En el inicio de la undécima fecha del Clausura, Progreso ganó de visita en Colonia a Plaza por 1-0 y sigue afirmándose para mantener la categoría. El equipo del Pantanoso sumó su segunda victoria consecutiva y ya lleva seis partidos imbatido.
Sin contar con los suspendidos por quinta amarilla, Adrián Colombino y Nicolás Fernández, el club que parece ser el que más gente mueve –más allá de los más populares, Peñarol y Nacional– hizo una excursión de las que no se olvidan a Colonia. No por el juego, sino por la importancia del triunfo y de la comunión con sus hinchas. El gol que hizo la diferencia fue de entrada: al minuto lo hizo Franco López, y desde ahí sostuvo en el cofre esos tres puntos de oro.
Diego Villalba, de Plaza Colonia, y Agustín Pinheiro, de Progreso.
Foto: Ignacio Dotti
Una final del mundo
En el Río de la Plata, cada vez que jugamos o recreamos un partido de fútbol, estamos jugando una final del mundo. Es así, aun antes de que hubiese una final del mundo –coincidentemente o causalmente entre los rioplatenses– y de que se pudiera asociar ese concepto de todo en juego, mientras nuestros colectivos sean de a 11, tal como lo dicen las reglas, o de a dos, siete, o los que sean.
Una final del mundo lo es todo. Es el todo que nos permitimos atrás de una pelota. Una final por el descenso, que no es para conquistarlo, sino para evitarlo, es una final del mundo navegando en los mares de la angustia y del zafe.
No, no era una final. Administrativamente, fue el inicio de la fecha 11 del Clausura y la disputa de los últimos 15 puntos que cada uno de los clubes puede sumar para la tabla que sea. Estos clubes, profundamente asociados a la adhesión social de sus vecinos y seguidores –de Colonia, Plaza y de La Teja y sus inmediaciones los montevideanos de Progreso–, con genuinos valores emocionales y afectivos, administrados en el sudor de la camiseta, en la tribuna o detrás del televisor o la radio por una buena y linda cantidad de hinchas, están corriendo por su vida en la A en 2026, y eso siempre genera y degenera situaciones de mucha tensión.
Lucas Carrizo, de Plaza Colonia, y Gianfranco Trasante, de Progreso.
Foto: Gianni Schiaffarino
Dame un minuto
No había pasado más que un minuto de juego cuando Progreso, casi metafóricamente recién llegado de Montevideo –al igual que su gente, que bajaba de las bañaderas para instalarse en el Parque Prandi–, ya estaba ganando 1-0, después de haber metido dos agudas acciones ofensivas desde el saque inicial.
Y tras el córner ejecutado por Ignacio Nacho Lemmo, con una estación intermedia del zaguero Marcos Paolini, fue contenida a medias por Joaquín Silva. En el rebote, al lado del arco, el goleador sanducero López puso la diferencia inicial.
Le costó muchísimo a Plaza Colonia poder hacer pie en los minutos iniciales del partido por el impacto del gol recibido. Pero, además, porque Progreso lo estaba haciendo muy bien, y hubo un lapso en el que parecía que los que vistieron de rosado en tierras colonienses –por el Octubre Rosa, el mes de la sensibilización de la lucha contra el cáncer de mama– podían llegar a duplicar su ventaja.
Después, poco a poco, y primero con más ganas y fuerza que juego, pero luego recurriendo a ciertas estructuras tácticas que permitían abrir el juego y centrar, el local empezó a arrimarse definitivamente sobre el arco de Nicolás Gentilio, y en un par de cabezazos estuvo cerca de anotar el empate. El primer tiempo transitó entre esa acción –sorpresiva y justificada– de amplio dominio de los montevideanos cuando empezó el partido, lo que significó un golpe que les costó asumir a los locales, que recién estaban poblando las tribunas del Parque Prandi. Posteriormente, se produjo una marcada evolución del juego de los patas blancas, que fueron, con sistematicidad, arrimándose sobre el área de Progreso.
Leonel Rocco, técnico de Progreso.
Foto: Ignacio Dotti
No funciona
En el segundo tiempo, Plaza siguió decidido a cambiar el destino del partido y el marcador. El profe Alberto Mena generó algunas de las variantes que pudo, ya que tiene notorias bajas en el plantel, como la del Viduka Haibrany Ruiz Díaz con rotura de talón de Aquiles, el delantero brasileño Alex Bruno con fractura de clavícula y Ezequias Redín con una costilla fisurada.
Pero no lo pudo resolver de inmediato, aunque sí puso a Progreso contra su arco, que ya sólo pudo aspirar a meter algún aislado contragolpe.
Además, Plaza, para peor, perdió a Carlos Segundo Pachamé, un bastión en la mitad de la cancha, que tuvo un problema de rodilla. Tuvo que rearmar su estructura sin poder potenciar mejor a los de arriba. Progreso aguantó cuanto pudo, con lo que le dio el físico, y le dio para quedarse con la victoria que lo aleja cada vez más del descenso.