En el cierre del fútbol dominguero, Peñarol y Montevideo City Torque igualaron 2-2 en el Campeón del Siglo. Fue más el carbonero, pero no lo pudo cristalizar con goles. Fueron los dos primeros puntos perdidos por Peñarol en su casa, pero aún así continúa primero y con cierta distancia sobre el resto.
1. Las figuras
Existen partidos donde lo colectivo supera lo individual, por lo general son mayoría; hay otros encuentros donde, en buenos funcionamientos de los equipos, algunos jugadores se destacan por encima del nivel general; y están los juegos donde los destaques individuales son muy superiores a lo que sus equipos proponen, incluso son ellos quienes tiran del carro mucho más que el resto de sus compañeros. Este último caso pareció el partido de carboneros y ciudadanos, con dos jugadores que demostraron estar un nivel por arriba: Arezo en Peñarol y Palacios en Montevideo City Torque.
Arezo rompió el partido dos veces. Está en un nivel altísimo el jugador que pertenece al Granada de España. 11 goles en siete partidos hablan por sí solos. Y pudo hacer uno más, si no fuera porque Gastón Guruceaga le atajó un penal. Ese penal, precisamente, se lo hicieron a él minutos después de que Torque había empatado. Arezo se fabricó solo la jugada, yéndose por izquierda y haciendo un enganche justó para que lo tocaran –eso que llaman astucia–. Era el mejor momento de los visitantes.
Antes, cuando el partido recién había comenzado, Arezo también se fabricó su gol, porque en una corrida solitaria de esas que no llegan a nada, sacó un puntazo rastrero que sorprendió al golero rival y fue el 1-0 en apenas 8 minutos.
Palacios, por su parte, fue el dolor de cabeza permanente de la defensa aurinegra. El argentino de 21 años, que llegó a Torque proveniente de Platense, se encargó de romper líneas, sea con pases filtrados o colocándose entre detrás de los volantes defensivos de Peñarol. Los complicó un montón. Cuando le quedó una, definió como los dioses: aguantó hasta último momento la salida de Thiago Cardozo y ese tiempo le dio el aire necesario para abrir su zurda y meterla en el primer palo de un arquero que cubrió el otro (como manda la lógica).
2. Una vez abierto
Hay que dejar escrito que Guruceaga también fue figura. Cuando el partido se abrió, que fue con el 2-1 de Peñarol gracias a que Nicolás Rossi aprovechó el rebote en el penal de Arezo, el tránsito en la mitad de la cancha se pareció a una autopista fluida. Cuando la pelota corrió hacia el arco de Torque, dos veces Guruceaga salvó su arco: la primera parando un tiro rastrero de Rossi, la segunda tapándole un mano a mano a Arezo (que se las ingenió con un sombrerito previo). El golero, que había tenido cierta falencia en el primer gol del manya, subsanó su error con esas paradas.
Cualquiera de esas dos pelotas que terminaron en los guantes de Guruceaga pudieron ser la victoria de Peñarol. También alguna que tiraron afuera los delanteros aurinegros, pero esas ya son su responsabilidad. Pero las otras, las que tapó Guruceaga, hablan de la figura del golero y de cómo fue que Peñarol, aunque lo tuvo contra el arco, no pudo ni supo ganar una vez más.
Como si fuera poco, cubrir el arco propio le dio a Torque la posibilidad de siempre estar a un gol del empate. Y llegó, porque los ciudadanos nunca pararon de buscar el arco, aún con sus falencias. Ribas tuvo premio y ese empate les sirve para motivar la historia.
3. Historial
Peñarol y Torque se han enfrentado sólo once veces. No se superan: cuatro victorias para cada uno y tres empates.