Los partidos clásicos se forjan por la historia. Por el nacimiento, los orígenes, los barrios, la rivalidad, los enfrentamientos. Algo clásico es algo que no termina de pasar de moda. Que se renueva constantemente. Los clásicos son autos viejos cuidados, trajes de encaje sacudidos, volados, corsés. Defensor y Wanderers juegan desde hace años un partido clásico, los del Prado, al oeste, los de Parque Rodó, al sur. Defensor, celebrando partidas, la más rica de su historia en los pies de Sebastián Boselli. Y otras tantas que son parte del oficio de exportar.

El equipo de Wanderers, el bohemio del Prado, no tuvo la presencia de Tabaré Viudez cuando la parcialidad lo esperaba, que fue la única en el estadio Luis Franzini debido a que Defensor cumplió con la sanción establecida de un partido de local sin su gente, por el desacato del partido por el Campeonato Intermedio con el equipo de Danubio, que también deberá pagar a la brevedad.

Sergio Chapa Blanco ajustó con los gritos precisos, como si todavía corriera entre los suyos. Wanderers tuvo en Tomás Andrade, el argentino, lo más activo de su buen fútbol, quien fue buscado constantemente por sus compañeros, y cuando tuvo cerca la pelota la trató con amabilidad. Cerca de él, Nicolás Fonseca, el futbolista recientemente contratado por River Plate de Argentina, divulgó los porqués del millonario interés. Por un rato compartió con su hermano el campo de juego.

El buen arquero Mauro Silveira tuvo una falla a los ocho minutos del primer tiempo que sin dudas marcó la sensibilidad del partido; cambió el rumbo que ni siquiera habían estudiado. Dejó un rebote en los pies de Álvaro Navarro y el goleador no perdonó. El goleador vive de no perdonar. Es el máximo anotador del siglo con la violeta, está entrando entre los cinco que más hicieron goles con la histórica camiseta de Defensor Sporting Club.

Defensor se aferró a la ventaja. Tuvo en Fernando Elizari la manija y en el Chino Álvaro Navarro la solución. El juvenil Anderson Duarte, que porta la número 10, fue también un pilar en la generación de juego, igual que el Ojito Nicolás Rodríguez, que surcó la izquierda.

Wanderers se dedicó a buscar el empate. Silveira mostró recuperación y participó en dos fuegos apagados. Leonardo Pais tuvo la suya, pero no llegó por poco y mordió el pasto. Nicolás Albarracín quiso agarrar el volante para llevar el juego; entró su hermano para darle una mano. Defensor defendió el tanto, buscó en el banco de los suplentes cómo renovar la creatividad y no caer en ceder por la presión.

Los Fonseca se juntaron en dos intentos contiguos. Gonzalo Freitas respondió pateando de lejos por tercera vez en el partido. El travesaño esta vez le hizo un guiño al arquero del infortunio inicial. El Chapa permitió la vuelta de Rodrigo Pastorini, que entró en el segundo tiempo para sumarse a los intentos por empardar.

El partido se estiró como un chicle. Los hermanos Albarracín y los hermanos Fonseca llevaron a Wanderers cerca del área local. Sin embargo, con el equipo tirado arriba, Defensor supo jugar de contra con Duarte, con Lucas Agazzi que ingresó por Álvaro Navarro para cambiar el juego. En esas llegó el segundo gol por Joaquín Valiente, gol que liquidó las ansias bohemias.

Defensor hizo su negocio para la preocupación de los bohemios que dirige Sergio Blanco. El Tofi Figueredo convirtió el tercero de afuera del área. El violeta ganó en su cancha sin su gente y se mantiene pegado a los puestos de arriba en la tabla anual.