Comenzó el rodaje de los equipos de primera en la copa que reúne a todas las divisionales de fútbol masculino, y fue el turno de Peñarol, que debutó en la Copa Uruguay con un triunfo 3-0 ante Sud América. Carlos Sánchez, Brian Mansilla y Kevin Méndez fueron los artilleros en el encuentro disputado en el estadio Artigas de Paysandú, correspondiente a los dieciseisavos de final del torneo. Ahora el aurinegro deberá medirse con Boston River, que eliminó a Universitario de Salto.

El conjunto dirigido por Darío Rodríguez llegó al encuentro con un claro envión anímico por su presente en el Torneo Clausura, que lidera, mientras que los buzones se encuentran en la situación opuesta, ubicados en el peor lugar de la tabla de la Segunda División Profesional.

“Los golpes llegaron en el momento determinante, sufrimos el 1-0 e inmediatamente cuando empezó el segundo tiempo sufrimos el otro gol de ellos. Con goles e inferioridad numérica ya es mucho más difícil”, dijo Ramiro Martínez al finalizar el partido, y esa declaración del entrenador de la IASA define perfectamente lo que sucedió en la cancha. Peñarol demoró un tiempo entero en plasmar el dominio claro en el marcador, pero logró hacerlo en momentos cruciales y así pudo consolidar su supremacía confirmando lo que se esperaba en la previa por el presente de cada conjunto.

El mano a mano

Darío paró un equipo alternativo y en él se destacaron Pato Sánchez -que abrió el marcador de tiro libre-, Mansilla -que aumentó la ventaja- y Méndez, que selló la goleada. Mérito para el aurinegro, porque no siempre coinciden los buenos rendimientos con los encargados de convertir.

El manya dominaba el partido, pero no era contundente frente al arco y entonces esa superioridad no se reflejaba en el marcador, algo que cambió cuando fue expulsado el arquero de la IASA, Facundo Silva, y el carbonero aprovechó el tiro libre. Sánchez abrió el marcador cuando se terminaba el primer tiempo y su equipo quedó con doble ventaja, la del marcador y la de la cantidad de jugadores.

A la vuelta del vestuario el manya continuó dominando y rápidamente Mansilla aumentó la ventaja. A esa altura del partido no había dudas de quién jugaba mejor. Peñarol estaba para más. Y llegó: tras una jugada que inició Santiago Homenchenko, Matías Aguirregaray llegó con un remate que terminó en un rebote para Méndez, que sin titubear la mandó a guardar y, cuando la pelota tocó la red, apareció una sonrisa en su rostro, característica de esos tantos que significan un gran logro individual, en este caso para un jugador que cuando llegó al aurinegro tuvo destellos pero nunca se consolidó y la irregularidad se apoderó de su desempeño.