Se está corriendo la 80ª edición de la Vuelta Ciclista del Uruguay. Es un número realmente significativo para la prueba decana del continente, que completará su pedaleo en 13 de los 19 departamentos del país a lo largo de 1.637,9 kilómetros divididos en diez etapas.
La primera se cumplió el viernes y unió Montevideo con Rocha. El brillante triunfo fue para el vigente campeón panamericano Leangel Linarez, de la selección de Venezuela, que resolvió en los últimos cinco metros un ardoroso sprint para terminar la carrera en cuatro horas, 57 minutos y siete segundos. Segundo llegó Leonel Rodríguez, de Cerro Largo, y tercero el brasileño Kásio Freitas, de Swift Carbon de Brasil.
Además de las competencias habituales matinales, habrá dos jornadas dobles y eso promoverá dos tramos contrarreloj, uno por equipos y otro individual.
El presidente de la Federación Ciclista Uruguaya, Pablo Quintana, comentó en conversación con la diaria que el recorrido “se diagramó fundamentalmente basado en los apoyos que la carrera requiere de las intendencias departamentales”. El titular de la institución que organiza la carrera opinó que “a veces en el ciclismo se da el caso de que se hace más dura una etapa corta, en la que se sale a fondo y se llega a fondo, en relación con etapas largas en las que se rueda a promedios más bajos”.
Por su parte, Héctor Rondán, director técnico de la selección uruguaya de ciclismo, que se encuentra en Paraguay con la delegación que defendió al país en el Panamericano de pista, dijo: “Veremos dos carreras, [porque] para algunos corredores va a ser una vuelta sumamente dura. Tenemos que reconocer que hay gente que trabaja, gente joven, gente que está estudiando, que no tiene tiempo suficiente para hacer una preparación acorde a esta prueba, pero es lo que tenemos, a ellos los tenemos que apoyar”.
El pelotón multicolor
En las últimas temporadas los equipos locales han afianzado planteles competitivos, como son los casos de CC Cerro Largo, Armonía Cycles, Náutico Bocas del Cufré, Dolores Cycles, el Audax de Flores o el Punta del Este, que cuenta con el último campeón de la vuelta, Juan Caorsi, y con el flamante ganador de Rutas de América, Ignacio Maldonado.
Además, arribaron al país cuatro equipos extranjeros. Entre ellos está el brasileño ACRS Cycling Team, que integran el tricampeón de la vuelta Magno Nazaret y el veterano Marcio May, quien regresa a las rutas uruguayas un cuarto de siglo después de su última participación.
La otra escuadra norteña es Swift Carbon, que animó las Rutas de América con competidores como Vinícius Rangel. También están el equipo sanjuanino Maní Zabala, ya conocido por estos lares, que presenta en su equipo corredores argentinos y de las selecciones chilena y boliviana. El otro equipo extranjero que animará las mañanas de ciclismo será la selección de Venezuela, con la vista puesta en el 39º Panamericano de ruta, que se disputará en Punta del Este pocos días después de terminar la Vuelta.
Rondán ve con expectativa el rol que pueden cumplir estos equipos y confía en la capacidad de los ciclistas locales: “Vamos a ver la capacidad de los grandes equipos que tenemos en el país, de los corredores individuales. Creo que va a ser una carrera divertida”.
Quintana asegura que “los equipos extranjeros están en un nivel parejo con nuestros corredores y va a ser una carrera muy disputada [...] Estas últimas ediciones han sido vueltas disputadas hasta la última etapa: en algunas ediciones, después de la crono quedaba todo definido”.
El zafarrancho de la última etapa de Rutas de América y la defensa épica que hizo Caorsi en la llegada a Montevideo en la edición pasada de la Vuelta Ciclista dan cuenta de las palabras de Quintana.
¿Por qué la decana del continente no pertenece al calendario UCI?
