Diego Godín y Gonzalo Chory Castro jugarán en el Centro Recreativo Porongos Fútbol Club de la ciudad de Trinidad, equipo con el que disputarán la Copa Nacional de Clubes. Godín, el muchacho que surgió de las inferiores de Defensor, pero que hizo sus primeras armas en Estudiantes de Rosario, terminó su carrera en Vélez Sarsfield. Castro, desde que en el año 2001 Porongos lo pidió a préstamo para jugar la Copa OFI cuando tenía 16 años, juró volver a sentir lo mismo. Se retiró en Nacional, ovacionado por medio país.

¿Cómo vivieron la decisión de dejar de ser futbolistas profesionales?

Diego: En mi caso tenía claro que, primero que nada, quería volver a Uruguay, estaba deseando estar en mi casa. La decisión de dejar se dio naturalmente después del Mundial de Qatar, para el que hice un esfuerzo grande y tenía una gran motivación y entusiasmo: superar una lesión, recuperarte, hacer todo el esfuerzo para poder estar ahí. Después del Mundial, algo se apagó adentro de mí, algo que tenía que ver con el entusiasmo. No sentía las mismas ganas de competir, de hacer todo el sacrificio que requiere, para a mi edad, estar competitivo. Nació mi hija, yo estaba en Buenos Aires y mi familia viviendo acá con la nena chica. Son todas cosas que me fueron llevando a decir basta. Después del Mundial me quedé meditándolo, había días que decía “tengo ganas de seguir seis meses más”, había otros que decía “no quiero jugar más al fútbol, no tengo más ganas ni siquiera de entrenar”. A veces decía “¿por qué no vuelvo a Uruguay a jugar otro ratito?”, pero en realidad quería volver a Uruguay a comer asado, a disfrutar de mi familia, volver para casa.

Chory: En 2001 estaba jugando en Durazno, y Porongos me pidió a préstamo para jugar seis meses la Copa del Interior. Tenía 16 años, participé poco, pero me quedé con la idea. En 2002 vine a Nacional y empecé la carrera profesional, y siempre dije “si va todo bien durante mi carrera, si las lesiones y el físico me lo permiten, me retiro en Porongos”. Hay mil maneras de dejar el fútbol, para mí es esta, ir a Porongos y cumplir, hacer un buen papel, porque es hermoso lo que está pasando alrededor, pero yo quiero salir campeón. Mi viejo salió campeón tres veces, sé que no lo voy a alcanzar, pero vamos a ir a competir, es una linda responsabilidad. Es un club que conozco por dentro y que Diego ahora está conociendo, la gente, el amor que tiene la gente por Porongos, la gente del pueblo”.

Dejar el fútbol puede ser volver a casa. También la melancolía de tocar una pared que será derrumbada. Las casas de la infancia siguen abiertas en la memoria. La abuela teje un punto como un dribbling de lana, la cocina es un corazón en ebullición, a la cancha se va con los zapatos puestos y la abuela lleva su tejido. Diego Godín y Gonzalo Castro volvieron al patio de la casa donde Gonzalo nació, que se parece mucho a la casa donde Diego aprendió a pegarle a la pelota.

¿De qué manera transitaron esos últimos meses de profesionalismo y cómo los recibió el fútbol del interior?

Diego: Es una sensación rara, por un lado te cuesta, por otro lado estás deseando que pase. Es una sensación de melancolía, de angustia. Terminé una carrera feliz, pero terminé llorando. Ahora es otra cosa, disfruto de ponerme los zapatos, aunque en general siempre fui alegre, de joder, de hablar, pero ahora estoy disfrutando todo sin la presión, creo que la palabra es presión. Esta es otra presión, otra responsabilidad futbolística, es disfrutar del sentimiento más puro del amateurismo. Él siempre lo tuvo claro, y en un asado, hablando de esto y lo otro, me confirmó que iba a jugar en Porongos y me empezó a decir si a mí me daba, si no me daba, que esto que lo otro, un vino de por medio, y bueno, “vamos”. Así arrancó, después me fui entusiasmando, el amateurismo me despertó las ganas de jugar porque no es que vuelvo del retiro, vuelvo a jugar al fútbol, pero en otro contexto”.

