Con un segundo tiempo inolvidable –sobre todo para los locales, que se volvieron a quedar con la alegría de una gran victoria–, con goles de Hugo Quintana, Abel Hernández y Nicolás Vallejo, Liverpool derrotó 3-2 a Peñarol, para el que anotaron Maximiliano Silvera y David Terans. El equipo de Joaquín Pappa volvió a quedar segundo en la anual, a 6 puntos de Nacional –Peñarol quedó a 9–, y se acomodó en el remate de su serie en el Intermedio, en la que aún tiene posibilidades, al quedar a dos unidades de Peñarol y Defensor, que lideran con 10 puntos.

El juego y la circunstancia

Dice el Maestro Óscar Washington Tabárez, en su reciente libro autobiográfico Las puertas de la memoria, que puede diferenciar claramente entre táctica y estrategia. Estrategia de juego –dice el afamado entrenador– es la manera ideal en que un técnico quisiera ver jugar a su equipo. La táctica aparece cuando hay un rival enfrente, cuando la planificación basada en la estrategia de juego que el técnico ha venido ideando y desarrollando para el desenvolvimiento de su colectivo debe adaptarse a la circunstancia puntual del partido y, por ende, al juego del rival.

La planificación táctica de Diego Aguirre para afrontar el partido con Liverpool en Belvedere, después de la derrota impactante de hace unos meses por el Apertura, consistió en inhabilitar e inhibir la estrategia de Pappa y su equipo –que le permitió al equipo de la Cuchilla quedarse con el primer título del año– y poner una pesadísima presión sobre la salida sistematizada y paciente de los negriazules, que juegan con los centrales y el arquero como si estuvieran en campo contrario cuando estaban en su propia área.

Abel Hernández, de Liverpool, tras convertir el segundo gol de su equipo a Peñarol en el estadio Belvedere.

Abel Hernández, de Liverpool, tras convertir el segundo gol de su equipo a Peñarol en el estadio Belvedere.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Así fue como se jugó buena parte del primer tiempo, con Liverpool recuperando o porfiando la pelota en su campo y volviendo a empezar desde el fondo mientras los aurinegros iban, sin pensar, a ahogar con intensidad la parcial tenencia de pelota de los locales.

No hubo, más allá de la marcada tendencia de Peñarol de querer jugar bien cerca de Sebastián Lentinelly, jugadas de real peligro generadas por los mirasoles. Tampoco hubo ataques de Liverpool ni corridas bien concertadas que llevaran peligro al arco de Guillermo de Amores.

Toda la primera parte fue así. O casi toda, porque sobre el final del primer tiempo, una pelota torpemente perdida en la salida de Liverpool generó una recuperación y avance de Leo Fernández, que fue derribado en la puerta del área. Era el segundo intento por ese lado –la izquierda del ataque aurinegro– y Fernández metió un tres dedos al ángulo hacia donde voló Lentinelly, que manoteó la pelota. El rebote lo tomó Diego García y fue entonces Martín Rea el que evitó el gol, pero en el segundo rebote nadie pudo con el injustamente castigado Maximiliano Silvera –un delantero muy influyente, sin tener que medir para eso la cantidad de goles–, que la mandó contra las redes para gritar un gol que debió esperar cinco minutos para subir al marcador.

Maravilla negra

El segundo tiempo fue una maravilla. ¿De qué otra manera se puede definir un tiempo en el que, en poco más de 15 minutos de juego real –sin las pausas de la revisión del VAR–, hubo cuatro goles y cambio de mando en el partido?

Es que en los primeros 13 minutos del complemento Liverpool fue un vendaval que dio vuelta la veleta del dominio en el marcador e hizo tres goles. Primero, lo empató el paraguayo Hugo Quintana, quien a los 3 minutos conectó de cabeza un buen centro de Kevin Amaro. Dos minutos, después ante la sorpresa de los miles que poblaron las tribunas habilitadas de Belvedere, Liverpool salió expreso, de contragolpe, y una doble pared larga entre el argentino Nicolás Vallejo y Abel Hernández terminó con la definición de la Joya que venció a De Amores. Apenas unos minutos después, Lentinelly jugó en largo, los defensas de Peñarol se confundieron, creyendo uno que iba el otro, la tomó Abel y la jugó perfecta para Vallejo, que puso el tercero.

Difícil manejar las sensaciones del partido. ¿Dónde quedaban la táctica y la estrategia ante ese remolino de emociones, cuando todo se había invertido abruptamente?

Pero eso no fue todo. Un par de jugadas después del tercero de Liverpool, que implicó minutos de revisión del VAR, llegó el descuento de Peñarol con un golazo sensacional de David Terans, que había ingresado en el complemento. Después de un córner, la pelota le quedó para la zurda, su pierna más hábil, pero enganchó para la derecha e hizo pasar de largo a tres futbolistas para, con la derecha, definir bombeado al palo más lejano y conmover a los suyos con el 3-2.

Quedaba casi media hora de juego, ya que se agregarían más y más minutos por las demoras del VAR. Y hubo otras situaciones en las que pudo haber más goles: de hecho, hubo otro de Terans, que fue anulado tras revisión del VAR por posición adelantada, en lo que hubiera sido el 3-3, además de un par de casi goles de Liverpool que le hubiesen permitido cerrar con más comodidad un partido emocionante y caliente hasta el minuto 100, cuando explotó la tribuna local.

Diego Aguirre tras el partido Liverpool - Peñarol en el estadio Belvedere.

Diego Aguirre tras el partido Liverpool - Peñarol en el estadio Belvedere.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Los negros de la Cuchilla de Juan Fernández construyeron una victoria inolvidable, la segunda del año ante Peñarol, hicieron tres goles, quedaron segundos en la tabla anual y tratan de entreverarse en la definición de la serie A del Intermedio.

Para Peñarol fue un golpazo que le hizo perder una serie de 15 partidos imbatido. Sigue compartiendo el liderazgo de la serie con Defensor, pero esta derrota lo aleja de Nacional en la anual, con una distancia de 9 puntos.