Dos días después de ganar la Vuelta Ciclista del Uruguay, Yuri Corbo, director deportivo de Cerro Largo, ya estaba de vuelta en su taller de alineación y venta de cubiertas en Montevideo. Tal vez por haber dirigido al equipo melense en los últimos años, o por otros momentos de su carrera, un dato sorprende a muchos: “Yo soy montevideano, ni siquiera olimareño, porque en todos lados piensan que soy olimareño”, dice en alusión a las confusiones sobre cuál es su pago.

Con más tiempo que luego de cada etapa, cuando contestó cada pregunta antes de irse a conversar con su equipo, Corbo habló de su retiro, de la realidad del ciclismo en Uruguay y de los momentos de más tensión que vivió el pasado domingo.

¿Cómo estuvo la Vuelta?

Intensa. Nos tocó vivir una de las más disputadas de la última década, si no fue la más disputada. Que yo tenga en el recuerdo, las últimas que se disputaron así fueron en 2006 y 2007. El resto han sido mucho más light, y la verdad es que esta vez hasta la última raya no se sabía quién iba a ser el triunfador. Eso estuvo lindo. Es más lindo ganarla así, te queda un sabor más rico. Por más que en la guerrilla perdimos a algunos soldados, fue una Vuelta híper entretenida.

Había tres corredores en la disputa y el domingo entró un cuarto, Ignacio Maldonado, como por la ventana.

Sí. Nadie lo tenía a ese cuarto y aprovechó la guerrilla de los tres para meterse en buena forma. Sacaron [Ignacio Maldonado y su equipo, Unión 33 de Vergara] ese conejo de la galera e hicieron alguna jugada que por suerte no les salió.

¿Te pusiste nervioso?

De nervios fueron 20 kilómetros: desde que doblamos en Canelones hasta Progreso. Vi a la velocidad que veníamos viajando atrás, cómo venían dándole para tomar la fuga, y bajábamos de a cinco segundos. Entonces calculaba la distancia y lo que veníamos descontando y dije: “Ay, no llegamos”. Cuando tuvimos la fuga a 1:45 en la zona de La Paz y un poquito más adelante, ya se vio que no tenía más fuerza y nosotros veníamos apurados. Perdiendo soldados, como el Piojo [Matías Presa], pero veníamos muy rápido. Los brasileños intentaron defender lo de ellos y ver si sorprendían, no así el Villa, que estaba interesado en que llegáramos todos juntos. Entonces, cuando la fuga estaba a la vista y podías calcular las distancias que te llevaban, Jorge [Giacinti] se cuidó para no arriesgar a que entrara [Roderyck] Asconeguy.

¿Cómo te sentís al terminar la Vuelta y retirarte de la dirección técnica?

Desde el año 93 dirijo. He pasado por equipos estresantes, que necesitaban ganar cosas. El Amanecer, que fue donde me inicié, con el Cototo Álvaro Tardáguila, Agustín Margalef, Néstor Pías, el Cabeza Héctor Aguilar; el Cruz del Sur en la época del cubano Daniel Fuentes. Siempre equipos que eran tope de gama, que estaban entre los mejores, y entonces esa presión constante empieza a hacer un desgaste. La edad y querer hacer otras cosas (esto es precioso, pero toma tiempo) hacen que tengas que tomar una decisión, y yo la tenía tomada fuera cual fuera el resultado.

Por suerte fue una de las mejores temporadas que me tocó vivir. Ganamos Rutas y Vuelta, tuvimos al campeón nacional de Ruta, se ganó el Tour de San Carlos, la Doble Melo, se ganaron una cantidad de cosas. En el camino, la única que pifiamos fue la Vuelta Chaná, en la que Náutico Boca del Cufré nos dio una gran paliza. Los chicos me regalaron el poder irme con la frente en alto y salir por la puerta grande.

