Este martes Diego Aguirre se jugó la “gloria eterna” de la Copa Libertadores y la ganó, porque el pueblo aurinegro le había adjudicado la exigencia de avanzar a los octavos de final de la copa que más ilusión genera, porque era algo que Peñarol no lograba desde hacía mucho tiempo y porque sabían que la Fiera tiene la magia de poder.

“La sensación de la Copa Libertadores es magistral”, dijo alguien cuando estaba por iniciar el juego. Magistral fue lo que sintieron los jugadores y la hinchada cuando el juez pitó el final de una típica noche de copa.

Leo Fernández se lució, brilló como sabe hacerlo, con una luz especial, la de aparecer cuando juega la presión, la necesidad, la tabla de posiciones. Cuando al partido le falta contundencia, juega la jerarquía.

Diego Aguirre volvió a dejar a Peñarol en el lugar que merece; eso dijo que quería hacer el técnico en la última conferencia de prensa. Y cumplió.

Eduardo Darias y Leonardo Fernández, de Peñarol, luego del primer gol a Rosario Central, el 28 de mayo, en el Campeón del Siglo.

Eduardo Darias y Leonardo Fernández, de Peñarol, luego del primer gol a Rosario Central, el 28 de mayo, en el Campeón del Siglo.

Foto: Camilo dos Santos

Tiempo cortado

En una primera parte pareja, Peñarol fue el más incisivo. Al comienzo, Leo Fernández desperdició una buena jugada colectiva al tirarla a las manos del arquero.

El partido se jugaba en la mitad de la cancha porque el juego se entreveraba cuando el carbonero intentaba profundizar y Rosario le cortaba las acciones de peligro. Los locales elaboraban sus mejores jugadas por derecha.

Más tarde, Leo Fernández le dejó una buena pelota desde el córner a Maxi Olivera, que la mandó al travesaño. Los de Diego Aguirre avisaban.

Los dirigidos por Miguel Ángel Russo comenzaron a utilizar las infracciones como una herramienta porque no les salían las cosas. Partido cortado y entreverado que iba aumentando en euforia.

A la media hora la emoción se volvió protagonista en forma de gol, obra de Leo Fernández, tras una jugada que inició por derecha. El de la casaca número 8 eludió a un par de rivales y la mandó a guardar con una calidad suprema, de esa que se ve pocas veces, de esa que se necesita para partidos de esta categoría.

Leonardo Sequeira, de Peñarol, y Carlos Quintana, de Rosario Central.

Leonardo Sequeira, de Peñarol, y Carlos Quintana, de Rosario Central.

Foto: Camilo dos Santos

El complemento

A los 20 del segundo tiempo se ilusionó el canalla: Jaminton Campaz aprovechó un error de Javier Méndez en la salida y remató, Aguerre dio rebote y Módica lo capitalizó con el empate. Enseguida Aguerre sacó una pelota muy complicada que se metía para que los rosarinos dieran vuelta el partido.

Las buenas acciones que habían hecho a Peñarol levemente superior en la primera parte no llegaron en la segunda, tiempo en el que el equipo mirasol tuvo errores defensivos que le costaron caro. Pero cuando parecía que no le salían las cosas, el manya se acordó de que se jugaba lo más sagrado, la ilusión de la vieja y querida Libertadores. Nacho Sosa, Leo Fernández, Maxi Silvera, pase a Javier Cabrera y centro rastrero para que Leo Fernández sólo tuviera que empujarla al fondo de la red.

Lo que vino después fueron tibios intentos, pero el marcador se mantuvo estático hasta que el juez pitó el final, y el nerviosismo se transformó en alegría. El pueblo aurinegro celebró volver a estar en los octavos de final del torneo más importante de Sudamérica.

Estadio Campeón del Siglo, el 28 de mayo.

Estadio Campeón del Siglo, el 28 de mayo.

Foto: Camilo dos Santos

Grupo G PTS PJ PG PE PP GF GC DG
Atl. Mineiro 15 6 5 0 1 14 6 8 clasificado
Peñarol 12 6 4 0 2 12 5 7 clasificado
Rosario Central 7 6 2 1 3 8 7 1 a la Sudamericana
Caracas 1 6 0 1 5 3 19 -16