La pérdida de trabajo es un fenómeno común que muchas personas experimentan en algún momento de su vida. Pero es durante las crisis económicas, como la que hoy vive la mayor parte del mundo, que comenzamos a escuchar hablar más sobre la pérdida de puestos de trabajo y la tasa de desempleo.
En el corto plazo, la pérdida de trabajo genera impactos importantes sobre los niveles de consumo y bienestar de las familias. En la discusión pública se tiende a hablar de soluciones temporales, como las transferencias y el seguro de desempleo, hasta que pase la “tormenta”, la economía vuelva a crecer y los niveles de empleo aumenten.
Sin embargo, lo que nos muestra la evidencia generada en los últimos años es que el problema no termina ahí, sino que existen importantes consecuencias de largo plazo de haber experimentado una pérdida de trabajo. Hoy sabemos que estas consecuencias son grandes, comprenden no sólo a los trabajadores directamente afectados sino también a sus familias, y van mucho más allá de la caída de los ingresos.
El panorama que pintan las tasas de empleo y desempleo
Desde el comienzo de la pandemia en marzo de este año, el empleo ha caído significativamente en todo el mundo. En Uruguay, el gráfico muestra que la tasa de empleo en los últimos meses es similar a la de casi 15 años atrás, aunque la comparación se dificulta por un cambio en la metodología de relevamiento del Instituto Nacional de Estadística (INE; ver nota al pie del gráfico).
La tasa de desempleo, sin embargo, no muestra la misma situación. Esto se debe a que la tasa de desempleo cuenta a las personas desocupadas como porcentaje del total de personas que se encuentran trabajando o buscando activamente trabajo. Durante las crisis, muchos desocupados que ven difícil conseguir trabajo dejan de buscarlo (los desocupados “desalentados”), y entonces dejan de figurar en las estadísticas de desempleo.
Este año, este fenómeno se ha dado aún con más fuerza, probablemente debido a la escasa probabilidad de conseguir trabajo y las dificultades que las medidas de distanciamiento social imponen para la búsqueda y la contratación de trabajadores. Es más útil, en este contexto, enfocarnos en la caída de la tasa de empleo. Esta muestra la pérdida de un porcentaje importante de puestos de trabajo. Cada vez es más claro que muchos de estos puestos de trabajo no se recuperarán rápidamente.
La magnitud del impacto de la pérdida del trabajo sobre los ingresos de largo plazo
Cuando hablamos de las consecuencias de la pérdida de trabajo, es fundamental distinguir entre aquellas personas que cambian de trabajo voluntariamente, o que tienen trabajos de corta duración, y aquellas personas que tienen un trabajo estable y lo pierden.
La investigación económica sobre las consecuencias del desempleo se ha centrado fundamentalmente en este último tipo de eventos, ya que son imprevistos, no están asociados a decisiones de los trabajadores y constituyen un shock de una magnitud muy significativa en la vida de las personas. Este tipo de desempleo es el que más se produce en las crisis, y probablemente el más relevante en el contexto actual. Las familias de los trabajadores que pierden su trabajo sufren caídas en los ingresos en el corto plazo, que son parcialmente amortiguadas por las transferencias del seguro de desempleo. Si bien muchos trabajadores logran volver a conseguir trabajo o retomar el trabajo que tenían antes, sus ingresos promedio pueden mantenerse durante años sustancialmente por debajo de los que tenían antes.1
En Uruguay, un trabajo de Amarante, Arim y Dean2 estima que los trabajadores formales que pierden su trabajo tienen, en promedio, ingresos 22% inferiores en el primer trimestre, y un año después sus ingresos siguen estando 14% por debajo de su nivel previo a perder el trabajo. Estos resultados corresponden a trabajadores formales, quienes tienen acceso al seguro de desempleo. Aún sabemos muy poco sobre las pérdidas de ingresos que sufren los trabajadores informales debido a, entre otros desafíos, la carencia de encuestas longitudinales. A partir del relevamiento de encuestas longitudinales que está comenzando a hacer el INE, podremos evaluar la dinámica de ingresos de los trabajadores informales antes y después de la pérdida de trabajo.
