El país y el mundo están atravesando una emergencia sanitaria cuya solución requiere la mayor atención de las autoridades y el compromiso de todos los ciudadanos. Al mismo tiempo, muchos de nosotros nos preguntamos cómo será nuestra nueva realidad o cómo regresar a la “vieja normalidad”. Pero ¿debemos realmente regresar (a lo mismo), o más bien podemos avanzar (hacia algo nuevo)?

El modelo económico actual presenta claros problemas de sostenibilidad, acentuados por los efectos de la variabilidad y el cambio climático. La contaminación del aire y el agua, la erosión del suelo y la pérdida de biodiversidad son evidentes. Ahora nos enfrentamos a la oportunidad de mirar más allá de la emergencia sanitaria para pensar en el futuro que queremos para nuestro país y nuestro planeta. La recuperación económica verde inclusiva se presenta como alternativa promisoria.

Uruguay es uno de los países que a nivel internacional participan activamente en el debate sobre la “reactivación sostenible”. En el marco del Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas 2020, el 17 de junio, el discurso del ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini, se destacó por ser muy concreto e ilustrativo sobre cómo afrontar la emergencia sanitaria sin dejar de lado la mirada hacia el futuro que queremos.

El ministro hizo hincapié en el impulso que le está dando el país a la economía circular y la generación de empleo verde como herramientas que deben implementarse para la reactivación de la actividad económica. “Creemos que esta es una oportunidad para un país que todavía depende mucho de la producción primaria en la agricultura y la agroindustria”, afirmó. El programa PAGE (Alianza para la Acción hacia una Economía Verde) viene apoyando al país en este sentido, haciendo sinergia con otros proyectos, como Biovalor. 

También se refirió a los desafíos que deberá enfrentar Uruguay en los próximos años, e hizo énfasis en el sector de las energías renovables como el motor de la inclusión en toda la economía, con foco en la industria y el transporte.

Nuestro modelo económico actual es lineal. Se basa en extraer las materias primas, fabricar productos, usarlos y luego desecharlos, generando gran cantidad de residuos. La economía circular propone un modelo regenerativo, de reutilización, reprocesamiento, remanufactura y reciclaje de los materiales dentro del ciclo de vida de un producto. Un enfoque en el que la innovación permite que los recursos o materiales se mantengan el mayor tiempo posible circulando, e incluso que se elimine la noción de residuo desde su propio diseño. Es un modelo que permite reducir el uso de materiales, lo cual se traduce en menos costos y menor contaminación.

Uruguay forma parte de PAGE desde 2017, como iniciativa conjunta del sistema de las Naciones Unidas y el gobierno nacional. Este programa busca apoyar los esfuerzos nacionales en la transición hacia la economía verde e inclusiva a través de la promoción y la generación de políticas que conduzcan al uso más eficiente de los recursos, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la equidad social. 

El proyecto Biovalor es un ejemplo y uno de los programas centrales a nivel nacional para la promoción de la economía circular. Es implementado desde 2013 en conjunto por el Ministerio de Industria, Energía y Minería, como organismo nacional de ejecución, y los ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca, y de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. Su objetivo principal es transformar los residuos generados a partir de actividades agropecuarias, agroindustriales y de pequeños centros poblados en distintos tipos de energía y subproductos. A su vez, apoya el desarrollo y la transferencia de tecnologías adecuadas. Por ejemplo, la combustión del contenido ruminal en calderas para la sustitución parcial de leña o la digestión anaerobia de efluentes de tambo para la generación de energía eléctrica a partir de biogás.

Además, el Programa Oportunidades Circulares (POC), implementado por la Agencia Nacional de Desarrollo, junto con el proyecto Biovalor desde 2018, busca detectar oportunidades en las distintas cadenas de valor. POC apoya la validación de ideas, la puesta en marcha de nuevas líneas de negocios y prototipos y la implementación de proyectos que promuevan una transición eficaz hacia la economía circular, contribuyendo al desarrollo productivo sostenible para la implementación de acciones alineadas con la economía circular. Estas ideas incluyen, por ejemplo, el procesamiento de residuos avícolas para harinas para alimentación animal, la generación de ecocueros como producto de la reconstitución a partir de virutas y la producción de harina a partir del orujo del tannat.

Asimismo, desde 2019 se viene complementado con el Premio Uruguay Circular, un reconocimiento que busca dar visibilidad a las ideas, la innovación y los esfuerzos realizados por grandes empresas, mipymes, emprendimientos, cooperativas, comunidades e instituciones educativas. El año pasado los ganadores fueron Lanas Trinidad, Nido, Uruplac, Prendetec y Repapel.

El paradigma de desarrollo productivo de la economía verde se adopta en Uruguay de manera complementaria al de la economía circular y la bioeconomía, que, si bien presentan varias similitudes, hacen énfasis en distintos aspectos. Tanto la bioeconomía como la economía circular suponen la transición de un modelo basado en la utilización de recursos fósiles hacia uno basado en el uso eficiente de los recursos biológicos y las tecnologías. Mientras que la bioeconomía pone foco en la utilización de recursos y procesos biológicos en sustitución de los recursos fósiles, la economía circular se centra en eliminar el concepto de desecho, tomando dentro de los sistemas productivos los residuos de una fase o proceso como insumo para otro.

Uruguay cuenta con un Plan de Acción en Economía Circular, lanzado por el Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad (Transforma Uruguay) en 2019. En él se unen los esfuerzos no sólo de diversos ministerios, sino también del sector privado y la academia. También está en proceso de elaboración su Estrategia de Bioeconomía Sostenible por parte de un grupo interministerial. Estos son claros ejemplos de procesos de diálogo constructivos y con una visión innovadora y ambiciosa.

Los desafíos que enfrentamos exigen más que nunca ingenio y creatividad, la materialización de nuevas ideas de cómo implementar la sustentabilidad para garantizar el desarrollo de las generaciones venideras. Imponen un llamado a toda la sociedad para aportar soluciones mediante la inteligencia colectiva y la solidaridad universal. Y hoy esas nuevas respuestas no pueden dejar de incorporar un factor clave: la innovación.

Grupo interinstitucional de trabajo en economía verde e inclusiva.