Peñarol se coronó campeón de la Copa Uruguay al vencer 2-0 a Plaza Colonia en el estadio Centenario. Al carbonero le costó el partido y recién pudo abrir el marcador en el segundo tiempo. En el primero fue un equipo apático y lejos de su potencial, como le viene pasando en los últimos encuentros del Clausura.
Los cambios de Diego Aguirre surtieron efecto y levantaron al equipo en la segunda mitad. Leonardo Fernández, ayudado por la fortuna, anotó el primero y Eric Remedi lo liquidó instantes después de ingresar. Maximiliano Silvera fue el mejor de la cancha.
Visto lo visto, este es el uno por uno de los aurinegros:
Brayan Cortés: voló para salvar a mano cambiada un cabezazo de Benjamín Acosta en el primer tiempo, cuando el partido estaba chivo, en la gran atajada de la noche. Necesitaba confianza y brindar seguridad luego de su tarde floja en el Tróccoli.
Emanuel Gularte: era un partido que pedía más proyección y sus características de zaguero le jugaron en contra. Prácticamente no subió y se le terminó la participación en el entretiempo.
Javier Méndez: arrancó inseguro, le costó bancar a Alex Bruno y los envíos aéreos desde los costados. En los últimos 25 minutos, ante delanteros más chicos, se acomodó mejor.
Nahuel Herrera: arrancó el partido haciendo una falta innecesaria en la mitad de la cancha, un tipo de error que no suele cometer. En el resto del encuentro fue un titán como suele ser: ganó los duelos, cubrió errores de sus compañeros y estuvo firme durante toda la final; gran partido.
Lucas Hernández: jugó 80 minutos a buen nivel. No lo atacaron mucho por su sector y, ofensivamente, aportó. Con el ingreso de Mühletaler le dejó la banda al pibe y tiró diagonales hacia el medio y fue más peligroso.
Ignacio Sosa: se sintió más cómodo en el segundo tiempo, cuando pudo ir más al ataque con conducción como le gusta. Sin ser su mejor versión, fue una correcta actuación.
Jesús Trindade: en el primer tiempo le costó mucho afianzarse desde la marca; si bien tuvo poca ayuda, vio la pelota pasar. Le costó romper líneas y poner en ventaja a compañeros con sus pases. Con el correr de la noche optó por jugar corto y seguro.
Leonardo Fernández: abrió el partido con su clase en una jugada en la que apiló rivales y definió con la derecha. Es verdad que la pelota ingresó con la fortuna que pegó en Guillermo Reyes luego de dar en el palo, pero el 10 tuvo su enorme mérito. Su calidad es innegable y, si bien está lejos de su rendimiento de 2024, sigue desequilibrando en el medio local.
Jaime Báez: flojísimo desempeño; no fue profundo por la derecha ni generó desequilibrio en ningún momento de la noche. Peñarol necesitaba otra cosa en ese puesto y por eso Diego Aguirre decidió sustituirlo en el descanso.
Matías Arezo: tuvo infinidad de situaciones propicias para anotar; no suele fallar, pero fue una noche para el olvido en la definición. Se movió bien para liberarse y quedar mano a mano en un par de ocasiones, pero no estuvo con la mira calibrada.
Maximiliano Silvera: el mejor de la cancha: hizo todo. Se replegó a jugar, se tiró por las bandas, ayudó a que la pelota llegara limpia al ataque cuando Peñarol no fluía y pegó un par de piques hacia atrás en contragolpes en los que su equipo quedaba mal parado. Partidazo completísimo.
Pedro Milans: mejoró notoriamente la ofensiva por el costado derecho. Por sus características y despliegue fue importante para trepar y asociarse con los volantes y delanteros.
Stiven Mühletaler: pícaro, querendón, desde que tocó el primer balón se notaba que estaba dispuesto a aprovechar la oportunidad que le dio Aguirre. Cambió la vivacidad de un equipo que había sido apático y sin sorpresa.
Eric Remedi: entró y al minuto convirtió el gol que le puso la tapa a la final. Suficiente.
Gastón Silva y Kevin Rodríguez: minutos con el partido liquidado.