Los impactos de la pérdida de trabajo sobre la salud mental y física de los trabajadores
Una de las consecuencias más impactantes de la pérdida de trabajo es el aumento de la mortalidad de los trabajadores desplazados. En 2009 un estudio3 encontró que en Estados Unidos los hombres expuestos al cierre de las empresas donde trabajan tienen una mayor probabilidad de muerte en los años siguientes, que conduce a una esperanza de vida que es entre 1 y 1,5 años más corta que la de trabajadores similares que no perdieron su trabajo. Desde entonces, varios trabajos han identificado factores que podrían explicar esta mayor mortalidad: los trabajadores desplazados por el cierre de empresas tienen una mayor incidencia de depresión y ansiedad en el corto plazo,4 y tienen más probabilidad de sufrir muertes vinculadas a enfermedades cardiovasculares, suicidio y accidentes de tráfico.5
Impactos de la pérdida de trabajo de los padres sobre la salud y la educación de los niños
Dado que el desempleo impacta fuertemente en los ingresos familiares y afecta la salud física y mental de los trabajadores desocupados, no debería sorprendernos que esto afecte también a los demás miembros de la familia. Para los hijos, la pérdida de trabajo de los padres puede conducir a peores rendimientos escolares y aumentos en las tasas de repetición.6 7 8 En un trabajo reciente junto con Jessamyn Schaller mostramos que cuando el padre pierde el trabajo, aumenta la incidencia de problemas de salud mental de los hijos.9 También encontramos un mayor número de visitas al médico por lesiones y quemaduras, particularmente en las familias de menor nivel socioeconómico. Sin embargo, no encontramos impactos negativos cuando quien pierde el trabajo es la madre. La diferencia entre los impactos del desempleo de padres y madres no se puede explicar solamente por las diferencias en la magnitud de sus ingresos laborales, y es probable que tenga que ver con el diferente uso del tiempo durante el desempleo y los impactos psicológicos y sociales de la pérdida de trabajo para hombres y mujeres.
Conflictos y violencia en las familias
La pérdida de trabajo afecta también la estabilidad de las parejas, la existencia de conflictos y la violencia intrafamiliar. Aquí también los resultados son muy diferentes cuando quienes pierden el trabajo son los hombres. En esos casos, es más probable que las parejas se divorcien.10 Por otra parte, el maltrato infantil tiende a reducirse cuando la tasa de empleo de los hombres aumenta, mientras que aumenta con la tasa de empleo de las mujeres.11
La principal política pública orientada a mitigar los impactos del desempleo es el seguro de paro
Este seguro, que cubre a los trabajadores formales, otorga una transferencia de ingresos que cubre parte del salario perdido por un período determinado (hasta seis meses en Uruguay). Esta transferencia puede ayudar a las familias, no sólo por no tener que reducir tanto sus niveles de consumo, sino también porque puede mitigar el estrés generado por la pérdida de trabajo. Por ejemplo, un trabajo reciente (aún no evaluado por pares) encuentra que los efectos de la pérdida de trabajo sobre el divorcio son menores en estados con un seguro de desempleo más generoso.12
En un país donde la cuarta parte de los trabajadores tienen empleos informales, el seguro de desempleo no llega a todos
Con base en simulaciones, Brum y De Rosa13 estiman que unas 100.000 personas cayeron en la pobreza en esta epidemia en Uruguay, a pesar del seguro de paro y de los aumentos temporales de algunas transferencias que implementó el gobierno. Esto se debe en parte a que hogares que antes no eran pobres pasaron a serlo, y no acceden al seguro de paro ni a transferencias. En este contexto, es clave que las políticas de transferencias sociales tengan la suficiente flexibilidad para responder a cambios repentinos en los ingresos de los hogares. La forma en que están diseñados los mecanismos de ingreso a estos programas hoy, así como sus criterios de elegibilidad, dificulta seriamente que las transferencias sociales puedan funcionar como red de contención para aquellos que no acceden al seguro de desempleo.
