Rampla Juniors llegó a la final después de golear a un difícil Uruguay Montevideo 3-0 en el estadio Centenario. Los pedrenses, por su parte, dejaron afuera a Rentistas al ganarle 3-1 en el Parque Artigas.

El partido que ganó agónicamente Rampla con gol en contra se disputó en el bellísimo estadio Olímpico, y contó con el arbitraje de Santiago Motta, secundado por Gustavo Márquez Lisboa y Nicolás Piaggio. La final será en la ciudad de Las Piedras el sábado a las 16.30.

En caso de que los cruces culminen empatados en puntos y goles se jugará alargue. Si el marcador sigue igualado una vez finalizados los 30 minutos de prórroga, se definirá por penales quién acompañará a Miramar Misiones y Progreso a la Primera División de nuestro fútbol.

El partido

El Olímpico del barrio del Cerro de Montevideo es uno de los estadios más bellos del mundo. Dicho esto, los primeros 30 minutos del partido fueron para el local, que cuando sus jugadores ingresan al campo de juego hacen sonar un tango.

El viejo Rampla Juniors, dirigido por Nicolás Vigneri, dominó ampliamente el inicio del partido, empujado por su gente y apoyado en un gran momento de Maximiliano Añasco, y en la madurez de un futbolista importantísimo para el equipo, su goleador, el olimareño Gonzalo Barreto. Barreto, que de botija fue estrella y por eso jugó en la Lazio de Italia, convirtió el primero a los 8 del primer tiempo de tiro penal, tras revisión del VAR. Sí, el VAR en el Olímpico: folclore y modernidad.

Rampla creció con todo lo que tenía en el fuego: lo que hizo Germán Gabriel por la izquierda juntándose con Añasco, lo propio del capitán del equipo, Gabriel de León, del otro lado con Briam Acosta. El arquero de Juventud, Federico Varese, fue figura en la visita. Aunque merecía entrar la pelota que Matías Núñez agarró en un rebote acomodando el cuerpo para lo más lindo de la vida, un gesto técnico y bello hizo estirar al arquero pedrense, que desvió la pelota al córner. Algo parecido pasó cuando también Barreto consiguió un rebote en un pajonal de piernas. Las piernas son como árboles de un bosque visto desde un bondi que va por la ruta.

Añasco quiso de tiro libre dos veces, una en el primer tiempo y otra en el segundo. En ambas oportunidades el arquero Varese volvió a lucirse. Juventud de Las Piedras, que se vio dominado y por eso cometió errores, tuvo en Leonardo Melazzi el rescate. El delantero peleó todas las pelotas, como es su costumbre, y fue secundado por Fernando Mimbacas, quien convirtió un gol que nunca olvidará. Recibió de espaldas con el zaguero encima, giró y en dos zancadas que escaparon a las patadas desesperadas de un ascenso en juego definió con suspenso.

El partido cambió en el segundo tiempo, Rampla pareció apagarse. La visita se sintió cómoda con el punto conseguido, y en la defensa ajustaron lo que en el primer tiempo había sido un tembladeral. Atrás del arco que da al sur del sur hay una escalera dispuesta para ir a buscar la pelota que se vaya más allá de las redes, que deben ser de pesca, y caen en un cementerio de barcos. También hay un mural que dice “Nico presente”. Vigneri mandó a Derlis Vargas como una mata del truco. Minutos después tuvo que suplantar a Barreto.

Rampla no volvió a ser el mismo, pero tampoco dejó de buscar el partido. Juventud jugó un partido inteligente, el gol le abrió la cabeza. Sobre el final Cristian Aldirico mandó a Carlos Santucho buscando controlar a Vargas y cerrar el partido para definir en su casa. Pero el fútbol uruguayo es hermoso y en los descuentos un gol escrito por Benedetti le dio el partido a Rampla Juniors. Vargas la peleó por arriba y los defensas la dejaron picar, se cubrieron para sacarla pero ninguno lo hizo, lo que le permitió a Añasco pellizcarla antes de la raya y hacerla rebotar en Gauthier previo rebote en el arquero. Hablar de la emoción que generó el gol más allá de lo raro implicaría otra crónica que quizás se termine de escribir el sábado.