Si fuese teísta, es muy posible que acompañara a alguna de otras viejas civilizaciones en su idea del sol como deidad. Amón Ra, Febo, Inti, desde hace miles de años poniéndole luz y calor a la vida. El sol iluminaba el viejo templo del fútbol. El Centenario a poco de ser centenario era el lugar elegido para escuchar a Marcelo Bielsa en su asunción como técnico de la selección uruguaya.

De mi ombligo sale una sensación de placentero bienestar que me gustaría fuese común a todos. Sol, bienestar, celeste, Centenario, fútbol, pueden llevarme a eso, pero la razón también.

Escuchar a Bielsa es abrevar del conocimiento adquirido, expuesto y polemizado; confirmar que es el conductor indicado para encastrar una pieza más en la refundación definitiva del fútbol celeste. Ahora, escucharlo, pensarlo y seguramente algunas veces también cuestionarlo.

“No tuvieron que convencerme, diría que todo lo contrario. Mi deseo de pertenecer a este proyecto tiene dos extremos muy convincentes. Me gustan los jugadores y el destinatario del trabajo de una selección, que es el ciudadano a pie”, explicó con justificación Bielsa, y devolviendo interrogantes y lanzando ideas y sentimientos habló de ídolos sueños, emociones, afectos, historia y fantasías: “Cualquier decisión que involucre a algún jugador uruguayo con antecedentes de histórico no puede ser tratada sin escucharlos. Soy muy respetuoso de los ídolos, porque son patrimonio de la gente. El ídolo es un metal precioso para los más pobres. Entonces jamás haría conscientemente algo que podría dañar a un ídolo”.

Admiración

Conectar sensatez, conocimiento, sensibilidad e idoneidad, para dirigir, desarrollar y cuidar uno de los intangibles más preciados de la sociedad uruguaya es un gran comienzo, una gran conexión, una pieza de conexión necesaria e indispensable con la obra de Tabárez a quien Bielsa confesó respeto por lo que construyó estructuralmente y en cómo la estructura se tradujo en resultados.

“Lo admiro. La palabra admiración habría que usarla menos porque suena siempre a exagerada, aunque en este caso corresponde. Tengo mucho respeto por la forma en que él ha elegido interpretar la profesión de entrenador. No se puede competir ni reproducir el legado de Tabárez. Haré lo que pueda, intentaré lo máximo”, expresó el argentino.

¿Quién no ha tenido una media ilusión?

Los y las futbolistas son muy importantes para miles de nosotros, y hay veces que nuestras alegrías y tristezas están manejadas por una camiseta, por una acción, por un jugador. Bielsa lo sabe, lo siente, lo vive.

El ídolo y la idolatría no son sólo referencias emocionales que el rosarino ejemplificó con un viaje a la candidez de sus días de vacaciones en los de la abuela en Morteros, Córdoba, sino que son herramientas y engranajes necesarios para mejorar el fútbol que periodistas, dirigentes y técnicos estamos arruinando: “Nadie hace mejor a un jugador que no esté en condiciones de serlo. La primera conclusión es que es mucho más importante la materia primera, que el entrenador ayude a potenciarla. Y bueno, también cómo se hace para colaborar en que un jugador utilice un porcentaje alto de sus recursos”.

Le preguntan si podemos ser campeones del mundo.

Nadie nombra a Felisberto Hernández, ni su cuento “El Cocodrilo”, publicado apenas unos meses antes de las fotos en blanco y negro que en Maracaná muestran a Jules Rimet sorprendido entregándole la última copa del mundo que ganó Uruguay a Obdulio Varela.

“Una cosa es la ilusión y otra la toma de conciencia. Hay países que, si toman conciencia de su poderío, de su potencial, tienen menos posibilidades de construir a través de la ilusión. Hay otros países que la toma de conciencia los autoriza a pensar en lo máximo y no es una ilusión, sino una realidad. Y hay países que combinan las dos cosas, que tienen recursos y antecedentes potenciados por la fantasía, la ilusión. Uruguay es este último grupo: puede fantasear y tiene con qué alimentar esa fantasía”.

Ya lo dijo Marcelo Bielsa como nuevo entrenador de la selección uruguaya: “La interacción de las personas está vinculada a reconocer en hacer lo que está bien y evitar hacer lo que está mal. Los seres humanos lo que queremos es ser queridos, no hay ser humano que no luche por despertar afecto. En el fútbol se consigue instalando en la memoria colectiva recuerdos inolvidables”.

Ya lo estamos queriendo, Bielsa.