En un partido casi escondido, que empezó al mediodía cuando los táper de Crufi travestidos de viandas se desperezan en el trabajo, y que hizo equilibrio entre la clandestinidad informativa y el desinterés, Uruguay venció en los penales a Colombia después de empatar 0-0 y se quedó con la quinta colocación del fútbol masculino de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.

El elenco sub 23 de los orientales, que no salió del universo de los jugadores elegibles sino de aquellos que algunos clubes, y no todos, decidieron que eran “prestables”, volvió en su cuarto partido del torneo, lejos de las expectativas de una selección de jóvenes uruguayos.

En ningún caso, de los 18 que jugaron en el campeonato, se podría decir que fallaron o fracasaron, pero sí fue claro que juntos no pudieron encuadrar un piso de juego colectivo que permitiera su optimización o que se apoyara en alguna individualidad si era necesario.

En el encuentro con los colombianos la oncena se armó de manera tal que empezaran jugando aquellos que no lo habían hecho en esa condición, que tuvieran la oportunidad de demostrar sus condiciones.

Reyes disponía de 15 de los 18 jugadores porque Ramiro Méndez, el golero que había atajado los tres partidos anteriores, y Diego Hernández, el zurdo nacido en Wanderers y que ahora está en Botafogo, estaban suspendidos, mientras que Emiliano Rodríguez, de Boston River y autor del único gol de Uruguay en el campeonato, estaba lesionado, así que entraron jugando Facundo Machado; Sebastián Figueredo, Renzo Orihuela, Martín Gianoli, Edhard Greising; Vicente Poggi, Francisco Barrios; Juan Cruz de los Santos, Manuel Monzeglio, Rodrigo Piñeiro y Dylan Nandín.

Atados y sueltos

Poco y nada pasó en el primer tiempo, a tal punto que Uruguay no llegó a marcar para la pizarra del entretiempo ni un solo tiro al arco colombiano. En el complemento la cosa cambió, se soltaron los contendientes y generaron muchas situaciones, que en el caso de los ataques uruguayos no pudieron concretar por la última puntada, y en el de los colombianos se encontraron con buenísimas intervenciones de Facundo Machado.

Estuvo muy bien el zurdo riverplatense Juan Cruz de los Santos, con algunos acordes maradonianos -el zurdo habilidoso y engañador suele imantarnos-, y también su par Joaquín Lavega que entró en el segundo tiempo.

En los segundos 45 entraron todos los que quedaban en el banco, porque además de Lavega ingresaron Alan Saldivia, el central de Colo-Colo, Rodrigo Chagas, de Nacional, y Jairo O'Neil, de Unión de Santa Fe, que además fue el que inauguró la serie de penales con acierto.

Cuando el riverense Machado atajó el cuarto penal de los colombianos -los siete anteriores que alternaron celestes y cafeteros habían ido a las redes- pareció que Uruguay se quedaría con el premio consuelo, si es un consuelo ser quinto, pero sin embargo el penal siguiente de Piñeyro dio contra el caño, por lo que Machado debió apelar a sus condiciones y a entrenar un segundo de héroe casi desconocido, y atajó el quinto penal por lo que Uruguay se quedó con el quinto puesto.

Una lástima si lo pensamos desde la presunta potencialidad que puede tener un plantel de jóvenes futbolistas uruguayos que han nacido en este siglo. Todo pareció resolverse casi por obligación, jugadores, cuerpo técnico, delegación, y así no funciona habitualmente lo mejor del espíritu deportivo.