En 2013 fui a Cerro Largo llevado de la mano de Washington Nievas, un gran dirigente, a intentar que el club ganara sus primeras Rutas de América, y lo logramos en 2017 con Matías Medici. Después tuvieron tres Rutas más y el mismo dirigente me dijo: “Vení, a ver si cerrás el quinquenio”. Cerré el quinquenio, logramos la sexta y me voy con la Vuelta del Uruguay. Lo único que queda en el camino es que Cerro Largo sea continental, y lucharé por ello desde el lugar que me toque, pero no desde el asiento de director deportivo.

Me gustaría que ese hueco se aprovechara para jóvenes que saben muchísimo, como puede ser Pablo Sapia, el Cototo Tardáguila, el propio Jorge Bravo, a quien quiero ver dirigiendo un equipo. Hay mucha gente que todavía no se ha sentado en ese lugar, y el ciclismo precisa una renovación. Los más viejos tenemos que ir dando un paso al costado y empujando a los jóvenes. Es la única forma de que esto cambie.

Mi futuro se verá. Hay algunas conversaciones con Cerro Largo si realmente sale el equipo continental, que Cerro Largo está peleando y haciendo todas las cosas para tenerlo. Ahí buscaré un nicho que ya me ofertaron y me interesó. Cada equipo (masculino, femenino y juvenil) tendría un director deportivo, y yo haría un poco de gerente deportivo para armar una estructura como la tiene que tener un continental. Sería mi sueño cumplido.

Yuri Corbo, el 8 de abril, durante la etapa 9, por la ruta 9.

Yuri Corbo, el 8 de abril, durante la etapa 9, por la ruta 9.

Foto: Alessandro Maradei

¿Y por qué debería cambiar esto?

Porque no está bien. Hay una cosa muy sencilla. En los 80 y los 90 el deporte que yo más amo era el segundo o el tercero en el país, compitiendo con el básquetbol. La Vuelta Ciclista del Uruguay era el evento que, después de la Rural del Prado, convocaba más público. Hoy eso no está aconteciendo. Entonces creo que los más viejos ya venimos aburguesados dentro de un sistema. Hay que darle oportunidad a otra gente con otras ideas y con otros impulsos. Hoy mi deporte debe estar en el lugar 14 dentro del deporte nacional. Algo tiene que cambiar.

¿Cómo te gustaría que el ciclismo le llegue a la gente?

Tuve la suerte de poder ver un Giro d’Italia y acompañar seis etapas. En Uruguay era así antes. No es una cosa difícil. Ellos arman una feria donde están los espónsores de todos los equipos y donde vos podés ir viendo tres horas antes las cosas. Es un carnaval antes de que llegue la carrera. Llamar a la gente no sólo con que venga a ver el pedacito de la carrera, sino formar todo un entorno que tenga que ver con el ciclismo, pero llamativo. Vos acá te ibas con un helado, o un gorrito, o un bucito. Hoy no hay nada, no existe. Ni siquiera creo que la parte de marketing de nuestro deporte esté funcionando. Creo que hay que modificar ese tipo de cosas. Por ejemplo, que aparezcan los diarios o los relatos y comentarios en televisión; le explican a la gente los porqués de cada cosa y venden el producto de determinada manera. Yo vi gente que no miraba ciclismo porque no entendía, pensaba que eran una cantidad de locos dando pedal, y un periodista puede cambiar la visión de las cosas.

Su historia

¿Qué sentís que ofreciste a los equipos para que confiaran en vos?

Todo lo contrario a lo que pedían muchos dirigentes. No soy un técnico de gritar, me lo pidieron varias veces. Por más que el ciclismo es un deporte individual, porque nadie va a dar pedal por vos si no lo das, es un deporte individual que se debe correr en equipo. Creo que eso es lo que brindé: a los dos o tres años de trabajar con un equipo, vos lo veías funcionar como uno solo. Ahí está la clave de los éxitos. Tal vez no logré que algún ciclista se destacara como debía, porque lo hacía correr en función del equipo, pero es mi forma de ver este juego. El ciclismo es un gran juego. Gane o pierda, mientras esté dentro de ese juego, yo me divierto.

