Nacional goleó 4-0 a Cerro en el Gran Parque Central por la penúltima fecha del Torneo Apertura. El bolso llegó con la obligación de ganar para tener chances, todo dependiendo, claro, del resultado del domingo entre Juventud y Liverpool.

Lucas Villalba, de Nacional y Mathías Cubero, arquero de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Lucas Villalba, de Nacional y Mathías Cubero, arquero de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Con Peirano al mando, Nacional llegó a su casa de La Blanqueada con el tupé de tres triunfos al hilo -Danubio, Miramar Misiones y Wanderers-, aunque es cierto que no son las mejores temporadas de ninguno. Además, el empate 3-3 ante Inter de Porto Alegre por Copa Libertadores le permitió al hincha creer en el nuevo entrenador y en los suyos.

Sin Nicolás López, suspendido por acumulación de amarillas, ni el colombiano Diego Herazo, que trabajó diferenciado en los días previos, Peirano colocó a Gonzalo Petit desde el arranque.

Gonzalo Petit, de Nacional, tras convertir el primer gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Gonzalo Petit, de Nacional, tras convertir el primer gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Cerro, en cambio, arribó al Parque luego de cuatro partidos sin ganar y tres caídas consecutivas, la última ante Peñarol, partido suspendido luego de problemas que involucraron a su hinchada en el Campeón del Siglo. La medida aplicada desde AUF implicó que los hinchas villeros no pudieran asistir a la cita sabatina.

Los dirigidos por Tabaré Silva están undécimos con 14 unidades, por fuera -por ahora- de las posiciones del descenso. Tabaré contó con la presencia de Enrique Almeida, el hincha de Cerro surgido de su eterno rival, que es la apuesta del villero.

Lucas Villalba, de Nacional y Mauro Villar, de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Lucas Villalba, de Nacional y Mauro Villar, de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Lucas Villalba volvió a ser imparable. Jugó un partido aparte con su velocidad. Generó las primeras amarillas en la última línea de Cerro y tuvo las más claras del partido. Fue el artífice del vértigo. Recibió un contragolpe y se escapó sólo para el gol. Pero dudó un segundo y Mathías Cubero, especialista en la materia, se quedó con el mano a mano. Sin embargo, minutos más tarde, el mismo Villalba habilitó a Gonzalo Petit, que la mandó a guardar de cabeza para abrir el score.

Luciano Boggio, de Nacional y Federico Acosta, de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Luciano Boggio, de Nacional y Federico Acosta, de Cerro, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Nacional contó con un activo Jeremía Recoba que luego fue sustituido, un errante chileno Eduardo Vargas que terminó por asentarse y Luciano Boggio y Christian Oliva, dos pilares en el mediocampo, aunque también imprecisos al principio. Cerro se dedicó a postergar ilusiones propias, por defenderse del asedio, por la vulneración y por no tejer siquiera una jugada con peligro sobre el arco de Luis Mejía.

Entrado el segundo tiempo, Eduardo Vargas recibió un centro de Boggio y amplió ventajas. Lo estaba esperando el goleador chileno y lo estaba esperando todo Nacional y su gente. Aquello brindó tranquilidad y esperanza al menos hasta este domingo, como quien desea buenas noches en la tormenta.

Horacio Salaberry, de Cerro y Eduardo Vargas, de Nacional, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Horacio Salaberry, de Cerro y Eduardo Vargas, de Nacional, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Lo de Villalba fue superlativo: el más rápido de la escuela. No supieron cómo pararlo nunca. Lo miran correr ojos que ni siquiera hablan su idioma. Cerro no dio pie. Recién se acercó al arco de Mejía pasada la hora de juego por un disparo de Anthony Aires, como para avisar que estaban. Peirano empezó a pensar en la Copa cuando Cerro no le hizo fuerza, y rotó el cuadro porque sabe que no hay otra chance que ganarlo todo.

El partido tomó monotonía y tuvo un sólo gobernador. Pablo Peirano y su Nacional, su desafío, las papas quemando que decidió agarrar, por pura convicción y por puro oficio. Cerro no estuvo nunca a la altura. Cubero fue el Cerro entero y evitó una mayor goleada. Herazo, que había ingresado, se lo perdió en otro mano a mano que se quedó el arquero. Cinco minutos después, el colombiano tuvo revancha y batió al experimentado.

Eduardo Vargas, de Nacional, tras convertir el segundo gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Eduardo Vargas, de Nacional, tras convertir el segundo gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Se terminó de destapar la olla cuando Lucas Morales, que había ingresado, tiró una pared que Herazo devolvió de taco. El hijo de Ojota recibió en el área y convirtió el cuarto. Fue la primera pelota que tocó. Primero pidió disculpas, porque su familia está arraigada a Cerro, pero después se permitió bailar y reír con Herazo, porque los goles están para celebrarse.

Diego Herazo, de Nacional, tras convertir el tercer gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Diego Herazo, de Nacional, tras convertir el tercer gol de su equipo, el 3 de mayo en el estadio Gran Parque Central.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Nacional jugó como debe, Cerro muy lejos de lo que espera. Nacional enfrentará en la semana su otro rollo: el de la Copa Libertadores, pero antes esperará a este domingo para ver si todavía tiene chances en el Apertura.