En el inicio de la décima fecha del Clausura, cuando empezaban a correr los últimos 18 puntos que los clubes pueden obtener para ser campeones, para no irse a la B o para ir a la Libertadores o la Sudamericana, Deportivo Maldonado y Rampla Juniors empataron 1-1, con goles de Renato César para los rojiverdes de Maldonado y de Tomás Adoryan para los rojiverdes de Montevideo (por cierto, la diferenciación cromática, a pesar de los cambios en los colores ramplenses, no era clara). Esto significa que ambos continúan con problemas allá abajo en el descenso, pero representa una dramática pérdida de posibilidades para Deportivo Maldonado en su carrera por salvarse y quedar en la A.

Adrenalina

Es increíble, pero es cierto: en los partidos en los que la pérdida de la categoría es una posibilidad real se juega a otra cosa. Sí, se juega fútbol, planificado, con estrategias, con cohesión de equipo, con planes, y con compromiso con el club para el que está jugando-trabajando en la temporada. En la cancha, en los vestuarios, y obvio que también en las tribunas, hay una vibra especial, una sensación dramática, pero contrastada por la pulsión por vivir, por seguir en la A.

Es cierto que uno se educa para decodificar esa sensación que los futbolistas transmiten inequívocamente en cada carrera, en cada cabezazo, en cada gambeta, en el ollazo obligado y necesario como la inyección de adrenalina que le encaja John Travolta a Uma Thurman en Pulp Fiction, la maravillosa película de Quentin Tarantino que está cumpliendo 20 años rumbo a la eternidad.

No era la eternidad lo que buscaba Deportivo Maldonado, sino simplemente no irse a la B. No era la eternidad lo que buscaba Rampla en el Campus, sino simplemente sumar para quedarse en la A, aunque no sea más que una temporadita más.

En la fecha anterior, Deportivo Maldonado había empezado un infructuoso raid para acumular puntos ante rivales directos y buscar la hazaña de salvarse de una situación que la crítica especializada sentencia como insalvable. Fue derrota en el Capurro frente a Fénix y los futbolistas rojiverdes quedaron destrozados por no haber podido aprovechar la primera extraball de la maquinita del descenso.

Otra oportunidad

Esta vez era la segunda y tal vez definitiva oportunidad de seguir esperando revertir que la angustia y el sopor del descenso termine con el cuadro en la B. Por eso en Maldonado la opresión se hibridaba con la esperanza.

Los maldonadenses arrancaron con todo y a por todo o nada. Así abrió el marcador a los 17 minutos, en una buena jugada que terminó con el centro del floridense Diego Romero y un gran cabezazo del fernandino Renato César.

Pero no es ni respirar, muchacho, y seguís angustiado. Dale que te dale porque los de enfrente están casi igual que vos.

Al ratito, Pablo González le dio desde la medialuna y fue casi el segundo. Pero casi nadie gana.

Deportivo Maldonado, con mucho nervio, tantas ganas como esperanzas, tantas certezas como incertidumbres, se fue a vestuarios para defender u ofender en la segunda parte con tal de mantener la esperanza y la victoria.

Sin embargo, no pudo, porque en la última del partido Rampla, que había buscado, remado, empujado, para también escapar de la zona roja, lo terminó empatando con un cabezazo de Tomás Adoryan, que se metió en el ángulo de la desazón de Deportivo Maldonado, que corre por su vida en la A.