La Vuelta Ciclista del Uruguay es de categoría nacional y no integra el calendario de la Unión Ciclista Internacional (UCI). El motivo principal es la legislación en seguridad que propone la Unión Ciclística Internacional, que exige rutas cerradas durante el desarrollo de la prueba. No puede haber tránsito de frente ni tránsito que rebase la caravana. En Uruguay, a falta de rutas secundarias y alternativas, cumplir con ese petitorio es difícil, sobre todo tomando en cuenta que la competencia se desarrolla en Semana de Turismo, cuando el flujo de vehículos aumenta en las rutas nacionales. Ante esto, Quintana comentó: “Vamos a tener al comisario internacional Héctor Fabio Arcila, de Colombia. Su presencia también nos permitirá elaborar algún plan para verlo con UCI, para poder cumplir con las normas de seguridad e incluirla en el calendario”.
El malla oro es uno solo
Seguramente será ínfimo el porcentaje de uruguayos que se dedican al ciclismo, pero es inmenso y absoluto el de las personas que tenemos nuestro documento de identidad expedido por la Dirección Nacional de Identificación Civil y sumamos, sin solución de continuidad en cada una de nuestras Semanas de Turismo, una tarareada, una chifladita de la canción de la Vuelta. Deben ser contadas las personas que alguna vez no se hayan arrimado a la ruta, a la calle, para ver pasar el pelotón multicolor, a intuir –que no ver– una llegada en la plaza del pueblo, en el Velódromo, en 18 de Julio o donde sea que se agite la bandera a cuadros.
La malla oro produce una fascinación alimentada por el relato épico de los de la radio, que nos trasladan el sufrimiento del ciclista. Nunca en mi vida corrí una carrera de verdad, más allá de la vuelta a la manzana que con mi Graziella nunca podía ganar contra la Liggie del Luis o la que hacía Primo Zucotti que tenía el Isidoro, pero la malla oro viene en el ranking de camisetas ansiadas y sagradas, después de la celeste y la de la selección del pueblo.
Con dolor digo –pero dolor de deportista posta– que Luis Alberto Lacalle Pou la recargó con una metáfora forzada y desubicada: “Sacarles el lastre a los malla oro, que son los que según este gobierno producen riqueza, para que generen empleo en los más pobres y rezagados”.
¡Nada que ver, muchacho! La malla oro se nos adhiere al pecho y ahí estamos aplaudiendo a rabiar ese ¡fssss! –onomatopeya del paso del pelotón–, esa emoción de un segundo que queda para siempre.
Al costado de la ruta, sentado en el cordón de la vereda o en una reposera de playa, siempre hay alguien que está ahí, con su enorme radio a transistores, esperando ese flash de cada año, esa ventolina de unos minutitos cuando pasa el sincronizado pelotón, a toda uva como vinos Enriqueta, rumbeando para la ciudad. La radio amplificada por decenas regala más compases que los que creó Rudy Vallee, y los escapados del pelotón ya se dieron por vencidos de tanto tirar, poniéndole el pecho al viento en la cara, y entonces ya apareció aquel ¡top! que gritó clarito el de la moto que relató el premio Sprinter frente al bolichón que, pomposamente, la posmodernidad de bloque y terrón rebautizó minimercado El Colorado.
Definitivamente, la Vuelta es parte del imaginario popular de la sociedad uruguaya. No hay, no puede haber alguien que alguna vez no haya tarareado la melodía que en 1930 grabó Vallee, uno de los primeros cantantes amplificados por micrófono, que alcanzó temprana fama. “Betty Co-ed” es ese tema que en 1931 daría lugar a un corto mixto de dibujos animados y que, 18 años después, se transformaría, sin que el estadounidense siquiera llegara a imaginárselo, en el principal vínculo sonoro y simbólico que haya existido en Uruguay con cualquier cosa que se asociara a una bicicleta o a una carrera de bicicletas, cuando se grabó en aquella Radio Sport que fue casi la madre de la Vuelta.
Desde un extremo a otro de la patria
El pueblo vibra en un clamor triunfal
Al desfilar la airosa caravana
Que forman los campeones del pedal
Rómulo Martínez Chenlo
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