“Hay mil maneras de dejar el fútbol, para mí es esta”. Chory Castro

Chory: El domingo nos levantamos a las cuatro de la mañana y fuimos a un raid en Florida, acompañamos, estuvimos ahí con la barra, disfrutamos y volvimos. A nivel profesional, si lo hacés, estás en boca de todos. Ahora podemos disfrutar de otras cosas sin ese entorno del profesionalismo, que es muy resultadista. Ganaste, lo podés hacer, perdiste, no se te ocurra. ¿Dónde te parás? Quiero ir con mis amigos a comer un asado, pero para eso tengo que ganar. Quiero ir a cenar con mi señora, pero tengo que ganar. Y así con los planes de la familia, tenés un cumpleaños y, si perdés, no vas a ir, no vas a estar hasta las dos de la mañana. No tendría que ser así, pero me tocó vivirlo.

Diego: Creo que ahora disfrutamos de jugar al fútbol puro. Después, a la hora de competir, vamos a tener esa presión de la competencia, vamos a querer ganar, nos van a querer ganar. Antes y después, a la ciudad que vayamos, van a venir los niños, nos van a pedir una foto, gente grande y chica, como le está pasando al Loco [Abreu]. Mientras competís, te van a querer ganar y después vamos a vivir otras cosas. Nosotros también vamos a querer ganar. ¿Quién no quiere ganar?

Gonzalo Castro y Diego Godín.

Gonzalo Castro y Diego Godín.

Foto: Ernesto Ryan

¿Sienten que es como devolverle al fútbol del interior, o al interior, donde ustedes crecieron, algo de lo que les dio?

Chory: No creo que sea devolver porque no debemos nada a nadie, sino que es dar. Dar, buscar la manera de incentivar. Ahora se está beneficiando Porongos, pero también se beneficia la competencia; vos estás escuchando que Río Negro de San José trajo a aquel y aquel, que Universitario quiere traer a aquel porque el otro se está armando. Es un momento para aprovechar la parte deportiva y también la de infraestructura. Porongos empezó a cercar una cancha, poner una tribuna nueva, traer una bomba para poner riego, la primera práctica se hizo con una entrada con alimentos y útiles, se recaudó y al otro día los fuimos a entregar. Es buscarle la vuelta para hacer cosas que sumen. Estamos dispuestos a que nuestra imagen pueda ayudar no sólo al club, sino también a la ciudad.

Diego: Con nuestra llegada el club se autoexige para mejorar y salir a buscar recursos para hacer esas mejoras. Cosas que van a quedar para el club, que lo que se genera con nuestra presencia no sea sólo ir a vernos jugar. A la competencia le hace bien, se visibiliza, hay más información y desde ahí está nuestro aporte. Nuestro aporte no es material, es todo lo que se genera alrededor, que más gente se arrime a aportar y ayudar. Ahora podemos recorrer el país, ir a todos los pueblos va a ser espectacular. Los futbolistas que llegamos a jugar en equipos grandes y en la selección, a determinado nivel de exposición, tenemos el poder de llegar a la gente, de transmitir, de ser ejemplo para niños, eso es una responsabilidad y eso todavía lo siento, aunque ya esté retirado. Sigo siendo ejemplo, entonces cuido las cosas que hago o las cosas que digo.

“El amateurismo me despertó las ganas de jugar”. Diego Godín

Fútbol de adentro

Es una cuestión de dádivas. No se devuelve lo que no se debe, pero se da lo que se tiene. Es una cuestión de recibir al mismo tiempo, dejarse mojar por la lluvia y embarrar por el barro, no correr por la tormenta más que atrás de la pelota. La garantía en este caso es formar parte, pertenecer. No pedir más, sólo pedir la última. Acceder a lo incomparable con ninguna copa de las que jugaron en el mundo, ni la Champions, ni la Copa del Mundo, la Copa de OFI.

