El partido disputado en el Monumental de Maturín entre Venezuela y Bolivia, un viejo clásico, se llevó todas las emociones celestes. Para algunos fue una especie de regresión al pasado, ver a la vinotinto creciendo a medida que nos vamos apagando. Aunque todavía dependemos de nosotros mismos, de la estirpe charrúa y el rollo de Bielsa, de toda la clase y toda la calidad de los gurises al servicio de su sueño que se parece al de todos y todas.
Desde que el árbitro Yael Falcón pitó el inicio, la selección visitante intentó plantarse en el campo rival, un poco para amedrentar y ver de sostener aquello lo máximo posible, otro poco para alejarse de su propia valla y estirar así su posibilidad. Venezuela no estaba del todo claro, pero era el claro favorito, impulsado por la cercanía de la clasificación, o del repechaje, esa palabra que a nosotros nos asusta tanto.
Pero nada duró demasiado. Héctor Cuellar se la pasó al golero Guillermo Viscarra en plena salida, y el portero quiso controlar sin éxito. La pelota se le metió entre las piernas e ingresó mansita para empezar a complicarle el trámite a la visita.
Ahí empezó el dominio vinotinto, de la mano o de los pies de sus figuras. En el botín última moda de Salomón Rondón, pudo estar la amplitud del marcador que hubiera sido lapidario. Jefferson Savarino también obligó a Viscarra que con vergüenza deportiva, logró sacarla al córner con una acrobacia.
La visita presentó a su estrella de apellido Terceros. Terceros fue lo más insistente de Bolivia. Pero cerca de la media hora de juego, otro error en la salida costó carísimo. Nahuel Ferraresi recibió el regalo y habilitó a Salomón Rondón que batió al arquero para poner el 2-0.
Ese segundo gol marcaría el tenor del resto del partido, Bolivia sin respuesta y Venezuela cada vez más cómoda, terminó por definir el partido y dejar a la vinotinto séptima en puesto de repechaje y a tres de Uruguay, a quien enfrentará el martes en el Centenario.
Los dirigidos por Batista controlaron las acciones, incluso pudieron aumentar el score. Jose Martínez le terminó por dar a Viscarra la buena nota. Ambos movieron los bancos de suplentes, pero la estantería quedó en el lugar y sólo se movió en el Complejo Celeste. Uruguay y Venezuela jugarán una final la semana próxima en Montevideo.