Gabriel Báez nació en Buenos Aires en 1995. En Uruguay, el profesor Bengoechea y el Enzo nos llevaban a la gloria. Se iba Lacalle viejo y volvía Julio María Sanguinetti, que entre otras cosas es manya. Gabriel Báez nació el 21 de julio de 1995. El 7 de octubre de ese mismo año, en Argentina, Diego Armando Maradona volvía a Boca Juniors después de que le cortaran las piernas en Estados Unidos, como una especie de bicho único que regenera las extremidades a medida que se las cortan y al mismo tiempo cambia de piel o vuelve siempre a la misma.

Olivia nació en Treinta y Tres, República Oriental del Uruguay, el 8 de junio de 2010. En su cumpleaños de 15 hubo varios hitos. Por ejemplo, cuando la Nani paseó en carrito de supermercado por la fiesta. O cuando la misma Nani bajó con la cumbia hasta el piso con su hermano, como si fuesen adolescentes, como si volvieran a esa piel. Por supuesto, cuando Olivia repartió el cotillón con la camiseta de Luis Mejía y sin dudas cuando repartió las velitas de la torta y les regaló una a sus compañeras del equipo de handball. Formar parte de un equipo es lo más hermoso que te puede pasar. Nunca van a dejar de volver a su piel de jugadora Olivia ni las pibas que posaron para la foto como cuando posan en la cancha. Mi piel escamosa se tejió como un buzo de Lucía de la piel de la quinta división, cuando la adolescencia te sacude como una bandera y el corazón es una pelota frente a un arco vacío.

En 1811, en la Quinta de la Paraguaya, José Gervasio Artigas fue nombrado Jefe de los Orientales. En 1900 en la Quinta de la Paraguaya se construyó el Gran Parque Central. El 13 de julio de 1930 se enfrentaron Estados Unidos y Bélgica por el grupo D del primer mundial de fútbol. Fue el primer partido de un mundial de fútbol, al mismo tiempo que en la Estación Pocitos se disputaba el encuentro entre Francia y México. Pero que en la Estación Pocitos Misiones hacía de local y se consagró en la época es otra historia. Ni Olivia ni su hermano Joaquín conocían el Gran Parque Central hasta el domingo 29 de junio, cuando Nacional le ganó a Danubio en la hora 3-2. Ese día el equipo fue Olivia, Joaquín, Jeremy, Emi, Maxi, Coates, Gabriel Báez, el Diente, Seba, el Gallego y Petit. Ni pensó Gabriel Báez que iba a jugar en Nacional cuando se nacionalizó paraguayo. Debutó en La Bombonera con la camiseta de la Lepra. Ese día no hubo público en el mítico escenario, nadie cumplió el sueño de ir a la cancha.

Gabriel Báez salió un día de su casa para ir a entrenar y se tomó el bondi solo por primera vez. A Olivia la dejó Mariana la primera vez que entrenó con su equipo, en el que encontró hermanas para toda la vida. Gonzalo Petit hizo dos goles y todo era delirio adolescente. Pero Danubio pelechó y empató el partido por segunda vez con un penal de VAR, que es un nuevo refrán: demorado como penal de VAR, agónico como penal de VAR, conversado como penal de VAR, sospechado como penal de VAR, cantado como penal de VAR.

Desde ese día que salió de su casa para tomar el bondi en Gobernador Castro, partido de San Pedro, provincia de Buenos Aires, hasta esta noche con este frío montevideano hay un segundo. Como dos autos que chocan en una esquina en la que no pasa nadie a 20 kilómetros por hora, cuando uno podría haber salido más tarde por algo o incluso el otro salió más tarde por otra cosa, pero chocaron. Algo nos unió la noche en que Olivia cumplió un sueño, igual que Joaquín y los otros dos gurises, que, aunque ya conocían el Gran Parque Central, nunca habían visto este gol de Gabriel Báez.

El único que me escuchó fue Maxi, que había hecho todo lo posible para que estuviéramos ahí esa noche. A todos los dioses del fútbol les pedí un golcito en la hora para los gurises. La pelota viaja por el aire de Montevideo, Gabriel Báez se toma un bondi en Gobernador Castro, Sebastián Coates la pelea en el medio, el hijo del Chino la recibe y sabe qué hacer. Villalba corre porque es su condición, como un venado. En el Gran Parque Central todo el mundo se pone de pie. La piel de un gol en la hora es una piel que volverá cada vez que necesitemos recordar que fuimos felices.