No importa cuándo leas esto: el Chino Álvaro Navarro abre los brazos y festeja un gol más con la camiseta violeta. La emoción es ineludible. Parece que el gol no sabe envejecer. No sabe apagarse, teme apagarse como una vela de noche, es tembloroso el gol. Pero está presente como un amigo. El gol es un amigo, y los amigos están aunque sea por un ratito, en los empates, en las victorias, en las derrotas, en las reivindicaciones. Esta versión moderna del delantero lo encuentra con la capacidad goleadora intacta, aunque juegue de a ratos o entre a la cancha para poner la firma en los últimos suspiros de un partido. El Chino Navarro atraviesa sus últimos meses como delantero, dice, y se perfila como director técnico para lo que cuenta con el apoyo de una eminencia como el profe Luis Mena. El contexto de las selecciones juveniles dirigidas por Marcelo Broli, la novedad del Sudamericano y la cercanía del Mundial, así como también el devenir cotidiano junto a compañeros de otras generaciones, le despierta ciertos recuerdos de brillo de otros años. Además, su hijo la rompe en las inferiores violetas, opta por esa formación de vestuarios que también vivió su padre y eso para el goleador es un orgullo.

Es recordado el hecho de Álvaro Navarro en tiempos de selecciones juveniles cuando una enfermedad lo alejó de las canchas siendo promesa. Aquello se convirtió en un acto de resiliencia que lo acompañó para el resto del tiro. Defensor jugará este fin de semana. El delantero de goles plateados aportará sabiduría en lo que significan quizás sus últimos partidos como futbolista profesional. Para hacer un repaso por la historia y desembocar en el presente del histórico jugador de un club emblema, el Chino Navarro habló con la diaria.

¿Qué tan significativo ha sido para tu carrera haber atravesado una enfermedad que te alejó de las canchas con la edad de estos chicos que brillan ahora al lado tuyo o en la selección?

Estaba en la sub 20, me salió un bulto en el cuello y me diagnosticaron que era Hopkins. Me atendió Ney Castillo, que fue presidente del club. Lo quiero mucho. Cuando me dijo eso, lo primero que le pedí fue jugar el campeonato sub 20 y después operarme. pero no, el tratamiento tuve que empezarlo en el momento y dejé de jugar unos meses. Estaba en tratamiento de quimioterapia, pasaba un día jodido y al otro día me iba a jugar al fútbol a la plaza. No entendía bien lo que estaba pasando, pero fueron seis meses sin jugar al fútbol de competencia. Nunca pensé que no iba a volver. 24 radiaciones, me iba para mi casa, me recuperaba y ya quería salir a jugar de nuevo. La inocencia de la edad me hizo pasar todo más rápido. Terminé jugando al año siguiente con la sub 20 que era de mi categoría porque en la anterior jugaba con los más grandes. Tarde o temprano llega la recompensa. A los chicos que están pasando una enfermedad siempre les digo que la cabeza es fundamental. La tristeza por perderse cosas al estar enfermo es lo que hace que arranquemos perdiendo. A mí me permitió darme cuenta que hay muchas cosas en la vida y que no es todo fútbol. Con esa fuerza pude valorar las cosas de otra manera.

Álvaro Navarro, durante un partido por Copa Libertadores, en el estadio Luis Franzini (archivo, febrero de 2019).

Álvaro Navarro, durante un partido por Copa Libertadores, en el estadio Luis Franzini (archivo, febrero de 2019).

Foto: Federico Gutiérrez

¿Cómo visualizas a tus compañeros juveniles en Defensor cerca del próximo Mundial sub 20?

Seguramente hay cosas que se parecen en la forma de trabajo de Marcelo Méndez y Marcelo Broli porque trabajaron juntos, mucha intensidad todos los días. El otro día jugaron Matías Abaldo, Anderson Duarte, Matías Rocha, Seba Boselli, todos veinteañeros, y nosotros los más grandes que acompañamos. Defensor siempre trabaja bien en ese sentido, pero hay un problema en el fútbol uruguayo que parece que con 22 años son viejos porque no pegaron el salto, cuando tienen diez o 15 años más para jugar. Yo me fui a Gimnasia con 23 y me creía que era un gurí, para mí era todo nuevo, y hoy en día cada vez más jóvenes si no se les dio el pase parece que es un fracaso. Imaginate que yo estaba en la sub 20 y no tenía teléfono. Mi madre me prestó un ladrillo que servía para llamarla una vez al día para que sepa que estaba todo bien. Eso cambió todo. Está el gurí que te mira y te escucha y está el que te mira y te contesta o no le da importancia. Hay algunos que te piden que le digas cosas para aprender. También está el que no quiere aprender y ese directamente no va a aprender aunque le digas. En un par de años le perdieron la pisada a los otros.

Hay cuatro o cinco categorías que marcaron un antes y un después en la formación de futbolistas de Defensor y vos te encontrás dentro de esa gama ¿Qué lectura hacés de esta importancia?