¿Qué importancia tiene conocer la historia de un club como Porongos?

Chory: Lo viví mucho y sé mucho de la historia. Tenemos a Chulengo, que es mi viejo, que es el verdadero Chory, pero ahora todo el mundo le dice Chulengo. Justo el otro día se acercó gente a saludar a Diego y le comenté que uno de los que se había arrimado es Eliseo Grequi, exjugador de Porongos que salió campeón con papá. Y así a medida que nos vamos encontrando con exjugadores o hinchas, como Diego de Carlo, que es el goleador histórico de Porongos y juega ahora con nosotros, su padre fue presidente cuando Porongos jugó la Liguilla. La idea es, en algún momento, juntarnos con los campeones, con esas generaciones con las que mi padre sigue teniendo vínculo, que vayan al entrenamiento, comer un asado con esos viejos, que yo ya sé las historias, pero me encanta escucharlas de vuelta, y que Diego pueda escucharlas también.

Gonzalo Castro y Diego Godín.

Gonzalo Castro y Diego Godín.

Foto: Ernesto Ryan

Diego: A mí me encanta porque soy del interior, de Rosario, Colonia. Me gustan las formas y las costumbres del interior, la forma de ser de la gente del interior. Porque somos de ahí. Conocer la historia del club es fundamental, te acerca, te hace saber dónde estás, la responsabilidad que tenés, cuál es el sentimiento del hincha, los jugadores históricos, eso te va generando sentimiento de pertenencia. Lo mismo con la empatía que genera el club con uno, que se dan cuenta que nombrás a tal o sabés la historia de tal, que no es que llegás de afuera y no sabés nada. Empatizás con la gente y generás un vínculo ida y vuelta que es energía y yo creo mucho en esa energía, la energía grupal. Por eso en el profesionalismo se logra ese vínculo y pasan cosas. A mi me pasó en Atlético de Madrid, se entiende que es otra cosa, pero yo tengo hermanos para toda mi vida en Madrid, familiarmente con Antoine [Griezmann], un tipo que ama a los uruguayos, que me hizo padrino de su hija, que veníamos a casa a comer asado, eso que en Europa no están acostumbrados a invitar a sus casas. De ser un grupo de obreros a pelear con el Real Madrid o Barcelona y ganarles. Acá capaz que viene el hijo del Chory y termina entrenando con nosotros, vienen los familiares y salimos para la sede, ahí llegan los técnicos, los dirigentes, los hinchas, el personaje del pueblo, y eso pasa en el interior, en la gran mayoría de los equipos que tienen gran tradición y gran sentido de pertenencia. El otro día a la plaza llegó una mujer de tapaboca a saludarnos. Le preguntamos por qué tenía eso y es que era la señora de un expresidente de Independiente, que es el clásico rival. Quería saludar, pero que no se enteren que era ella.

Chory: Cuando nacés en Montevideo, nacés hincha de un equipo de la A o de la B, o de Nacional o Peñarol, y por lo general no tenés vínculo con el jugador. Cuando nacés en el interior, mis ídolos eran los compañeros de mi padre, que los veías todos los días en el club, de entrar al vestuario, terminar el partido e ir todos a la sede con toda la familia, ganás o perdés, vamos a desahogarnos a la sede, y ahí viene el hincha y ahí se genera otro tipo de vínculo. Aparte de quererte como jugador, te conocen como persona. Eso, en la capital, es más difícil. Los jugadores ganan partidos, los equipos ganan campeonatos. Está esa frase hecha. En Uruguay, de repente, es más fácil porque tenés dos extranjeros, en Europa tenés cuatro españoles, diez africanos, cinco sudamericanos, y es más difícil. Hay un documental que cuenta la historia de cómo se crea Porongos y cómo nace Independiente, si había fiesta de Porongos, venía el presidente de Independiente y al revés. Cuando jugás de visitante a veces te invitan a almorzar antes de jugar. Es otra vivencia.