El Parque Viera se la bancó. El verde y cuidado césped del Prado no sufrió el agua que se acumuló durante toda la jornada sabatina y parte del día anterior. Con un panorama climático complejo, con lluvias intermitentes y alta humedad, Wanderers y Fénix salieron a verse las caras. Los escenarios eran bien distantes entre ellos: Wanderers a pocos puntos del escolta y Fénix hundido en el Apertura y complicado en el descenso.
El local salió en busca, o al menos con la intención de mantener el balón a su favor. De un lado a otro, entre los zagueros y laterales, eran claras las dificultades para generar ofensivamente. Una solitaria asistencia de Nicolás Albarracín a punta Milans y el remate de éste fueron lo más próximo al arco por parte de Wanderers.
El criterio fue del bohemio en el arranque pero sin intensidad. Fénix lo relojeaba y esperaba. Una vez llegado el balón a mitad de cancha, los de Capurro aumentaban la intensidad de la presión y eso incomodó al local, que volvía atrás y desdibujaba el ataque.
El ave tuvo que esperar un balón parado para tener la primera. En una de laboratorio muy bien armada Agustín Ocampo disparó fuerte y acertado al ángulo, que sacó para lucirse el guardameta Silveira.
Ya pasado el ecuador del primer tiempo, salió una roja para Wanderers (ver recuadro aparte).
El panorama numérico a favor de Fénix hizo que tuviera algunos espacios que antes no pudo ocupar, pero no más que eso. A los de Leonel Rocco les costó y mucho en la primera mitad y no logró establecer un sistema claro y con fluidez en el ataque.
El asunto fue bien distinto en la segunda parte. Wanderers sufrió una expulsión y Fénix aprovechó la volada.
La clavó. En una pelota suelta, Agustín Ocampo -quien había tenido un gran remate en el primer tiempo- tomó la pelota de aire, calzó el botín zurdo y la dejó en ese lugar inalcanzable para todo golero.
Fue el mismísimo Ocampo que, de tiro penal, aumentó ventaja, en una falta cobrada tras un manotazo del volante Veglio al propio goleador.
Convertidos los goles visitantes, el partido se inclinó hacia ese lado. Wanderers, perdido, no pudo generar situaciones y acusó casi de forma extraordinaria esa expulsión de Hernández.
Fénix con poco se adueñó del trámite, con alguna llegada de gol. La zaga la pasó sin apuros y el arquero fue un espectador más.
En esas llegadas que los de Capurro aprovechaban, Gonzalo Vega cerró la cosa tras definir de rebote luego de un atajadón de Silveira a un cabezazo de Fratta.
Trago amargo
El referente ofensivo del bohemio llegaba comprometido. Diego Hernández tenía en su haber cuatro amarillas y una más lo sacaba de la última etapa del Apertura. Pero en una jugada, que para el espectador era imperceptible, fue expulsado.
Tras hablar con el asistente, Jimmy Álvarez le mostró la roja al delantero que se despide del fútbol local para sumarse al Botafogo en Brasil. La razón fue extrafutbolistica: Hernández hizo un gesto hacia la tribuna visitante y le costó la roja que le hace perder la última fecha ante Peñarol.
Lo que dejó
En la previa la cosa era una. Wanderers, de gran Apertura, llegaba bien posicionado; para Fénix, el panorama era opuesto: hundido en la tabla y complicado con el descenso.
Fénix fue circunstancial y aprovechó el golpe local de la expulsión temprana. Con esto, el equipo dirigido por Rocco sale del fondo del Apertura y se aferra a continuar en esta línea.
Wanderers no debe olvidar lo hecho en este torneo, pero deberá ajustar si quiere seguir prendido en los próximos torneos. Ya no contará con Diego Hernández, referente ofensivo que se va a Brasil a jugar en Botafogo.