Esas generaciones fueron una locura, no puedo ponerme a nombrar porque son demasiados, pero el Zurdito [Andrés Lamas], el Mono [Maxi Pereira], el Tata [Álvaro González], Juan Aguirre, Facha [Diego] Ferreira, Trufa [Sebastián] Ariosa, Danilo Peinado, Chino [Christian Sosa], Miguel Amado, la lista es impresionante, todos ganaron cosas con Defensor. Y el Complejo Pichincha es la casa de toda esa gente. Llegaban los domingos y sentíamos que íbamos al Bernabeu. Siempre tuvimos pertenencia con el lugar, más allá que sabías que si perdías el 109 ya llegabas tarde, o tenías que tomarte el 105 o el 546 hasta Portones y de ahí ir corriendo hasta Pichincha. El que nace ahí siente esa sensación de siempre querer estar. Mi hijo sale del colegio y se va a Pichincha, vuelve a casa a las 8 de la noche, a mí me pasaba lo mismo, a veces pasás más tiempo con tus compañeros entre la práctica y el bondi que con gente de tu familia. Eso hace crecer el sentido de pertenencia, el sentido del compañerismo.

¿Qué sentís cuando tu hijo empieza a seguir pasos parecidos?

Me pone muy contento. Si fuiste jugador de fútbol vas a querer que tu hijo tenga esa experiencia. El gurí viene haciendo las cosas bien, yo lo único que le digo es que cada cosa a su paso. En el fútbol lo que hacés hoy, sea bueno o sea malo, mañana ya está olvidado. Entonces siempre hay que estar haciendo algo bueno para mejorar y demostrar todo el tiempo. Es como ganar o perder, si perdiste estás mal y si ganaste estás contento, pero seguro tenés otro partido dentro de tres días. El año pasado fue goleador pero este ya es otro año. Todo lo que hiciste nunca alcanza. Nosotros podríamos haber clasificado en la Copa y podríamos haberle ganado a Liverpool el lunes, pero no pasó. La crianza en el fútbol es así, en la séptima conocés gente que viene de Paysandú, de Rivera, que no conocen Montevideo, que hasta ese momento vivían de otra manera.

Partido por la final de la Copa AUF, entre Defensor Sporting y La Luz, en el Estadio Centenario (archivo, noviembre de 2022).

Partido por la final de la Copa AUF, entre Defensor Sporting y La Luz, en el Estadio Centenario (archivo, noviembre de 2022).

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¿Cómo te llevás con el gol después de tantos años?

Nunca estoy pensando cuántos goles llevo, ni entro a un partido pensando en un récord o en sumar un gol más en Defensor. Disfruto cada vez que entro a jugar, ya sean dos minutos, diez minutos, un tiempo. Sé que ya no tengo ni la potencia ni la intensidad, ni quizás la velocidad que tenía hace diez años. Lo que no cambia es la técnica, y ahí todavía se puede hacer una diferencia, con un pase, con una pared, con visión. O estar parado en el mejor lugar. En el día a día estoy contento, sé que cada vez voy a jugar menos, estoy pensando en retirarme a mitad de año, está bueno dejar el fútbol y no que el fútbol te deje. Me iba a retirar a fin de año, me pidieron en el club que jugara un poco más, me convencieron y ahora están diciendo ya que siga hasta fin de año. Pero yo no quiero estar ocupando un espacio o tapando a alguien, y para estar quiero estar bien, para que cuenten conmigo. Si no voy a cumplir cuarenta y voy a seguir acá en Defensor porque sé que Defensor no va a prescindir de mí, no me va a decir “Chino hasta acá llegamos”. Me han llamado de otros equipos de segunda que supieron que me estaba por retirar, pero jugué toda la vida en Defensor, sería extraño no retirarme en Defensor con todo lo que me brindó.

¿Vas a transformar el oficio de goleador en otra cosa?

Me estoy preparando con el profe [Luis] Mena para ser entrenador. Cuando volví a Defensor en el 2017, fue el profe quien me impulsó a hacer el curso y eso se lo recomiendo a todos los chicos. Hacer el curso te aclara muchas cosas del juego y poder hacerlo cuando estás todos los días en una cancha no es lo mismo que hacerlo después. Pensás que sabés todo de tu puesto, pero en realidad no, y mucho menos en otros puestos. Saber es una ventaja frente al rival. Como nueve hacés un movimiento que no sabés ni por qué lo hacés, lo hacés porque hace 20 años lo hacés, después te das cuenta que es para liberar espacio para el puntero, para que se meta el otro nueve o para hacerle lugar al volante, todo tiene una explicación. No es miedo la palabra porque el miedo es otra cosa, pero cuando comenzás algo nuevo van a pasar cosas que no conocés. He tenido muchos técnicos en mi carrera, sé que hay cosas que están bien y hay cosas que no. Uno de los mejores que tuve fue Diego Cocca, si había que entrenar cuatro horas lo hacía, porque entrenaba con el equipo titular y con el equipo suplente. Se quedaba hasta que entienda el último. La forma de trabajar de Marcelo [Méndez] también es muy buena, tuve a [Alejandro] Orfila que trabajaba muy bien aunque los resultados quizás no se le dieron. A veces es así. A la hora de ejercer, todo eso que aprendiste con los años hay que ejecutarlo. Pero tranquilo, nadie nace sabiendo.

Orgullo de papá

Mi hijo jugó al fútbol en todos los países donde estuvimos, cuando volvimos empezó en Defensor con nueve o diez años. Tenía un primo que le regalaba camisetas de Peñarol, otro tío que le regalaba camisetas de Nacional, pero yo estaba tranquilo, sabía que si jugaba en Defensor tarde o temprano se iba a hacer hincha de Defensor como yo.