El seguro de desempleo no alcanza y son necesarias también otros tipos de políticas públicas
Los impactos sobre la salud y la educación discutidos anteriormente fueron encontrados en países con políticas de seguro de desempleo extensivas. Es verdad que los impactos tienden a ser más bajos en lugares con seguros de desempleo más generosos, pero de todas formas existen. Muchas de las consecuencias de las pérdidas de empleo están ahí, pero no las asociamos a este fenómeno, y cuando las vemos es posiblemente demasiado tarde. Deberíamos comenzar a pensar, entonces, en cómo combinar las políticas de empleo y seguridad social con políticas sociales, de salud pública, educativas y de género, para prevenir los impactos sociales de la pérdida de trabajo. Existe un potencial, entonces, para actuar antes, con intervenciones tempranas de atención social y psicológica a las familias de trabajadores. Uruguay cuenta con algunas ventajas para hacer esto: la extensión de la cobertura de salud, del sistema educativo y de las políticas sociales.
Ahora estamos en una segunda fase de la pandemia, en la que hemos comprendido que la crisis global va a llevar más tiempo del pensado inicialmente. Las perspectivas para Uruguay son mejores que las del resto de la región, pero más allá de cuánto tiempo lleve retornar a los niveles de empleo anteriores, es indudable que el desempleo está afectando a un gran número de familias uruguayas y que la incertidumbre sobre el futuro impone costos que van más allá de lo económico. En cualquier caso, lo que nos dice la evidencia es que aun cuando eso pase y las tasas de empleo se igualen a las anteriores a la pandemia, hay impactos que quedan en el largo plazo y que la sociedad va a tener que encarar. Puede ser oportuno, entonces, implementar soluciones innovadoras, que pongan a Uruguay un paso adelante y generen soluciones para las familias uruguayas que puedan también servir de ejemplo para otros países de la región.
Notas y referencias:
Esta columna fue publicada en el blog Razones y personas, y fue la base de una columna del colectivo Lado F. Este y otros contenidos generados por integrantes de estos colectivos se pueden ver en razonesypersonas.com y en economialadof.wordpress.com.
-
Jacobson, LS, LaLonde, RJ, y Sullivan, DG (1993). Earnings losses of displaced workers. The American Economic Review. ↩
-
Amarante, V, Arim, R, y Dean, A (2014). The effects of being out of the labor market on subsequent wages: evidence for Uruguay. Journal of Labor Research, 35(1). ↩
-
Sullivan, D, y Von Wachter, T (2009). Job displacement and mortality: An analysis using administrative data. The Quarterly Journal of Economics, 124(3). ↩
-
Schaller, J, y Stevens, AH (2015). Short-run effects of job loss on health conditions, health insurance, and health care utilization. Journal of health economics. ↩
-
Browning, M, y Heinesen, E (2012). Effect of job loss due to plant closure on mortality and hospitalization. Journal of Health Economics, 31(4). ↩
-
Stevens, AH, y Schaller, J (2011). Short-run effects of parental job loss on children's academic achievement. Economics of Education Review, 30(2). ↩
-
Kalil, A, y Ziol-Guest, KM (2008). Parental employment circumstances and children’s academic progress. Social Science Research, 37(2). ↩
-
Rege, M, Telle, K, y Votruba, M (2011). Parental job loss and children's school performance. The Review of Economic Studies, 78(4). ↩
-
Schaller, J, y Zerpa, M (2019). Short-run effects of parental job loss on child health. American Journal of Health Economics, 5(1). ↩
-
Charles, KK, y Stephens, Jr. M (2004). Job displacement, disability, and divorce. Journal of Labor Economics, 22(2). ↩
-
Lindo, JM, Schaller, J, y Hansen, B (2018). Caution! Men not at work: Gender-specific labor market conditions and child maltreatment. Journal of Public Economics. ↩
-
Swensen, I, Lindo, JM, y Regmi, K (2020). Stable Income, Stable Family. NBER Working Paper No. w27753. ↩
-
Brum, M, y De Rosa, M (2020). Too little but not too late. Nowcasting poverty and cash transfers' incidence in Uruguay during COVID-19's crisis. World Development (forthcoming). ↩