¿Qué te ha dado la presión?

Te ayuda a templar los nervios y aprender a ponerles tapones a los oídos. Muchas veces las presiones son en una buena, pero a veces son malintencionadas. El tiempo me enseñó a poner tapones en mis oídos y cerrar los grupos. Aprendí a encerrarme con los ciclistas. Cuando recién arranqué, hacía alguna charla técnica y dejaba participar a alguien más. La privacidad te regala ser más grupo. Entre cuatro paredes nos tenemos que decir lo que nos tengamos que decir. Cuando fallamos en las etapas, soy de los técnicos que la charla la da de noche, después de que se bajaron los decibeles: qué hicimos bien, qué hicimos mal y qué podríamos haber cambiado. A veces eso trae roces, pero creo que son roces de los buenos. Las cosas se dicen entre cuatro paredes, salís para afuera y te le reís a todo el mundo y estamos bárbaros. Entonces creo que me enseñó eso. Ni a creértela cuando te va bien, ni a creer que sos el peor cuando te va mal. Cuando te va mal, das explicaciones a quien tenés que dárselas.

¿Qué nivel tiene el ciclismo local?

Pah, qué pregunta. Si lo mirás desde dentro de la carrera, como yo lo miré, fue un buen nivel y muy competitivo. Muy competitivo. Ahora, si das tres pasos para atrás y lo mirás del lado de afuera, es un ciclismo que está veloz, que está rápido, pero ganó Jorge Giacinti (48 años). Entró cuarto en la etapa Alejandro Acton (50). Corrió Rutas de América y largó la Vuelta Hernán Cline (47). Me parece que lo que nos está pasando es que los jóvenes no están surgiendo o no están haciendo las cosas al nivel que las deberían hacer. O nos está faltando trabajar allí a los dirigentes, para ver cómo hacemos surgir más jóvenes. El nivel no es malo, el tema es que tenemos un pelotón envejecido. Ahí es donde tenemos la falla. Cuando yo era técnico de la selección juvenil viajamos a cada rato a las vueltas juveniles que había en América. Hace muchísimo que no se viaja con la selección juvenil. Si no les das eso, primero como roce internacional y después como incentivo, se vuelve muy difícil.

¿Cuáles son las carencias que ves?

El Uruguay de los últimos años no ha formado dirigentes jóvenes. No se crearon, son pocos. Es una falta; antes siempre en las directivas iban mechando jóvenes para que fueran armándose y eso les daba continuidad a los equipos. Cuando arranqué a dirigir había 36 clubes en Montevideo, todos en competencia. Hoy tenemos el Amanecer, el Fénix, el Villa Teresa, que reapareció, y tengo que buscar cuál es el otro. Es parte de nuestro deterioro. En esas cosas uno tendría que sentarse a hacer un poco de autocrítica. Nos falta autocrítica en el ciclismo. Nos parece que somos los dueños de la verdad y del mundo, y tenemos que mirarnos al espejo y preguntarnos dónde le erramos.

Otro ciclismo

“Mi opinión es que nosotros tenemos un producto que se llama ciclismo y que tenemos que aprender a venderlo mejor, a ser más interesante para la gente. Para eso tenemos que armar más circo. El circo más bonito que vimos en esta vuelta fue el prólogo. Precioso el ómnibus del podio, mucha cosa al estilo europeo, el fondo de la Plaza de Toros. Eso es lo que la gente quiere ver, no largar en la mitad de la nada. Ya no se escucha como se escuchaba antes por radio, y entonces uno tiene que ponérselo por los ojos a la gente. Venderlo, a esto que es un deporte, que es un gran circo. Los ciclistas son los protagonistas, pero la gente lo tiene que comprar.