Cuando me invitaron a participar en una mesa de conversación a raíz de una muestra de pintura de Daniel Supervielle, lo primero que recordé es que es hincha de Wanderers. Fútbol, arte, Supervielle, Wanderers, pensé, una línea de cuatro conocida y brillante. Cuando me dijeron que la muestra tenía que ver con pinturas sobre hinchadas, pensé, seguro está la de Wanderers, seguro no está la de Miramar. Las hinchadas, esas espaldas anchas de los clubes grandes, esas espaldas huesudas y necias de los cuadros chicos. La hinchada, el alma de un estadio. Como todas las almas parece que viene sólo a los partidos, uno piensa en el alma a veces, en el trabajo piensa todos los días. Pero el alma siempre está, aunque no es ubicable como un órgano.

Daniel Supervielle expone en el museo Zorrilla su obra Los de afuera son de palo. Multitudes en movimiento, una muestra relacionada ”con la pasión que expresan las multitudes en el fútbol, una fuente inagotable para representar”, a decir de su curador, Diego Píriz. Todo empezó con una pintura de Obdulio y otra del gol de Alcides Ghiggia en el Maracanazo, inspiradas en fotos –muchas de Julio Testoni– de revistas deportivas de colección que desde la infancia seducen al artista. El artista, quien inicialmente fuera reconocido por sus peculiares relatos de partidos de fútbol en inglés, encuentra en la relación entre fotografía deportiva de revistas antiguas y la pintura un lugar donde el fútbol habita; otro de los lugares donde el fútbol habita. A decir de Píriz, “el fútbol, su historia, la importancia de esta historia en la construcción de nuestro imaginario colectivo, y la continuidad de estas identidades”. Es que el fútbol habita en la propia existencia del artista.

En el precioso catálogo que entregan al llegar al museo Zorrilla, Cecilia Bertolini, coordinadora del museo, resalta que el museo “es y debe ser un catalizador de fenómenos culturales de su entorno y aquí cobra sentido la pertinente reflexión sobre la identidad y la pertenencia”. Agrega además que “en este país es casi imposible desmarcarse del fenómeno sociocultural y la legitimación del fútbol”. El artista, que en algún momento sostuvo junto a un socio la librería La Licorne, que durante los meses que duró fue una referencia de hechos literarios, es además periodista y analista político. La primera exhibición futbolera de Supervielle fue Bar Maracaná en 2016, después presentó Fiebre en 2018 y Multitudes en 2022.

Cuando me comuniqué con Daniel Supervielle, a quien había conocido en mi etapa como jugador en Wanderers, su club, le pregunté por qué en la pintura de la entrada no estaba la camiseta de Miramar Misiones, cuando están representadas todas las camisetas del fútbol uruguayo. Daniel me comentó que no estaba planeada esa pintura y se dio sobre el final del montaje, y que olvidó tanto la de Miramar como la de Huracán, dato que un hincha del equipo del Topo Gigio le hizo saber. Sobre el final de nuestra conversación quedamos en que el día que se publique esta nota, Supervielle pintaría las camisetas que faltan. En cierto momento oscila con convencerme de que la camiseta que sí está pintada es la de Misiones, pero es casi como convencer al de Nacional con una del Albion, le digo, y parezco convencerlo.

La muestra se compone de las pinturas iniciáticas del proyecto, una referencia a Defensor del 76 –el primer campeón de los chicos que para la posteridad dio la vuelta para la izquierda en plena dictadura–, la de Wanderers, poblada como en el ascenso de 2000 o en la Liguilla de 2001, o en las estrellas contemporáneas bordadas sobre el escudo. Entre las pinturas aparece una bellísima de la tribuna de Peñarol, que representa su bella cultura, otra de la hinchada celeste y una serie homenaje a Luis Suárez con todas las hinchadas que lo vieron brillar hasta su etapa en Gremio de Porto Alegre. Habrá que ver si vale la pena conseguir rosado.

Cuando le digo que ver la serie de Suárez me revolvió un sentimiento muy infantil de gurí futbolero de dibujar hinchadas y camisetas, una cosa muy innata de nuestra cultura y nuestra oralidad, me responde lo siguiente: “Me crié en el campo escuchando partidos de fútbol y leyendo El Gráfico, que llegaba una vez por semana. No hubo televisión hasta el Mundial del 82. En blanco y negro cuando agarraba antena. Todo el resto es imaginación”.

Para ver

La muestra está en exhibición en el museo Zorrilla hasta el 2 de marzo de 2024. El próximo jueves 22 a las 19.00 habrá en dicho museo un conversatorio entre el autor y los escritores Manuel Soriano, Micaela Domínguez Prost y Agustín Lucas.