Danubio debía ganar el Centenario, pero aquella premisa no es una novedad en esta competencia. Sin embargo, el equipo de Esteban Conde arrastraba una estela de partidos sin conocer la victoria, que lo pusieron en tela para cortar. De alguna manera u otra, a pesar de la falta de la supuesta concreción del trabajo en las tablas del novel director técnico, el histórico equipo de la Curva de Maroñas ha recuperado su identidad. No porque la hubiera perdido ni mucho menos, pero es que hay cosas que sólo entre casa se comprenden. El ojo que mide es siempre cruel. Los resultados son una cornisa cascada donde desfilan técnicos. Perder y empatar diez partidos seguidos es como dormir mal, te empiezan a crecer los puntos perdidos en los párpados.

Pero Esteban Conde busca escaparse de la meritocracia resultadista urgente. Confía en el largoplacismo de los procesos y lo bien que le quedan a la moda. Es el Coco Conde un trabajador nato cuya estirpe lo coloca en un costado donde el respeto y la admiración no son estridentes. Se decidió por Diego Vera, confirmó a Juan Andrés Millán y tuvo en Guillermo May aquello de la improvisación, la cuota de lo inesperado.

El equipo del Globo de Parque Patricios le hizo un partido de igual a igual a Danubio, lo alejó del arco y aquello supuso una clave para sobrevivir al primer tiempo. El equipo uruguayo dispuso del balón, pero no consiguió esa puñalada de profundidad. Tan sólo un disparo lejano de Vera, que no terminó de inquietar el arco de Lucas Chaves. Por su parte, el Globo sostuvo, y corrió el equipo en forma de bloque ganando metros de aire entre su arco y la clasificación. Tuvo en los pies de Juan Carlos Gauto la mayoría de las intenciones, errático pero participativo. La constante trepada de Guillermo Benítez por un lado de las cosas abrió una brecha entre el equipo local y la despedida.

Valentín Sánchez despertó a dos pueblos dormidos por el mundial de los botijas, con un tiro desde lejos. Goicoechea respondió rebotando y fue quizás lo más cercano a una emoción. El resto no fue ni estudio ni temor, ni resignación ni desesperanza. Pero Huracán se sintió más cómodo con el empate, y aquello le permitió paciencia para decidir por el juego directo o la asociación con Gauto y Benítez que fue de lo más armónico. El Coco Conde hizo señas entre tranquilidad y desesperación. Huracán siguió llegando con otra precisión.

Danubio se lo perdió por poco. May siguió apilando rivales. Las pelotas quietas empezaron a ser claves en ambos equipos. Leandro Sosa se tocó la cabeza y la pelota buscó el primer palo. Cuando se pararon dos jugadores en el córner y uno levantó la mano, la jugada pidió cortinas como en una milonga. El equipo argentino padeció la intrascendencia y el equipo uruguayo aprovechó y creció en el ansia por los tres puntos.

El partido pudo haberse desdibujado cuando se apagaron las llegadas en la última línea. Huracán se acordó que también urgía de los puntos, ninguno estaba cómodo en la cornisa que pone los precios. Sebastián Battaglia, el ídolo bostero, buscó en el banco de los suplentes esa chispa. Probó con Nicolás Cordero y con Walter Mazzantti, se acordó del buen primer tiempo. Conde probó con Papelito Seba Fernández como una estampita, cuando Alejo Cruz cayó sentido contra la raya.

Vinieron los de Marconi y los del Piria. Pero tampoco llegaron al arco con claridad. Con Papelito se abrió el avance local, hizo emotivos los últimos 15 de las posibilidades. No fue un partido imposible para nadie. Recién con el ingreso de Jannenson Sarmiento Danubio tuvo una de zurda y otra de derecha. Entró notable el chiquilín y la tribuna cantó más fuerte. El VAR cobró un penal por una mano tras una embestida del ataque local comandado por Sarmiento. Guillermo May convirtió con clase para el delirio de un barrio. Se vino la banda del Danu como dijo la hinchada, hizo los mandados y quedó segundo en la tabla que manda por la Copa Sudamericana, aunque como es fútbol, Huracán casi lo empata en el final.

Detalles

Estadio: Estadio Centenario.
Árbitros: Carlos Ortega, Edson Cisternas y Juan Serrano.

Danubio (1): Mauro Goicoechea, Rafael Haller, Lucas Ferreira, Lucas Monzón (30′ Martín Rea), Kevin Lewis, Juan Andrés Millán, Leandro Sosa, Santiago Silva (46′ Santiago Etchebarne), Alejo Cruz (65′ Sebastián Fernández), Guillermo May, Diego Vera (78′ Jannenson Sarmiento). Entrenador: Esteban Conde. Suplentes: Emiliano Bermúdez, Facundo Saravia, Mateo Arguello, Ribair Rodríguez, Santiago Romero, Ignacio Pintos, Maximiliano Añasco, Francisco Martinicorena.

Huracán (0): Lucas Chaves, Fernando Torrent, Patricio Pizarro (86′ Matías Cóccaro), Gastón Sauro, Lucas Carrizo, Guillermo Benítez, Santiago Hezze (86′ Lucas Castro), Santiago Godoy, Valentín Sánchez (62′ Walter Mazzantti), Juan Carlos Gauto. Juan García (62′ Nicolás Cordero). Entrenador: Diego Dabove. Suplentes: Dante Campisi, Guillermo Soto, Joaquín Novillo, César Ibáñez, Federico Fattori, Héctor Acevedo, Santiago Luján, Gabriel Gudiño.

Gol: 83' Guillermo May (D, de penal).