aérea). “Se firma un contrato de trabajo por dos años, por el que deben respetar una reglamentación propia de la militancia, reciben formación, asisten a actos militares y a competencias militares en América Latina porque todos los países tienen este programa”, explicó Guillén.

Los nominan como trabajadores, pero perciben el salario mínimo nacional, lo que no es suficiente aunque resuelve puntualmente problemas que tengan para el desarrollo de su deporte. “En ese sentido, a través del concepto de Arendt, que distingue labor y trabajo, planteamos que, en vez de ser trabajadores, los atletas son laboristas porque la labor está ligada a las necesidades básicas del proceso de la vida, que se producen y se consumen instantáneamente en ese momento”, vinculó De León y concluyó: “No pueden vivir de la práctica deportiva, tienen que trabajar de otra cosa, mientras que el deporte da para el día a día”.

Arendt expresa que el trabajo es algo duradero y se relaciona a la vivienda, a las vacaciones, al tiempo de ocio y las compras. “Esto no se obtiene a cambio de desarrollarse como atletas de alto rendimiento, sólo abastecen a través de su labor las necesidades básicas de la vida. A partir de las fuentes no podemos considerar que los deportistas de alto rendimiento desarrollen su actividad como un trabajo”, sentenció la licenciada.

“Es más, el programa de vacantes militares reconoce que el sueldo otorgado es relativamente bajo para el deporte. Brindan servicios que están al alcance de la institución militar, como un lugar de entrenamiento, la asistencia médica y el salario mínimo”, fundamentó. Por otro lado, su compañero argumentó que ese programa “no excluye apoyos cruzados. Puesto que lo que le dan a los deportistas no les da, quizás con dos o tres apoyos puedan llevar adelante su actividad”.

La Fundación Deporte Uruguay es un “espacio de encuentro entre la Secretaría Nacional del Deporte y el Comité Olímpico que nuclea a las Federaciones de deportes olímpicos. El ámbito tiene como finalidad contribuir al desarrollo del deporte de alto rendimiento a través de la captación de fondos públicos y privados”, según consigna la web estatal.

“La Fundación evita totalmente la noción de trabajo en sus bases y dice que los atletas beneficiarios son becarios, pero por las condiciones están lejos de serlo”, contrastó la investigadora. En la Fundación Deporte Uruguay se dispone de un presupuesto anual que se divide entre los participantes que se presentan y son aceptados. Para esto hay que planificar el año deportivo y presentar el plan, que puede ser aceptado o no.

La tercera opción es el mecanismo de exoneración fiscal para fomentar la financiación de las instituciones deportivas Comisión de Proyectos Deportivos (Comprode), que les hace rendir todo lo que los atletas gasten. Se brinda una cantidad de dinero y los atletas deben demostrar los gastos mediante comprobantes de pasaje, estadía, equipamiento, alimentación, etcétera. Al analizar esta opción se encontraron con que “la gran mayoría de los proyectos aceptados eran de fútbol y básquetbol, algunos de tenis y automovilismo y un par de surf”, aseguraron.

Por todo esto es que, según los mencionados profesores de Educación Física, los atletas de alto rendimiento se tienen que desarrollar como “empresarios de sí” para poder sobrellevar su “trabajo” como deportistas.

El caso emblema

A lo largo de la investigación los licenciados en Educación Física se contactaron con Lorena Aires, atleta de alto rendimiento que se desempeña en Salto Alto. Aires conversó con la diaria al respecto y contó que inició su carrera a los nueve años, a los 12 participó en el primer torneo sudamericano de atletismo, ingresó a la selección y tan solo un año después viajó por primera vez al exterior representando a Uruguay. Desde ahí han pasado varios años y hoy con 28 es la presidenta del Comité de Atletas de Atletismo Sudamericano para el período 2023-2027.

“A los 17 años me vine a Maldonado con la beca completa del Campus de Maldonado que tiene alojamiento y alimentos. A su vez tenía también un respaldo en marcas de ropa y otras marcas que venían de respaldo con la selección. A los 21 accedí a la beca militar que fue el ingreso económico fijo que tuve”, relató Aires.

En el inicio de su carrera contó con el apoyo de sus padres y de los clubes en los que se desempeñó, pero los sponsors llegaron luego de los resultados deportivos. “Aparecen cuando estás en selección y ya tenés resultados. En Uruguay, tener resultados implica un récord, no basta con ser el mejor en tres millones de habitantes. Es muy difícil, en realidad habría que apoyar el crecimiento y el proceso”, contrastó.

Para la saltadora sería una facilidad para el deportista poder tener apoyos de diferentes lugares, puesto que “es muy injusto tener que trabajar tan duro, a pulmón, para llegar al éxito, y recién al clasificar a un Mundial, a un Juego Olímpico o a un Panamericano es que aparecen”.

Ciclos

Aires contó que para mantener las becas militares “tenías que estar dentro del ciclo olímpico y cada año no puedes bajar el nivel de desempeño. Da igual que seas el mejor del país, que tengas ocho, nueve o diez récords, cada año tenés que mantenerte en tu umbral”.

En caso de pasar por una mala racha, que puede suceder debido a que el rendimiento es cíclico, pierden ese beneficio. “Trabajamos con nuestro cuerpo y no siempre está en un pico de rendimiento, las competencias no ayudan con la temporada, a veces tenés problemas personales y te afectan en el rendimiento deportivo”, ejemplificó.

El camino es complicado y exigente, “romper un récord implica llevar tu cuerpo al límite para obtener resultados. La gran mayoría de las veces no lo lográs. Es lo normal, no se da y generan frustración en el deportista porque invertís mucho tiempo y mucha energía. La gente no entiende esa parte porque el resultado no se vio, pero detrás se trabajó muy duramente”. Es común que frente a un resultado no logrado “perdemos becas o apoyos y la gente cree que no nos estamos preparando o que estamos de fiesta, pero la verdad es otra”, sostuvo Aires.

La letra chica

Existen algunas condiciones extradeportivas para mantener el estado de beneficiario de las Vacantes Militares Deportivas. “Una vez que tenemos la beca militar y llega el apoyo económico, ellos valoran el trabajo realizado en nuestro campo, que es el deporte. Valoran que nosotros vivimos esto, nos levantamos, entrenamos hasta los fines de semana, competimos y pasamos viajando”, narró Aires y apuntó: “A su vez tenemos que asistir a las competencias militares, tienen muy en cuenta tu desempeño dentro de la selección, debemos cuidar mucho nuestra conducta, lo que publicamos en redes sociales, lo que hablamos y las entrevistas que damos”.

En algunas ocasiones Aires quería publicar en sus redes contenido cotidiano y descontracturado, vinculado a sus afectos y a su vida personal, por fuera de la carrera deportiva. “A veces es demasiado estructurado todo y eso hace que tengamos que tener dobles cuentas, por un lado publicar mi vida normal y, por otro, mi carrera deportiva en una imagen más seria”, explicó y fundamentó: “Si bien nosotros no ejercemos como militares, cuidamos cómo nos manejamos porque sabemos que estamos representando también a la milicia, entonces, indirectamente tenés que ser lo más similar a eso posible”.

Enfocada en el lado positivo de esta dinámica, la atleta valoró que la situación compartimentada fue útil: “Estuve muchos años en la milicia con la beca militar, entonces me llevó también a que esa imagen que estaba mostrando de deportista, de seriedad, hacía que se viera bien dentro del mundo del deporte y pudiera expresar ciertas habilidades y cómo salir adelante en el deporte”, aseveró.