El bar Marbella está lleno de banderines. Es un libro de historia en banderines, camisetas y posters, la mayoría futboleros. Desde un banderín de Misiones hasta una camiseta de Waldemar Victorino. Desde un banderín del club Misterio hasta una camiseta de Bengoechea con la propaganda de Doble Uruguaya. El bar Marbella se ha convertido en un álbum de historia futbolera.

En la tele los equipos calentaron hasta que alguien preguntó por los partidos de los uruguayos. Es que Liverpool y Danubio jugaron casi al mismo tiempo, y la gente reclamó por ver a los compatriotas. La patria es la camiseta, pero no siempre son los colores. Se armó una votación de tres mesas a ver si el partido que se veía era el del negro de la cuchilla o el del franjeado de la Curva de Maroñas.

Danubio dependía de sí mismo, el grupo estaba apretado como manito de zaguán. Con un empate confirmaba su lugar en la tabla, con una victoria la hinchada siempre pide más. Hay un barrio ilusionado cuando juega este Danubio del Coco Esteban Conde, un equipo que le despertó el alma dormida. El alma dormida no parpadea.

La casa de Emelec todavía conserva el nombre de George Capwell aunque el banco Pacífico se haya apoderado del folclore. Capwell fue un ingeniero gringo que recaló en Ecuador para ser el intendente de la construcción de una planta eléctrica en Guayaquil. Lo primero que instaló fue un gimnasio y luego una cancha de básquetbol que disfrutaba el barrio. Al ver el impacto del deporte en la gente –algo tan negado por los intelectuales–, decidió fundar un club en la Empresa Eléctrica de Ecuador, bajo las siglas de EMELEC.

Los eléctricos recibieron a un Danubio enchufado, a un Papelito Fernández en plena corriente y a un colombiano con nombre de whisky que venía de romperla por el torneo local.

Fue a los 30 minutos del primer tiempo que Emelec convirtió. Un gol muy festejado de Bryan Carabalí, que no hizo en lo más mínimo mermar las intenciones del equipo criollo. Los de la franja tuvieron en Sebastián Fernández la madurez necesaria para bancar presiones. El equipo ecuatoriano pareció saberlo y se afirmó en la defensa. Es cierto que el partido por momentos fue deslucido, pero un partido deslucido no siempre es un mal partido.

Emelec consiguió el segundo después de un tumulto. Fue un partido picado en Guayaquil. Centro medido para el anticipo de Edgard Lastre, que se emocionó en el festejo. Los futbolistas también lloran. La hinchada despertó del letargo. Guaraní le ganaba a Huracán y Emelec con la victoria conseguía ir al playoff.

El Viruta Diego Vera entró para refrescar el trabajo de Papelito Fernández y es de la estirpe de Zalayeta. Se ríe lo justo. Ni siquiera con el golazo que hizo regaló una sonrisa. Hizo un gesto que hace siempre cuando convierte y armó el cuadro en el medio de la cancha. Vera es la definición del oficio del 9.

Danubio lo quiso hasta el final, en el bar se pidió el empate. Danubio fue la patria en el medio del mundo. Metió al equipo eléctrico en su arco que defendió con todos sus medios la ventaja. El equipo uruguayo perdió y quedó afuera a pesar de todo. A veces el fútbol es así.

Copa Sudamericana - Grupo B

Equipo Pts. PJ PG PE PP GF GC DG
Guaraní 11 6 3 2 1 9 7 2 clasificado
Emelec 9 6 2 3 1 7 7 0 playoff
Danubio 7 6 2 1 3 6 7 -1
Huracán 5 6 1 2 3 7 8 -1